Parte 4- Futuro trunco.

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Las cosas nunca serían las mismas. Esa frase que ocultaba una nueva vida tras su significado era la viva representación de Octavio para cuando los días pasaron tras la muerte de su hermano, se refugió en la única familia que quedaba, abrazando su ayuda en cada iteración. Las visitaba, cada dos días, siempre pendiente de lo que podía hacer por ellas, arreglando, lo más tedioso, los asuntos fúnebres y de herencias por ellas, todo con la ayuda de sus abogados.
Esos días resultaron tediosos, pero todavía no se dignó a regresar a su propio trabajo, se tomó la libertad, agraciado por tener a dos personas como lo era su secretaria y su pasante que fungieron como sus salvadores. "La estufa por alguna razón dejó de funcionar ¿Crees que la puedas revisar, Otto? " Una nueva vida, pensó al que llamaban. "No soy ese tipo de científico, pero veré que puedo hacer." Levantándose de su silla fue cercándose al electrodoméstico dándole la espalda a la mujer de rizos castaños que tomaba el asiento que había dejado en libertad. La veía atareada, complicando su respirar cada que veía la pantalla de su celular o de su laptop, asumía, Otto, que serían por deudas que su hermano había dejado, pero, por más que quisiera ayudar decidió callar. "¿Cómo va Mary con su proyecto para la feria de ciencias?" Preguntó rompiendo el ambiente el hombre, dando la espalda aún. "¿Eh?... Ah, su proyecto... Va bien, creo que ya casi lo termina." Callando ambos solo se pudo percibir el golpeteo constante contra la madera que ejercía el pie de la única mujer en la habitación. Miraba tan atenta a la pantalla del aparato electrónico que Otto juraba terminaría por succionarla a una dimensión paralela. "¿Qué te preocupa?" Decidió por fin ahondar en el asunto regresando su mirar a la estufa. "¿Eh? Nada, nada..." Reacia le respondió. "Alice."
"Es solo que el pago del seguro de vida no llegará en una semana y esta semana se vencen muchas cosas, la colegiatura, la casa... Debo ir replanteando todo." La frustración en la mujer se notó a leguas, culminando con un bufido que terminó por dejarlo en claro. "Si necesitas dinero te puedo pres—"
"No, no me sentiría cómoda con eso, Otto."
"No hagas que Humberto me cace en sueños, por favor." Agregó el hombre jocoso provocando una pequeña risa en su acompañante. "Te lo devolveré." Aseguró la castaña. "No hace falta, somos familia." Durante el tiempo que la plática transcurrió las manos adiestradas en sustancias del científico se convirtieron en torpes ante el desconocimiento de aquel electrodoméstico, negando una y otra vez para al final soltar "La reparación de la estufa va por mi ¿Quieres ordenar para cenar?"
Esos últimos días fueron los más dulces tras la amargura. Se había envuelto en el manto que su única familia le podía ofrecer, visitándoles, hablando con ellas, ayudando en las tareas del hogar que su hermano dejó inconclusas. Sentía que estaba haciendo lo correcto, que después de tres años sin ningún propósito más que sobrevivir tenía la oportunidad de enderezar su camino.
La luna llegó abrazando a los suburbios de Nueva York, incluyendo la casa donde tres personas calladas comían la cena que hacía minutos llegó a su mesa. Una joven mujer ocupando la orilla de la rectangular teniendo a su madre al costado izquierdo y, al lado de su progenitora, la figura de su tío. "Entonces ¿Qué estás construyendo para la feria de ciencias?" El único hombre fue quien rompió la tensión, llevándose las miradas de las otras. "¿No te contó papá?" Confusa, con la voz ligeramente quebrada, fue la contestación. "Me contó que estabas haciendo algo demasiado inteligente para que lo comprendiera, pero hay mucha área ahí para adivinar ¿Sabes?" Rieron, todos en la sala, pese a la amargura del recuerdo. "Estoy haciendo un molino que funciona a base de hebras que gracias a la tensión puede girar constantemente, creando energía, poca, pero la suficiente para encender una bombilla... Ahora, esa es la parte teórica. "
"¿Y la practica?" Preguntó enseguida el científico recibiendo una expresión como respuesta. Inflando sus mejillas mientras empujaba sus labios hacia adelante, dejando salir de a poco un largo suspiro. "Si, bueno, no ganaré en premio nobel, eso está claro." Bajando la mirada hacia su comida volvió a hacer que la boca se llenara del alimento presintiendo que eso sería todo de la conversación que ni siquiera ella misma se consideraba experta en. "¿No has logrado la tensión necesaria o es un error de construcción?"
"No lo sé. Da un par de vueltas, pero entonces el hilo se comienza a atascar."
"¿Probaste con imitar la función de una máquina de coser?"
"No, no funcionaría, porque debe haber una parte donde las hebras comiencen y acaben, eso solo generaría más residuo."
"Entonces ¿Por qué no hacerla en forma de rueda?"
"¿De rueda?"
"Sí, como las más antiguas."
"No no, no tengo la fuerza suficiente como para echarla a andar, mucho menos para construirl—"
"Podría ayudarte." La última sentencia del científico, un par de palabras mientras una sonrisa se vislumbraba en su rostro ante la mirada de la madre que, a diferencia del hombre, esta sonreía abiertamente. Por primera vez en la última semana podía regresar a ese ambiente tan dulce y hogareño, no con su esposo, pero con su familia. Su hija, diferendo de su progenitora, se mantuvo estoica ante el fracaso de su proyecto, no notando lo que realmente pasaba. "Pero, sería construirla de nuevo y solo quedan dos semanas, no puedo hacerlo en dos semanas." Protestó llevando un nuevo bocado para ingerir. "Tengo un par de semanas libres ¿Qué dices?"
"Bueno, si quieres, pero no me gustaría desperdiciar tu tiempo, tío Otto." La ternura invadió a los adultos tras sus palabras de preocupación. Tenía 16 años y a ojos de ambos seguía siendo un infante que requería toda la atención del mundo. "No veo que ayudar a mi sobrina sea un desperdicio."

Marvel's The Spectacular Spider-man IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora