O37

1.7K 217 73
                                    

La rubia corría por toda la mansión, con una sonrisa divertida adornando sus suaves labios. El sudor caía de su frente, pero poco le importaba. Ella solo continuaba asomándose por debajo de las camas y los rincones de la mansión con pequeñas risas.

—¿Dónde están esos cachorros sabrosos?—Enid abrió los cajoneros de la cocina.—¡Es la hora de mi cena!—Habló con un tono molesto falso y juguetón, cerrando bruscamente los cajones.

Sin usar toda su fuerza claro; las cosas cuestan. Y ahora, este tiempo, era su propia responsabilidad encargarse de cuidar la casa junto a Wednesday.

Enid antes había jugado con sus primos cachorros a diversos juegos. Y claro, no podía faltar a clásico juego que ella era un lobo que sucumbió ante la locura de la licantropía y deseaba alimentarse de pequeños cachorritos. Así que los cachorros, jugaban al papel de esconderse y tratar de no ser encontrados por el lobo perdido ante su identidad.

Se podría decir que eran algo como las escondidas. Pero, con un poco de su cultura de licantropía dándole el toque. Y no cabía duda de que, a Wednesday y a sus cachorros les gustaba el juego.

Bueno, Addams. Siempre atraídos ante los juegos no tan amigables y gratificantes.

Regresando a la partida de las escondidas licántropas; nunca faltaba alguno de sus primos en ser encontrado por ella. Enid se siente orgullosa consigo misma ante sus agudos oídos. Pero ahora, siendo sincera; tenía bastante sin jugar una partida tan larga.

No por nada eran hijos de Wednesday.

—Pequeños cachorros lindos, salgan de su escondite.—Exclamó con falsa malicia y se tumbó para ver por debajo del sofá que había estado rasguñando. (de juego, obviamente.) Aunque a Wednesday no parecía importarle que dañará las cosas.

— ¡Esta loba los quiere ver!—De sus labios salió un falso gruñido, agitando sus manos que tenían sus garras de fuera.

Su nariz pico y trató de encontrar el aroma de sus cachorros. Pero ningún olor de sus tres hijos vino a ella. En el fondo, hubo una pequeña inquietud al no saber dónde podían estar. A pesar de que, sabía perfectamente que solo era un juego.

En la mayoría de las veces, podía ser muy apegada con sus cachorros y un instinto sobreprotector. Analizando un poco (bastante) por dónde andaban, en qué y por qué.

Ahora entendía a su madre siendo, bueno, madre.

Ya como persona, complicado.

Enid solo bajo la mirada.

A pesar de que intentaba entenderla a veces, nunca llegaron a un acuerdo mutuo. Por ahora eran y son; unas simples desconocidas. Todo gracias a las "extravagantes" ideas de su madre.

Ella agito la cabeza de un lado a otro, tratando de esfumar pensamientos sobre su madre y la relación complicada que actualmente mantenían. Sabía perfectamente que no tenía sentido divagar sobre asuntos que no merecían su tiempo.

Y gracias a pequeñas pisaditas que faltaron sus agudos oidos, volvió al presente.

Ahí está.

Saco sus garras pintadas de extravagantes colores, pero desgastada su pintura. A decir verdad, Wednesday y ella no habían tenido mucho tiempo para cuidar su imagen.

Ya tenía a su objetivo acorralado y sabía quién de los tres cachorros, era.

Raspó con cuidado el sofá, exponiendo sus garras y dando cada paso más a la chimenea, poniendo esmero a su papel en el juego.

A su mente, vino un vago recuerdo de aquella vez dónde tuvo un arrebato por Ajax, dañando un carro por sus garras.

Sus manos apretaron un poco el sofá, luciendo algo deprimida.

¿Puppies? - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora