O9 | Escape

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Anya P

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Anya P. O. V.

Correr. Es algo que Matthew odiaba, pero hacia para jugar fútbol, mientras yo practicaba cualquier deporte, nunca duraba en ninguno, y eso era algo que mi papá no le agradaba. Llegué a hacer natación, intente con vóley, artes, tejer, y entre otras. Hasta que llegue a la cocina, dónde me agrado el ambiente; fue la actividad que más tiempo practique.
Aunque en realidad, la actividad que más practiqué fue cacería, papá me obligaba a ir, y gracias a ello supe varias cosas de la sobrevivencia.

—Corre, Matt, Corre —grite mientras ambos corríamos por los pasillos.

—Anya, ya no puedo —le tome del brazo para seguir corriendo. El hombre que se había dado cuenta de nuestro escape nos perseguía, mire a lo lejos una puerta, la cual, me adentre en ella, dejándome ver qué estábamos en la calle.

—Vamos, Matt, estamos cerca —dije.

Corrimos por las calles solas de aquel pueblo, hasta que llegamos a la entrada del pueblo. Ahí estaba aquella camioneta, Matt no espero mucho cuando subió. Entonces encendió la camioneta, y yo subí al asiento de copiloto. La libertad, estaba saboreando aquel éxito.

Golpes en la ventana la hizo romperse, y de ahí me tomo del cuello para sacarme del coche.

—Escapa Matt, ahora —la camioneta arranco, y de ahí yo salí por la ventana gracias a aquel hombre que se me hacía asqueroso.

—¡Anya! —el gritó que Matt soltó fue demasiado tarde, ya se encontraba alejándose del pueblo, huyendo de este sitio.

Gritos se escuchaban por parte de Bo al ver a Matt huir, me había soltado tan rápido como vio aquel amigo mío irse. Sin pensarlo mucho, me levanté del suelo para correr, tenía que perderle, y mientras él se encontraba distraído, tenía que aprovechar, un grito se escuchó, pero no preste atención. Me adentre en una casa, la cual al entrar pude ver a maniquíes de cera, eran tan reales que pensé por un momento que el pueblo en realidad si había gente, y que todos estaban a favor de esta tortura.

Subí las escaleras de la casa corriendo, para luego adentrarme a una habitación. Me apoye en la puerta, exhausta, mis lágrimas corrían por mis mejillas. Entonces escuché pasos por el pasillo, poniéndome la piel de gallina; estaba segura que era él, mire la ventana fijamente, no tendría de otra que suicidarme. Me acerque a la ventana, abrí aquella cortina para ver afuera, no había nadie afuera, pero sabía la razón.

No había nadie, porque el que estaba ahí, ahora se encontraba detrás de la puerta.

Trate de abrirla, pero estaba estancada, entonces la puerta se abrió y el miedo se apoderó de mi cuerpo. Voltee asustada hacia la puerta, esperando mi fin, pero no.

—Sigueme —la voz de él se hizo presente.

Tenía miedo, pero confiaba más en él que cualquier otra persona de este loco pueblo. Vincent me tomo de la mano para comenzar a bajar las escaleras, y entonces llegamos al sótano, dónde pude ver un gran hoyo en la pared, en dónde todo era un pasillo lleno de velas encendidas en el suelo.

—¿A dónde vamos? —pregunte, siguiéndolo de cerca. No decía nada, guardaba silencio, un silencio tortuoso al cual me daban unas inmensas ganas de hacer que volteara y me informará lo que pensaba. —Vincent, ¿a dónde me llevas? —pregunte.

Silencio. Estaba tan confundida, y él no contestaba; mire alrededor, estábamos rodeados de pasillos bajo tierra y velas encendidas.

Estoy asustada, pero no de él, y eso era algo que le hacía mantenerme de pie. Vincent se había ganado mi confianza desde la vez pasada que nos intento ayudar a escapar, y ahora se había ganado más mi confianza gracias a qué, esta vez, hoy me dejó escapar con Matt.
Aunque el escapar con Matt, no era tan verdadero; Vincent no hablaba mucho, y eso yo lo podía ver, pero está vez, pude entablar una corta pero informativa conversación.

Le había pedido ayuda para escapar, al inicio no decía ni una palabra. Lo había pensado bien, quería escapar, de eso no había duda, pero si quería escapar tenía que dejar ir primero algo que amaba, y eso era Matthew Murray, aquel chico de veinte años de piel colorida.

—Por favor, deja que mi amigo se vaya. Yo me quedaré, pero deja que él huya —mencione, tomándolo de las manos. No podía ver su rostro por aquella máscara, pero si uno de sus ojos, ya que él otro se encontraba marcado con una equis en la máscara. —Ayudame, por favor. Te lo agradeceré toda la vida.

Y ahí empezó todo lo que estaba sucediendo. Él no acepto, o bueno, no lo dijo con palabras; pero sus acciones fueron perfectas para estar enterada de que había aceptado mi petición.
Sus manos estaban acariciando las mías, la delicadeza de su tacto me hacía temblar un poco; el tacto que sentía de él era el mismo del hombre que me había destruido físicamente y mentalmente. La única diferencia era que él tenía cuidado al tocarme, sin hacer movimientos bruscos por mi seguridad, por mi bienestar.

—Vincent —llame, el me volteo a ver sin detener su caminar. —¿A dónde vamos? Tengo miedo.

No mencionó nada, solo regreso su mirada enfrente y siguió caminando. Entonces llegamos a un lugar, el cual era un tipo sótano, en el cual, al entrar, él se dió la vuelta y cubrió el hueco con lo que parecía ser una pared falsa.

—¿Dónde estamos? —pregunte confundida. Había cera en todas partes, y asientos los cuales tenían algunas cadenas y cuerdas.

Parecía como si estuviéramos en una carnicería de cera, dónde había un horno enorme en llamas. Me di la vuelta chocando con él, quien bajo la mirada para verme; me sentía pequeña enfrente de él, intimidada por el lugar y por su altura, aquel lugar me provocaba desconfianza y una mala vibra.

Una vibra pesada y oscura.

—Vincent, ¿dónde estamos? —pregunte. Ladeó la cabeza observandome fijamente, su cabello largo le cubría algunas partes de su máscara.

El silencio reino, y su mirada seguía fija en mi; el miedo se apoderaba aún más por cada segundo que pasaba. Entonces levantó sus manos, y cerré los ojos; de seguro todo había sido un plan y ahora me iban a asesinar al estar aquí. Al sentir su tacto en mi piel, al ser acariciada por él me sentí como si volviera a ser una niña.

En cualquier momento pensaba que me iba a atacar, pero fue todo lo contrario. Solo acariciaba mis brazos con delicadeza, haciéndome sentir pequeña en sus manos, como si tuviera el control de mí. Entonces escuché una voz raposa pero tranquila; sorprendida, abrí los ojos, viendo como él me miraba fijamente.

—¿Puedes hablar? —pregunte. El asintió con la cabeza. —¿Dónde estamos?

—En la casa de cera —responde por fin a mi pregunta, yo observe a mi alrededor de nuevo. —Escondete aquí.

Dicho eso, se dió la vuelta, para quitar aquella pared falsa para luego irse por aquel pasillo sin antes de volver a cubrirlo. Dejándome sola en aquel lugar, lugar al cual le tenía miedo por aquella vibra oscura, subí las escaleras que se encontraban en aquel lugar, dejándome llegar a dónde anteriormente había visitado, con la compañía de mi mejor amigo. Antes de que todo se fuera a la mierda.

***

Recuerden votar y comentar, eso me ayudaría mucho para seguir con la historia.

Actualmente estoy dudando mucho si siguen leyendo la novela la verdad, después de tanto tiempo de inactividad. Lo cual lo lamento mucho, y también lamento mucho el no haber actualizado anteriormente.

La verdad, me había olvidado de la contraseña, tenía la universidad, había estado en sesiones para sobrellevar mi ansiedad y depresión, y entre otras cosas. Así que, lamento lo sucedido. Actualmente seguiré actualizando, pero solo si veo el apoyo que anteriormente tenía.

Besos.

𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐑𝐓 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐗 || ᴠɪɴᴄᴇɴᴛ ꜱɪɴᴄʟᴀʀ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora