Depresión y ansiedad: mis fieles acompañantes inseparables de toda la vida, sí, toda la vida. Así como también pensamientos de muerte.
Gracias a lo que he descubierto y aprendido en estos dos años es que sé que tuve depresión y ansiedad desde mi niñez, una situación muy tesa para una infancia y aún peor siendo neurodivergente.
Recuerdo que por las noches al acostarme (en Bogotá) a dormir me invadía este dolor en el pecho, melancolía y tristeza, no era consciente de que lloraba hasta que sentía mis mejillas mojadas y congestion nasal, nunca entendía por qué me sentía así pero me angustiaba hasta el punto de sentir ahogo, de repente sentía tranquilidad cuando me imaginaba muerto con expresión serena y todo era blanco y pacífico. Cuando me despertaba era algo frustrante porque esperaba no hacerlo, sentía que quería que todo se detuviera, ir al colegio y sentir lo mismo en clases y por lo tanto estar distraído y no rendir adecuadamente, y en el descanso era cuando más triste me sentía porque no tenía amigos, solo era espectador de la diversión de mis compañeros.
Estando de nuevo en la casa era aún peor, la ansiedad de que se enteren de mi bajo rendimiento en el colegio, el vivir regañado y castigado y que todo empeorara; hacer las tareas y ver y escuchar a los chicos jugar en el parque me daba mucha tristeza y rabia.
Desde que llegué con Marina ella siempre me dijo que hacía como un perrito, que siempre gimoteaba y me quejaba, otras personas también decían lo mismo, también que vivía suspirando, pues ahora sé que era eso, era el peso de mis emociones tratando de liberarse de alguna manera y esos sonidos eran el reflejo de ello.
En varias ocasiones cuando me sentía desbordado cogía un cuchillo y hacía cómo si me fuera a apuñalar el abdomen, que me cortaba las muñecas o me degollaba mientras daba gritos silenciosos, otras veces me asomaba al balcón y me inclinaba de manera que pudiera caer al vacío.
Cuando iba de camino de colegio a la casa y tenía que caminar, en ocasiones pasaba lento las calles deseando que un vehículo me arrollase.
Tan, cuando ya estaba en Ibagué esto se "calmó" debido al cambio que me distraía y por un año estuve "bien".
En el 2013 estando en el Santa Teresa ésto volvió aún más fuerte, la acusación de haber acosado a una compañera y todo lo que desencadenó esto empeoraron mi estado. La salida del colegio fue lo peor, mi vida a partir de ese momento se volvió una completa mierda.
Ese año me tomé medio tarro de shampoo, no pasó nah.
En el 2014 me tomé un insecticida industrial que con solo olerlo te daba dolor de cabeza, le eché aguapanela en polvo para que no supiera tan mal. Pensé que moriría pero solo me desmayé en el suelo en plena madrugada y vomité mis vidas pasadas y futuras con bilis. Le rogaba a mi abuelita que me llevara con ella.
Me le aventé varias veces a las busetas y a las volquetas.
En varias ocasiones traté de ahorcarme pero era wea se siente horrible.
Caminaba a media noche esperando que un wey me matara por robarme o violarme.
Tomé varios fármacos y comida vencida.
Me cortaba con cosas metálicas oxidadas.
Y etc...Mientras más empeoraba la depresión y ocultaba mi sed neurodivergente más compleja se volvía la vida, la convivencia, la socialización y todo.
Empecé a perder parte de mi alma en 2018.
ESTÁS LEYENDO
En la mente de Taylor Min
No FicciónSi estás aquí es porque deseas conocer la mente y vida de una persona suicida, no como "un suicida más", sino por comprender lo que lleva a una persona a tomar esta decisión tan tabú y polémica. No me sentiré tan solo si ustedes me acompañan. Quizá...