No supo en qué momento todo sucedió, no tuvo la consciencia de su propia humanidad hasta el momento en que el gran edificio que sobresalía por todo Nueva York estuvo frente a sus ojos, teniéndole a él de pie, en el edificio alterno. No quiso proseguir, por unos segundos, cargando con dos de sus brazos extras la lanza que accionaría todo, volteando a su derecha al ente que le acompañaba; Adrian Toomes. Le miró, sin expresión alguna y aun así pudo entenderle, tomándole por los hombros para alzarse en vuelo lanzando a su persona antes de llegar a la cima, obligándole a escalar con dos de sus brazos extras tomando entre los restantes la máquina, lo que cambiaría el mundo entero, todo aquello que una vez soñó, la paz de un mundo donde su persona no era necesitada más que como un vago recuerdo, eso era lo que Octavio deseaba crear.
No supo cuánto tiempo había pasado, no pudo recordar la última conversación que tuvo con su familia debido al mes que se mantuvo en la lejanía con la misión de ayudarles a sobrevivir en un mundo el cual él avecinaba.
Una vez que llegó a la cima del edificio todo se nubló. Su pensamiento, su sentir, su juicio, todo lo que constituía a Octavio Ions había abandonado su cuerpo mirándose en la cima del mundo mientras iba posicionando la máquina que como una lanza fungiría, la máquina que le trajo a la realidad en el momento en que algunas chispas salieron, estragos de una traición. Se quejó al sentir las mismas chocar contra uno de sus pómulos obligando a su persona a alejarse, mirando, inevitablemente, hacia el horizonte, clavando sus cristales resecos en la dirección donde su amor ahondaba, donde se podía refugiar cuando la moral le ganaba, el hogar que le abrazó, la familia que tanto deseó. La miró desde arriba, pero sabía perfectamente que su caída estaba profetizada, aun así, batalló, lanzándose al campo de guerra a arreglar el artefacto que traería paz a un mundo sin héroes dignos de la tranquilidad de aquella noche en la cima del Empire State... Mientras lo hacía, ocupando todas sus extremidades, pequeños vistazos a la ciudad a su espalda dio. Arrepentido, pensó que ese era el sentir, pero como las estrellas encima de él se perdió entre pensamientos.La balanza de la vida llegaba a golpear una vez más a Peter Parker, un joven con el futuro tan brillante digno sucesor de quienes habían pavimentado su camino, balanceándose entre la consciencia y el cansancio mientras en sus brazos el cuerpo del cazador, que una vez le destruyó, yacía tan impaciente como su propia persona. Tratando de mantenerse alerta en cada balanceo su mirada enfocó hacia el frente, tratando, muy a su pesar, de ignorar a los criminales que a sus pies estaban creando el infierno que no había logrado evitar. Había fallado, en sus hombros lo sentía, pero no importaba, no lo hacía porque no podía hacer nada con ello en esos momentos, porque solo fungiría como el motor de una vida llena de tragedia y arrepentimientos, pero, era tan sólido que su portador nunca titubeó, mirando siempre hacia adelante mientras los gritos de agonía se iban transformando en gritos de ánimos.
La vida, esa noche, los juntaría en el mismo lugar, en la hora adecuada y no sabía si estaba listo para afrontar a la persona que en la torre se hallaba.Ajustes, movimientos, gestos con la muñeca y con los tentáculos que sostenían cada pieza metálica, así fue como Octavio Ions se mantuvo durante los minutos más largos de su vida, mirando minuciosamente cada rincón del metal que propulsaría la señal y el ácido que curaría la debilidad de la raza humana. Tan sumergido estaba en su trabajo que el arribo de una nueva persona inesperada a su espalda pasó desapercibido, tecleando una y otra vez en la pequeña pantalla mientras los cuatro brazos extras trataban, con delicadeza inhumana, de arreglar la máquina. La presencia siguió en las sombras. Hasta que las manos del científico fueron inmovilizadas sintiendo la lejanía del teclado en cuanto un líquido le rodeo por completo las muñecas obligándole, por fin, a voltear a su espalda. "Doctor..." Agitado, con el mundo en sus hombros, la voz de Peter le llamó. "Por favor, detenga esto, no es demasiado tarde." Insistente soltó las telarañas invitándole a, al igual que él, confiar en la persona que tenía delante. "¿Por qué?" Con sensatez la respuesta de Octavio llegó como pregunta quitando de a poco la telaraña que sus manos cubrían con los tentáculos, enfrentando al hombre en traje que, a diferencia del suyo, parecía traer paz a la persona debajo del mismo. "Las cosas no se hacen así, Doctor Ions. El supuesto equilibro que está buscando o la evolución que tanto proclama nunca vendrá de manos que busquen la superioridad..." Peter le miró, esperanzado aún de ver al hombre que en un punto de su vida llegó como la constante que tanto necesitaba, un aro de luz que le iluminaba en sus peores momentos en donde decir poco era lo requerido, nunca dejándole solo. Ese hombre ahora estaba frente a él, por un segundo, pese a que sus vestimentas no lo hicieran reconocible. Con un abrigo en tonos grises adornando su cuerpo por completo, debajo de este, como cualquier otro civil, un suéter verde pino y un pantalón negro junto a su calzado que no resaltaba nada en particular, toda la vestimenta representaba la posible salvación de un hombre que, a ojos que no fueran de Peter, se había perdido en lo absoluto. "Su pensamiento no va mal encaminado, pero las maneras con las que trata de conseguirlo es lo que no se puede permitir." Ninguno de los dos se movió, expectantes ante todo de lo que el otro haría. "Por favor. Nunca es demasiado tarde." Culminó Peter descansando sus hombros, cerrando sus ojos y respirando para dejar el destino de ambos en las manos de la vida. "Pensé que habías muerto." Sin darle tiempo a reaccionar Octavio lanzó uno de sus brazos robóticos aprisionando al vigilante por la parte de su torso, abrazando en su totalidad el tórax con las patas que se clavaban en la espalda, mientras el prisionero tomaba entre sus manos el tronco de la extremidad forcejeando para comprar su libertad. "Ahora, sinceramente, no sé qué pensar... Solo." El tentáculo demostró su longitud alejando al arácnido de la plataforma para que el aire de la posible caída le abrazase. "Solo sé que no me puedo detener... no ahora." Acto seguido soltó al arácnido quien lanzó una telaraña al pecho del científico arrastrándolo junto a él hasta donde los primeros cristales del edificio hicieron presencia, cayendo, ambos, de manera estrepitosa contra la plataforma de metal, ambos en libertad.
El cansancio, la pesadez de una vida correcta, las heridas de una batalla no importaron más para el joven Parker que lentamente colocó su mano diestra contra el metal levantando su torso, así como estiraba a un costado su pierna izquierda, levantando ligeramente su cuerpo para ver a quien sería su contrincante, a quien deseó nunca enfrentar, a quien no pudo evitar su caída. "Por favor." Musitó Peter mientras Octavio, ayudado por sus brazos metálicos, se fue levantando, quedando con el cuerpo suspendido unos cuantos centímetros en el aire. "No." Le respondió antes de atacar consecutivamente con sus brazos extras obligando al arácnido a retroceder con piruetas hacia su espalda, hasta que la cantidad le terminó por ganar sintiendo un nuevo aprisionamiento de torso con un tentáculo listo para dar un golpe directo en el rostro. "Ya tuviste tu oportunidad." Una tercera voz se unió al encuentro en cuanto se visualizó, a la persona dueña de ésta, impulsándose con un propulsor en su espalda para llegar a la plataforma donde alumno y maestro batallaban, liberando al primero en cuanto sus garras de metal cortaron los tentáculos, recetando una patada en el pecho del doctor que retrocedió dando el tiempo suficiente a los otros para observar como la nanotecnología caía al piso antes de regresar de inmediato a los brazos de donde pertenecían. "Lo tenía controlado." Musitó el arácnido una vez que cayó al metal de rodillas dándose el tiempo necesario de respirar antes de levantarse por completo. "¿En serio?" Fue el turno de Octavio de hablar impactado por la alianza que frente a él había. "Es el último que pensé con el que te unirías. Sabiendo lo que te hizo." Con más saber en sus palabras Peter observó ahora con sorpresa a quien consideró su maestro. "No hay nada más que desprecie que un hombre llorando una perdida que aún no ha pasado. Un espécimen realmente patético." Kraven habló haciendo su presencia más notoria antes de verse cara a cara a la figura todavía suspendida en el aire gracias a las cuatro extremidades. "Haz tus cosas, yo me encargo." Volvió a hablar Kraven dirigiéndose a quien en su espalda se hallaba, aquel que respondió con un salto comenzando a escalar por la estructura circular utilizando por último sus telarañas. "¡¿A dónde vas?!" Bramó Octavio escalando el mismo metal con sus brazos no siendo consciente del cazador que, sin contenerse, en un salto le tomó por una pierna regresándole a la plataforma, aprovechando la caída para contraatacar sujetando al cazador de igual manera, estrellándole contra la estructura de acero.
Se levantaron, decididos a cumplir su misión, uno con las garras en sus manos comenzando las zapadas de carácter animal, ataques repelidos por un Octavio con superioridad numérica, terminando por lanzar a Kraven fuera de la circular plataforma iniciando una carrera hacia la cima donde, al igual, sin escatimar en daños tomó al arácnido de las piernas, aprovechándose de su desgastado ser que a duras penas reaccionaba, para mandarle a volar así como al cazador. "Lo siento." Musitó el científico antes de colocarse frente a la pantalla del lanzador sin prevenir el arribo del arácnido una vez que la telaraña le hizo posible darle la vuelta entera a la estructura, como un péndulo, impactando sus pies con el pecho de Octavio para caer por debajo de la plataforma que había presenciado su primer encuentro, donde las nubes parecían ser sus acompañantes, manteniendo, el arácnido, sus extremidades encima de la anatomía maligna para caer juntos. Ahí cayeron, siendo Ions quien empujase al arácnido para evitar un impacto contra el concreto del edificio, utilizando las ventanas a un lado para reducir el daño de su caída, aun así, solo el vigilante pudo salir ileso utilizando su telaraña para quedar a mitad de camino mientras que el ente de ocho brazos aterrizaba rodando, mirando, inmediatamente, hacia arriba en búsqueda del héroe, iniciando su escalado. Pero, entonces, la tercera figura volvió a aparecer, regresándole al primer escalón de la cima del Empire State. "¡Esto no tiene nada que ver contigo!" Enfurecido Octavio le gritó al cazador iniciando un segundo duelo delante los ojos del vigilante de Nueva York, desgastado, respirando agitado al reunir las pocas fuerzas que le quedaban para ir escalando. "Aquellos de mente débil no serán capaces de tomar las decisiones difíciles. La debilidad de un corazón corrompido solo trae caos al ciclo natural de la vida." Habló Kraven una vez que se sintió lejos del científico, olvidándose de las garras para utilizar las ultimas plumas que quedaban del propulsor como espadas. "No hay nadie mejor que uno mismo para proteger lo sagrado." Continuó Kraven apuntando una de las filosas hacia el ente de verde. "¿Y tú qué vas a saber?" Respondió Octavio antes de arremeter contra él, sujetando sus muñecas para lanzarle a un costado, destruyendo algunas ventanas, iniciando un nuevo recorrido por los cristales intactos, escalando con el corazón a mil, la vista borrosa, pero enfocada en la figura del hombre araña. Ente que escalaba a paso veloz, llegando al lado de la máquina para tratar de buscar una solución en la cual la explosión no fuese el detonante de la catástrofe. "¿Cómo puedo...?" Preguntaba Peter a si mismo mientras iba tecleando comandos genéricos para apagar un aparato, todo hasta que sus manos fueron sujetadas por tentáculos, imposibilitando el uso de sus lanzaredes al cubrirle por completo la muñeca, despojando a su persona de la posibilidad de un final tranquilo. "Estoy realmente herido ¿Sabes?" La voz de Octavio se hizo presente tomando el lugar que antes ocupaba el arácnido pisando la plataforma metálica, mientras colocaba al enmascarado en el aire, a los pies del vacío. "Por un momento pensé que te había fallado." Con tristeza bajó su rostro. "Pensé que todo lo que había hecho no había valido para nada, porque ya no ibas a estar ahí..." Suspiró, tratando de aguantar las lágrimas que su alma le imploraba por liberar. "Pero..." El sinsentido en su mente abundo, llevando uno de sus tentáculos al rostro del arácnido, despojando de a poco la tela, desvelando a un Peter herido, cansado del sobreesfuerzo que la vida le había exigido. Octavio le miró, dolido, pero respirando aliviado, aliviado de verle por última vez. "Lo siento, Peter..." El mencionado forcejeó mostrándose tan seguro como su antagonista, moviendo sus manos para aflojar tan firme agarre. "No te preocupes. Te entiendo, te entiendo mejor que nadie, pero no puedo permitir que interfieras... no más." Nada más dicho aquello los tentáculos en sus muñecas comenzaron a ejercer más presión, tomándole con tanta fuerza que los lanza redes chispearon avisando de su inutilidad. "¡Otto!" Gritó Peter mientras se quejaba por la fuerza ejercida tratando de contraer sus manos hacia su pecho logrando solo sentir más y más el cansancio que en su cuerpo ya se había acumulado. "Lo siento." Musitó el científico lanzando al vacío a un arácnido totalmente destrozado mirando la borrosa figura de quien una vez consideró maestro. Y cayó, cayó golpeando su pecho una y otra vez en busca de una respuesta.
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Marvel's The Spectacular Spider-man III
FanfictionEl pasado puede ser un ente malvado y aterrador, pero al mismo tiempo la fuerza que necesitas para poder levantarte ante las adversidades. ¿Cuál es el destino que Peter Parker tomará? ¿Se derrumbará como anteriormente o la justicia será su guía en t...