Dios, la iglesia y la fe

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Gran parte de mi vida se la dediqué a la iglesia y tenía mucha fe en Dios.

Mi amada bisabuelita fue quien sembró la semilla de la fe,me llevaba a misa los domingos, rezabamos la coronilla a las 3 pm y el rosario antes de dormir diariamente; veía el canal católico todos los días con la programación infantil... no me gustaba madrugar los domingos a misa pero cuando estaba en ella me sentía en paz, me gustaba mucho cantar y aplaudir, lo demás no lo entendía pero ajá, quién a esa edad lo hace. Me gustaba mucho la navidad y creía ciegamente en que el Niño Dios era quien me traía los regalos debajo de la almohada, hasta que una prima me quitó esa ilusión diciéndome que eran los padres quienes esperaban a que estuviéramos durmiendo para poner los regalos al lado de la almohada, vaya que esa noche de navidad me ganóa intriga y traté de no dormirme pero aparentar que lo estaba hasta que vi a mi tía poner un regalo en el rincón de la cabecera... ¡Ajá!

Cuando me metieron a un internado de monjas amaba estar en el coro, me gustaba hablar con las hermanas y verlas haciendo cosas de hermanas. Fue la primera vez que me llamó la atención ser monjita.

Fui acólito por dos años en Bogotá, me gustó mucho serlo, mi primera comunión fue muy importante para mí. Al irme a Ibagué sentí la necesidad de volver a ser acólito pero en la parroquia no aceptaban mayores de 12 años, entonces ahí se presentó la oportunidad de ser catequista, lo cual llevó a Mari a ser catequista hasta el día de hoy, yo fui su auxiliar, no catequicé como tal ya que a mí no se me da la enseñanza... le ayudé en editar imágenes, vídeos, audios, buscar información y demás cosas y eso me gustaba.

Luego de que salí del Sta Teresa gracias a una hermana que siempre está en mi corazón, volví a pensar en ser monja pero más fuerte y de ahí no salí hasta los 20 años. Fueron 7 años de mi vida en que mi único objetivo era ser religiosa. Estuve en varias comunidades experimentando las diversas formas de vida religiosa, como la activa misionera y la contemplativa de clausura, en esta última estuve en España y fue la época más feliz y bonita hasta ahora, que me marcó demasiado.

Luego de venir de España aún estaba en mi mente el ser religiosa, me metí al lado tradicional de la iglesia, bastante ortodoxo me volví, a ir a solo misa en latín y querer que volvieran los tiempos previos al Concilio Vaticano II, iba con la cabeza cubierta con la mantilla y con falda... ay dios ahora el cringe que me da de recordar esa época me dan ganas de matarme 2 veces 🤦🏻😬 este tiempo fue corto afortunadamente.

Ya entrando en pandemia y eso que tocó estar en cuarentena vivimos las misas y semana Santa virtual, y todo... ahí tuve más tiempo de dejar salir mi yo verdadero en las redes, pude meditar más al respecto de mi futuro y me enganché con otros planes que me hicieron desistir de la idea de la vida religiosa, eso sí, siempre deseé volver a España pero eso es una ilusión ahora...

Ya aquí en Medellín gracias a mí novia y el ambiente me cuestioné mis creencias y esos pensamientos tan cerrados que tenía, me desprendí del fanatismo que me quedaba y me hacía tanto daño. Describí cuánto daño me hizo el estar en la iglesia que me hizo odiarme tanto a mi persona y dañar mi salud mental.

Luego el daño peor vino cuando sin miedo pude mostrarle al mundo quien soy y ser yo, ese rechazo de la persona que te hizo depender de ella y que te diga que ama a Dios más que a nada y por eso no podía aceptarme, yo en ese momento me encontraba en hospitalización por intento de desvivirme y aún así a ella no le importa cuánto daño me hizo con eso.
 
Desde ahí mi relación con Dios se rompió totalmente.

Ocultar y crear una apariencia para agradarle a Dios y a la Iglesia y sentirme aceptado fue el peor daño que yo mismo me hice.

Dios no cura nada, no hace nada, daña la salud mental y el amor propio,lleva a la muerte.

En la mente de Taylor MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora