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El limbo de almas, cerca del inframundo, no es su lugar favorito para visitar. Detesta el olor del azufre, por muy irónico que parezca. El ruido constante de lamentaciones de almas en pena, y el papeleo que los subordinados tienen regado por todos lados para aquellos que esperan su sentencia definitiva es... desesperante.

Las oficinas en este lado del inframundo son un caos, encontrar al jefe de esta área siempre es un problema, pero no se rinde y aprovechando su alto rango como Ángel de la Muerte; sobre pasa todas las formalidades y va directo al grano, entrando a la oficina de los superiores del limbo de almas.

- Que sorpresiva su visita Ángel 25, ¿A qué debemos el honor de su presencia?

-Busco un alma en pena, de nombre Kim Miyeon - La seriedad en sus palabras se ha vuelto tan característico de él, no hay manera de sacarle una sonrisa a ese hombre, o alguna broma amarga de su boca.

Los subordinados del jefe buscan entre el incesante papeleo, encontrando el papel que tanta necesidad tiene Yoongi de ver, hasta sus manos hormiguean por la desesperación.

- En efecto, está en el limbo de almas en pena, pecó de abandono. ¿Por qué tanto interés en un alma tan pobre?

Yoongi no responde, simplemente lee el documento con el nombre de aquella mujer, efectivamente se trata de la difunta madre de Jimin. En su foto puede verse cierto parecido, pero no deja de ser una mujer despreciable. Se ve en aquellos afilados ojos que la mujer fue una despiadada en sus tiempos de gloria, en la sonrisa sarcástica de la foto en su hoja de vida. Como desearía poder haberle borrado ese rostro lleno de orgullo a golpes. Los demás ángeles de baja categoría que está presentes esperan una respuesta de aquel ángel de alto rango, pero Yoongi solo guarda el papeleo para sí mismo y pregunta una última vez.

- ¿En qué área está?

El hombre tras el escritorio se ríe de su pregunta, pero Yoongi no piensa rebajarse a su nivel de inmadurez.

- Lamento informarte, ángel 25, que la mujer que buscas está mezclada con todas esas almas en lo más profundo del inframundo.

- Tú bien sabes que detesto entrar ahí. - Es verdad, el olor es insoportable, y el ardor que se siente en los pisos y paredes de carbón incendiado en azufre es horrible. Yoongi regresa al área principal, su área específicamente, y usará a algún pasante para que haga el trabajo sucio por él.

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Yoongi espera pacientemente en uno de los sillones de su antigua oficina, aquella que solo usa una vez al mes para terminar el papeleo necesario que se necesita en el inframundo, específicamente sus tratos con el "paraíso celestial" para eliminar a los pecadores que solo ensucian el mundo con sus acciones. Un pasante, deseoso de convertirse en ángel de la muerte, trae a la mujer que permaneció retenida en las entrañas del infierno. Sus ojos están cubiertos por una tela negra, y su ropa con la cual fue enterrada por sus familias permanece intacta, con una que otra mancha de carbón por el lugar en donde estuvo.

Yoongi solo señala el sillón frente a él, dejando que el pasante la deje sobre este y se retire para seguir con sus prácticas. 

- ¿Dónde estoy? - Pregunta la mujer, aún con sus ojos cubiertos y sus manos atadas.

- No tienes el privilegio de saberlo, agradece que te saqué por unos minutos del sufrimiento que tu mente hacía para atormentarte.

- ¿Por qué se repite? ¿Por qué ese recuerdo me atormenta?

Yoongi ahora si se está riendo, riendo de una forma amarga y casi tenebrosa que hacen a la desgraciada mujer temblar. Todavía se lo pregunta, piensa Yoongi, pues esa desgraciada se cree con el derecho de "descansar en paz"

- ¿En verdad crees tener el derecho para que tus acciones te dejen en paz? Eres un alma igual de podrida que el consumismo y el privilegio que en vida poseías. No pareció importarte en ese entonces haber abandonado a tu hijo por dinero.

La mujer se ha tragado sus palabras, quedando así con una apariencia pálida y helada.

- Déjame explicarte algo... Kim Miyeon. Por si no te has dado cuenta todavía, estas en el bendito infierno. Pecaste en tus años terrenales, y ahora estás condenada a revivir ese recuerdo una y otra vez, como un bucle durante la eternidad.

¿Esa mujer realmente está llorando? 

- Por favor... yo no quería abandonarlo, no tenía otra opción.

Ahora si siente que la sangre le hierve del coraje, algo prácticamente imposible cuando se trata de un ángel de su rango. El ruido estruendoso de su mano golpeando el rostro de esa mujer le devuelven la calma, y está orgulloso de ver ese rostro con la marca rojiza de su mano.

- No me hagas reír, claro que tenías otra opción. Vaya que dejar solo al señor Park fue muy despreciable de tu parte.

- ¡Él podía cuidarlo mejor que yo! - Otro golpe se hace presente, y Yoongi ha encontrado un nuevo pasatiempo realmente placentero. Golpear a esa descarada en la cara.

- ¡MINNIE SE ESTABA MURIENDO DE HAMBRE, APENAS Y PESABA UNOS CUANTOS KILOS!

- ¡Pero tenía amor!

- ¡¿Y CREES QUE ESO ERA SUFICIENTE?!

Hay algo en su ser que le incita a patearla en las costillas con sus costosos zapatos de charol, pero no piensa arruinarlos de una sangre tan asquerosa como la de aquella mujer.

Ya no tiene por qué perder su tiempo con ella, mucho menos darle el privilegio de seguir hablando con él y descansar de aquel bucle tormentoso. Grita desesperado al pasante que ha traído a la mujer, ordenando con autoridad que se le aplique el peor de los castigos del inframundo.

- Pe-pero, Señor ángel 25, no tenemos autorización sobre eso.

- No te pregunte que se podía hacer y que no, ¡Te di una orden!

El alma joven asiente con una pequeña reverencia, y comienza su trabajo de llevarse a la mujer a los peores castigos que existen en el infierno. Es su lugar favorito, precisamente donde las mentes más criminales que alguna vez gozaron de la existencia en la tierra reciben su castigo eterno. Un lugar donde te ahogas con tus lamentos, donde tu cuerpo duele de maneras inimaginables, puedes sentir tu piel quemarse y tus lagrimas arder sobre tu rostro, además de que la soledad y el encierro juegan su papel en hacerte recordar ese pecado tormentoso que cometiste cuando aún vivías. Yoongi se ríe internamente, pero la felicidad no le dura mucho cuando la mujer vuelve a hablar.

- ¿Cuál es su nombre?

- No te daré ese gusto, no tienes derecho a saberlo.

- No sé cómo se llama... no sé qué nombre escogió Park para él.

Vaya que ha sido una mala madre, una desgraciada. No saber el nombre de tu propio hijo, de aquel a quién cargó consigo y dio a luz a un sucio y cruel mundo.

- Su nombre es Jimin. Y ahora me pertenece.

Y antes de que aquella mujer pueda seguir hablando, Yoongi ya ha cerrado la puerta con fuerza, haciendo retumbar a los presentes de afuera.




Angel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora