Parte 22- Futuro.

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Antes de moverse de año, de dar una vuelta a la página de una atormentada novel, Peter tuvo varias cosas que hacer para cuando su traje pudo portar, la primera siendo su visita a su antiguo mentor. La segunda, días después de la visita, llegó en forma de los eventos que menos le gustaba; un funeral.
Ese día lunes se celebraba una de las perdidas más grandes para el cuerpo de policía de la gran metrópolis. Ese día se despedían y agradecían la valentía de George Stacy junto a cadetes que habían caído a su lado. Ese día sus cercanos y la ciudad lloraban por la perdida, por el abandono de grandes seres humanos.
Entre tantos llantos se encontraba, en el centro de la acción, una familia, una que ya no sería como antes, con dos mujeres abrazándose mientras se aferraban a la ropa de la otra. Una de mayor edad castaña y otra rubia, de menor edad, inclusive más joven que Peter Parker. Lloraban, se arrepentían, pero, sobre todo, honraban la memoria de quien había sido tan importante en sus vidas mientras a lo lejos una figura en rojo y azul observaba todo desde la comodidad de un árbol, empapándose con la melancolía y la culpa de ser la razón de aquella despedida, pero entendiendo la peligrosidad de sus áreas de trabajo, aun así, Peter no pudo evitar que el único líquido que manchara su mascara fuese el agua de la lluvia.
Esperó paciente, dejando llorara a toda persona que lo necesitase, ahogando un suspiro cuando la fuerza armada lanzó disparos al aire en su honor. Pese a todo esperó. Inclusive cuando la lluvia cesó, el siguió en el árbol. Cuando las personas se iban disipando, cuando ya no quedaban más que la familia afectada junto a lo que parecía ser otra con la que eran cercanas, solo así el arácnido se atrevió a salir de su escondite, totalmente empapado en agua salada. Avanzó, sin titubear, colocándose a espaldas de las dos familias que desoladas miraban la última cama del ser llamado George Stacy. "Disculpen." La voz del arácnido, así como su caminar, no flaqueo, resonando en las cinco personas que había frente a él. "Hombre araña." De entre todas reconoció a la perfección una de las voces, proveniente del único adulto masculino entre las familias, solo todos voltearon a verlo. "¿Qué haces aquí?" Peter había olvidado lo que se sentía escuchar la rabia hacia su persona, el repudio de un ciudadano que tenía un odio genuino hacia él, y ese día lo redescubrió cuando la chica más joven, la rubia, se dirigió a su persona. "Gwen." Escuchó a quien parecía ser su madre llamarle la atención. "Sé que puede no ser el mejor momento, pero estuve ahí cuando el capitán Stacy aún estaba consciente." Sabía que el tacto no era su más grande fuerte, pero en esa situación también reconocía que debía ser franco. "Él me dijo..." Por un momento, al observar a la rubia que abrazaba el brazo de su madre, a su cabeza se le vino el instante en que la vida de sus tíos estuvo en sus manos. "Que te dijera, Gwendolyn, que estaba orgulloso de ti, que sabía que lograrías todo lo que te propusieras." No era su intención agregar palabras que del hombre en velo salieron, pero los ojos de la chica pedían a gritos lo que una vez Peter quiso escuchar. "Porque eres su hija." Concluyó haciendo rodar más llanto de quien había estado llorando la pérdida irreparable de un padre. "Que las ama, aunque estoy seguro de que eso es lo que menos dudan." A diferencia de la hija la madre se mantuvo estoica, digna de alguien que tenía que ser el nuevo sostén de una familia rota, sonriendo abiertamente al vigilante, tan cálido que en él provoco lo mismo; una sonrisa. "Perdón por no haber sido capaz de llegar a tiempo." Aún así su corazón habló, sin bajar la mirada, admitiendo la culpa que sabía perfectamente que en él recaía. "No te culpes, hijo." Musitó la madre mientras llevaba una mano al mojado hombro del héroe. "George sabía muy bien lo que significaba su trabajo." Agregó con dulzura apretando la piel fría del vigilante. "Gracias por salvarnos, estoy segura de que con eso George podrá estar tranquilo, así que no te preocupes más, hijo." La sabiduría de una vida reflejada en los ojos de avellana calmó el alma de un herido vigilante, dejando de lado las demás miradas, porque ejemplo como la de esa madre e hija rondaban por todo Nueva York. "Nos vemos después." Sin más que decir el arácnido se marchó con una sonrisa tras la máscara.
Si bien la ciudad no dejaba de llorar Peter tenía que levantarse, porque eso era lo que más necesitaban en esos momentos; alguien que les ofreciera estabilidad.

Marvel's The Spectacular Spider-man IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora