CAPÍTULO 3

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Mañana comienzo las clases. Estos últimos días me he dedicado a poner mi habitación a mi gusto. Faltan todavía muchas cosas, pero de momento, está bien. En la casa no hay tantas cajas como cuando llegamos, pero sigue llena de ellas. Es muy difícil andar.

Mi hermano cada vez está más deprimido. El otro día le vi llorando en su habitación al ir a pedirle un disco. Me contó que añora a Cameron. Me compadezco de él. Si yo hubiera dejado a mi novia y, hubiera estado tan unido a ella como estuvo Liam con él, me sentiría igual.

Son las diez de la noche. Se supone que tendría que estar dormido, pero me es imposible. Mañana es mi primer día de clase aquí en España y no quiero fastidiarla. Pienso que me voy a caer por las escaleras, o se me olvidará cómo hablar español y todos se van a reír de mí. Prefiero no pensar en ello, ya que si le doy muchas vueltas, me acabará pasando. Me relajo y cierro los ojos tratando de dormirme.

Al final el cansancio vence y caigo dormido en un profundo sueño.

Suena la alarma y me despierto sobresaltado. Son las siete menos cuarto de la mañana. Me levanto de un salto al recordar que hoy empiezo el instituto. Desayuno, me ducho y me aseo, me visto con unos pantalones vaqueros negros, una camisa de cuadros negra y roja con una camiseta blanca debajo para poder llevarla desabotonada y, me calzo mis Converse negras. Me he peinado con un flequillo hacia arriba como lo solía llevar allí, y ya estoy listo para empezar mi nuevo día en este instituto, en esta ciudad, en esta nueva vida.

He tardado 15 minutos en llegar al instituto. En ese momento mi padre me sacó de mi aturdimiento.

-Adiós chicos que os lo paséis bien.

-Adiós papá.-Contestó Liam.

-Que tengas un buen día.-Dije con una gran sonrisa para que no notara el pánico y la vergüenza de que todos me estuvieran mirando de arriba a bajo.

-Igualmente Dylan.

Y el coche arrancó. Mi hermano y yo nos miramos. En su mirada se podía ver la seguridad que tenía a diferencia de mí. Mi hermano lo notó y me dio una palmadita en el hombro. La verdad es que si no conoces a mi hermano, no sabrías que es gay. Empezamos a andar a la vez y entramos por la puertas principales. Estábamos en 4º de la ESO, pero parecía que nos hubiéramos graduado ya. Los miembros de mi familia siempre han aparentado más años de los que en realidad tienen. Estaba histérico. A cada paso que daba, estaba más al borde de un ataque de pánico. Como no, todo el mundo seguía mirándonos. Mi hermano no paraba de mirar a todo el mundo, sobre todo a los chicos, y cuando pasábamos al lado de un grupo de chicas, se quedaban mirándonos embobadas y al segundo se ponían a musitar sin parar de mirarnos. Por fin terminó mi sufrimiento cuando llegamos a la clase de 4ºA y allí nos dirían en que clase nos tocaba. Había A y B. Lo más seguro es que me separara de mi hermano, mi único conocido. Al entrar un chico rubio se nos acerco y comenzó a hablarnos.

-Hola. Me llamo Guille y soy el delegado de la clase. Si alguna vez necesitáis algo, podéis decírmelo a mí. Pero cualquiera os ayudará. ¿De dónde sois?

-Somos de Los Ángeles.-Respondió mi hermano por mí. Sabía que no iba a poder contestar con mis emociones en ese momento.

-Oh, vaya! De estados Unidos. Pues bienvenidos a Madrid.

-Nuestro padre es de aquí, así que ya conocíamos antes la ciudad.

-Mejor. Veo que no tenéis problemas con el idioma, pero si alguna palabra no la entendéis preguntarla, no pasa nada.

-Muchas gracias.

Al apartar la mirada de Guille vi que todo el mundo nos estaba mirando menos dos que estaban hablando al fondo hablando sin prestarnos atención. Me causaron buena impresión. Repentinamente, la profesora se puso a hablar. Llevaba gafas y un moño alto. Tenía una voz de pito insoportable. Estuve por taparme los oídos para no escucharla hablar, pero era de mala educación y no quería empezar el primer día con una profesora que me odiara para todo el curso.

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