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Ahora estaban en la fila para subir a la rueda de la fortuna. Sunoo daba pequeños saltitos emocionado, siempre había sido su juego favorito, era tan tranquilo y era lindo el paisaje desde arriba. Sunghoon solo se encontraba con esa mirada de admiración mientras miraba al rosita, su sonrisa no podía esconderse fácilmente pero ya no le importaba.
Los llamaron y subieron rápidamente, todo iba bien Sunoo hablaba mucho lo que hacía el ambiente más amigable. Al llegar arriba algo llamó su atención, el hermoso paisaje lleno de luces se vio desde su lado.
-¡Hoon mira mira, se ve tan bonito!- apunto hacia abajo, pero Sunghoon desde su lugar no podía verlo, el contrario notó esto- ven hacia acá, no te lo puedes perder.
Caminó un poco inseguro hacia el otro lado, rogando que no se volteara al estar ambos en un mismo lado, pero no, era muy estable.
Ambos se asomaron sin darse cuenta de lo cerca que estaban sus caras, contemplaron un rato la linda vista hasta que empezó a bajar. Voltearon al mismo tiempo y se sonrojaron, Sunghoon tomó valentia y se fue acercando más poco a poco dándole tiempo a Sunoo de escapar si así lo quería, pero no, estaba de acuerdo, ladeando un poco su cara dándole acceso al otro para besarlo. Entonces un montón de fuegos artificiales estallaron... en su estómago. El beso fue tan dulce y lento que no quería que se acabará jamás. Pero al llegar abajo el trabajador encargado les informó que era hora de bajar.
Bajaron con la cara más roja del mundo y se dirigieron a la salida.
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