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El mundo se ve tan lúgubre el día de hoy. El cielo se a vuelto gris y algo de lluvia rocía las ventanas.

Su cuerpo sigue temblando en fiebre, y no tiene fuerzas para levantarse. Algo no está bien con él, la incertidumbre, el estrés de la ignorancia parece consumirle, como si algo pesado aplastara su ser.

Su padre Yoongi regresa de su pequeña visita de negocios y quiere levantarse para abrazarlo como siempre lo hace, pero una pesades en su cuerpo y el mareo constante del punzar de su cabeza no lo dejan avanzar.

-Minnie, ¿qué tienes?.- Aunque Min Yoongi siempre a sido alguien muy serio en sus palabras, Jimin nota el tono de preocupación en cada una de ellas. Ah aprendido con el tiempo a descifrarlas, a entender sus pequeños gestos que le causan ternura y aprecio. Niega con la cabeza lentamente, buscando algo para tapar sus ojos de las luces brillantes de los edificios. No siempre se siente como padre e hijo en ese departamento, ambos son jóvenes y vivir en un barrio de ocio provocaría a cualquiera. Todo es ruidoso y brillante, mas cuando los fines de semana hacen acto de presencia y todos se amontonan en callejones.

Agradece con una mirada que Yoongi haya cerrado la ventana y bajado las persianas, además de apagar las luces y dejar simplemente el brillo de la televisión encendida.

No sabe que pasa con exactitud, con su sentir.

- Me duele todo...- susurra con voz ronca, buscando despacio una manta sobre el respaldo del sillón, siente demasiado frío pero su cuerpo esta ardiendo. Yoongi puede sentirlo, como si sus ojos parecieran delirar. Toca su frente con suavidad, alarmándose cuando el calor corporal de Jimin se siente arder en su piel. Corre desesperado al baño de Jimin, abriendo la llave de agua helada para que la tina se llene.

Jimin ya esta medio inconsciente, pero aún puede sentir como Yoongi lo lleva cargando hasta la habitación, retira con desespero su ropa, una por una. A perdido toda razón, y se aferra con las pocas fuerzas que tiene al cuerpo fuerte y pálido que solo Yoongi posee. Esconderse en su cuello, deseoso de morder esa vena punzante que recorre su anatomía, sería como probar el pecado.

-Ji-jimin... no estas bien.

Hay nerviosismo en sus palabras, puede sentirlas en todo su cuerpo, pero no quiere detenerse a pensar en eso, no cuando le mira como una tentación; con deseo.

Su cabeza aún duele, pero aquellos labios rosáceos se ven deliciosos. Hay tanto deseo en probarlos, tantas ansias de hundirse en un abrazo.
Yoongi lo nota también, pero está aterrado de dejarse llevar por sus impulsos, por su deseo mutuo.

-Perdóname minnie...- susurra el Ángel, cubriendo los ojos de su amado para nuevamente provocarlo un sueño profundo del que espera despierte sintiéndose mejor de salud.- No puedo cumplir todos tus deseos, no todavía.- le dice a la inconsciencia, llevando su cuerpo al baño helado que bajará su temperatura.

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Yoongi se a mantenido fiel a su palabra. Jimin se encuentra descansando plácidamente en su cama, con una compresa con hielos en su frente y unos parches fríos en la planta de sus pies.

A llamado a un doctor también, quien le a explicado que los padecimientos de Minnie se deben al estrés. Olvidaba completamente las reacciones del cuerpo humano ante aquellos padecimientos mentales. Es tan ciego que no se dio cuenta de las señales, las porciones pequeñas de comida, el cansancio y el insomnio.

Le han dejado vitaminas y medicamentos controlados para el sueño pre-escritos en la receta médica, solo espera a que la lluvia disminuya un poco para ir corriendo en la farmacia.
Su teléfono personal suena sobre la mesita de centro, en la sala, y contesta deprisa cuando el nombre de NamJoon aparece en la pantalla.

Angel de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora