▸ 𖥻 𝗙𝗘𝗡𝗜𝗫 ˑ 𖦹
━━ 𝘵𝘩𝘦 𝘤𝘩𝘳𝘰𝘯𝘪𝘤𝘭𝘦𝘴 𝘰𝘧 𝘯𝘢𝘳𝘯𝘪𝘢.
El rey fénix, con plumas de oro y ojos llameantes,
vuela con un fuego eterno que nunca se apaga.
Renace cada amanecer, llevando una cor...
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ACTO DOS | CAPÍTULO 24 ❝ Mal líder ❞
Habían pasado un par de horas fuera del Altozano. Normalmente a Edmund le incomodaba la tristeza de alguien, pero no de mala forma, si no que simplemente no sabría que hacer.
Sin embargo, con Zylan era diferente. Desde que lo había conocido su mentalidad había cambiado y, desde luego, su corazón se abrió.
Repentinamente, su momento despejado de todos se vio interrumpido por un sátiro, quien llegaba como si hubiera corrido desde el otro lado de narnia.
— Sus ma-majestades, el rey Peter solicita su presencia en el salón de la mesa de piedra —hablo con la respiración a pecho.
Edmund observo a Zylan tensarse, sin embargo, él rey fénix le regalo una sonrisa al sátiro.
— Muchas gracias por avisarnos, en un momento vamos.
Él se preguntó porque Zylan fingía aquel gesto, estaba triste y se le notaba cansado pero aun así le sonreía a sus ciudadanos.
— Si, su majestad.
El sátiro hizo una reverencia rápida a sus reyes y volvió a correr hacia el Altozano.
— ¿Por qué eres así? —pregunto Edmund después de unos minutos de silencio.
— ¿Así cómo? —Zylan se levanto con algo de pesadez en su cuerpo.
— Sonríes a pesar de estar cansado, a pesar de estar herido.
Edmund igualmente se levanto, tomando de la mano de su esposo y caminando al Altozano.
— No me gusta preocupar a las personas..
— Pero aun así lo haces.
— No, no. Puedo llegar a ser discreto, no siempre me preguntan lo que tú, con solo ver mi sonrisa esta bien para todos —Edmund dudo.
Pero solo callo y dejó que Zylan lo guiará a su destino.
Era malo que negara sus emociones, pero aun así no hizo nada.
Que lástima.
En cuanto llegaron, Peter vio fríamente a ambos. La reunión hubiera acabado horas atrás si no fuera por la pareja de comprometidos que estaba en sus cosas.
Peter nunca los entendería.
— Hasta que llegan.
El fénix le sonrió a pesar de la mirada que le mandaba el rubio.
— No vuelve a suceder, además, el pobre Gavin se le notaba cansado, hubieras mandado a alguien más que si descanso lo suficiente anoche.
