11 | Secretos

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Anya P

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Anya P. O. V.

Habían pasado semanas, y para ser sincera, nunca pensé que aquel hombre con rostro desfigurado me haría sentir tan segura. Me traía comida cada vez que podía, y eso se lo agradecía demasiado, me enseñaba el como hacía sus figuras de cera, y era muy interesante. Siempre que llegaba me la pasaba con él, le contaba cosas que me llegaron a pasar y él solo me escuchaba mientras hacía su trabajo. O luego le preguntaba cosas de ello, y el contestaba. Todo lo que decía era muy interesante; por alguna razón me gustaba pasar tiempo con él, pero eso no significaba que había dejado atrás mi objetivo.

Escapar.

Sabía que su hermano me seguía buscando en el bosque, ya que Vincent me decía cada que le preguntaba el cuando podría irme. Mire aquella figura que estaba esculpiendo, era una pequeña radio, a la cual yo me acerque un poco más, observando el como hacía cada pequeño detalle. Era sorprendente ver cómo alguien como él se encontraba ahí, y se escondía tras una máscara de cera, la cual, en este momento no tenía.

—Se rompió —fue todo lo que me dijo cuando le pregunté por ella.

Estaba segura que había sido aquel sujeto que había abusado de mi. Aquella vez que me trato de defender y el le golpeó haciendo que cayera su máscara estaba grabado en mi mente, y era por ello que pensaba que habían tenido otra discusión. Dolía ver cómo una persona tan amable y linda era controlada por alguien tan repugnante y perverso.

Desde aquella vez que vi el verdadero rostro de Vincent, no había podido dormir bien en las noches. Me inquietaba el saber el como Vincent había sobrevivido todos estos años con aquella marca que le recordaría por el resto de su vida la maldad de su hermano, porque a mí me recordaba eso. Su hermano era alguien malo, y ver aquella marca en el rostro de él, solo provocaba que sintiera rabia por aquel hombre.

—¿Estás bien? —su voz salió en un susurro, trayendo mi atención. Su color de piel del rostro se había tornado a un rojizo casi llegando a rosado. —Me ves mucho.

Entonces entendí, de seguro se había incomodado por mi culpa, por quedarme viéndolo por mucho tiempo al rostro. Sentí mis mejillas arder, lo más seguro es que estaba igual que Vincent.

—Si, yo lo siento —murmure, apartando mi vista de él. —Me preguntaba, ¿cómo pudiste sobrevivir tanto tiempo aquí?

Vincent me observo por unos segundos para luego ver aquella figura de nuevo. No sabía que pasaba por su mente, pero tenía unas inmensas ganas de saberlo, pero ¿cómo? Vincent no era alguien muy hablador, ni muy expresivo; muy apenas podía contestar lo que le preguntaba o formular preguntas hacia mi persona.

—Hace tiempo se fueron todos —comenzó. Dejo su figura por un momento, para luego dejar sus materiales; camino hacia mi, y tomo asiento a mi lado. —Hubo un error en la fábrica azucarera local, comenzó a fallar.

—¿Y no pensaron irse, ustedes? —pregunte. Él nego con la cabeza, mientras miraba mis manos; comenzaba a pensar que Vincent tenía un fetiche con ellas. Siempre las miraba. —¿Lo pensaste tú?

Mi pregunta lo hizo mirarme al rostro, dejándome ver el suyo y su cicatriz. Le tome de las manos con cuidado, haciendo pequeñas acaricias en ellas con mi dedo pulgar.

—¿Pensaste en irte? —Vincent no contesto, guardo silencio y cerro los ojos. —¿Y si vienes conmigo? —estaba loca, definitivamente.

¿Qué iba a decir mi padre si veía que llegaba a casa con un desconocido, el cual era mucho más alto que yo, y se veía de más edad, de cabello largo y mitad de su rostro desfigurado? Pero un movimiento viniendo de su parte me desconcentro, el se había movido bruscamente, me levanté de mi lugar buscando un indicio de lo que sucedía.

—¡Vincent! —los gritos se escuchaban; se estaban acercando.

Levanté la mirada hacia Vincent, quien me tomo de los brazos para empezar a llevarse a una esquina, me agache en aquel lugar, cubriéndome con mesas y una manta que él me arrojo. Vincent salió del taller. Guardé silencio tratando de no llamar la atención para que aquel hombre me descubriera.

Así era la mayoría del tiempo, escondida de aquel hombre y cuando no era así, me encontraba platicando con Vincent y haciendo alguna actividad que le obligaba hacer. Él era el más comprensible de los hermanos Sinclair, que por cierto, no sabía que se llamaban así hasta que Vincent me lo confesó.

Hermanos. Nunca tuve hermanos, no de sangre, tenía un hermanastro por parte de mi padrastro¹, pero nunca le había hablado; se suponía que cuando llegará a casa de mamá lo conocería. Una parte interior mía tenía la esperanza de que mamá y papá me estuvieran buscando por cielo, mar y tierra, y otra, que Matt hubiera llegado a un lugar seguro para contar o contactar a mi familia por ayuda.

Eso me mantenía con la esperanza arriba, sabía que en algún momento por las puertas del pueblo o de la casa de cera ingresarian oficiales armados en busca de mi libertad. Se escucharon pasos para volver, y entonces me quitaron aquella manta. Levanté la vista, encontrándome con Vincent, quien tendió su mano a mi dirección, la tomé sin pensarlo mucho, poniéndome de pie.

—Tengo trabajo —fue todo lo que me dijo para guiarme por aquel túnel bajo tierra—, te llevaré a otro lugar.

—¿No puedo ver? —pregunte confundida. Me había dejado ver como trabajaba anteriormente, y el que ahora me llevará a otro lugar a esconderme por trabajo no me agradaba mucho. —¿Vincent?

Su silencio me empezaba a poner nerviosa. ¿Y si se dieron cuenta de mi? ¿Y si ahora me llevaba directo hacia mi abusador? De manera brusca me solté, llamando su atención. Me volteo a ver fijamente, no entendía aquella emoción que estaba en su rostro, ¿era molestia?, ¿preocupación?

—Vincent, me estás empezando a asustar —confesé. El se acercó a mi, su mano fue directo hacia mi rostro, un leve tacto de su piel contra la mía me hizo cerrar los ojos.

No entendía el como funcionaba aquello; cada vez que me tocaba me sentía pequeña, vulnerable y eso me empezaba a dar miedo.

—¿Vincent? —llame. Abrí los ojos y levanté la mirada, lo observé al rostro. —¿Eres igual a ellos? —me atreví a preguntar.

No hubo ruido. No hubo palabras. Solo un silencio tortuoso, al cual me comenzaba a dar miedo; me abrace a mi misma, viendo a Vincent con preocupación. ¿Y si era un asesino? ¿Había asesinado a gente? No descarto la posibilidad de que fuera un aliado de su familia, pero, ¿hacia lo mismo que ellos? ¿Era igual a ellos? Muchas preguntas inundaban mi mente justo ahora.

No quería, rogaba que Vincent no fuera igual.

—No —fue todo lo que dijo. Tomo mi mano lentamente, entrelazando sus dedos con los míos, lo cual acepte.

Seguimos el recorrido con tranquilidad, hasta llegar a una casa.

𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐑𝐓 𝐎𝐅 𝐖𝐀𝐗 || ᴠɪɴᴄᴇɴᴛ ꜱɪɴᴄʟᴀʀ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora