Odio las rosas.

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Narrador omnisciente

Una chica de cabellos negros, caminaba apurada a su cuarto, mientras apretaba entre sus manos el borde de su suéter. También mordía su labio intentando detener el ataque de tos que estaba por darle.

Aquella chica sentía un ardor en su garganta, pecho y boca, le dolía la cabeza y parecía más pálida de lo normal. Al igual que un pequeño/gran sarpullido en su pecho y parte de su garganta.

Pero nadie se dio cuenta, pues esos pequeños cambios no se formaron de la noche a la mañana, no, esto llevaba tiempo pasando, más exactamente un par de semanas de llegar a nevermore.

Cuando la de ojos cafés oscuros llego a su cuarto entro y azotó la puerta, tan solo camino un poco para caer y dejar que aquella tos la dominará.

Aquella donde miles de rosas y flores de diferentes colores salían de su boca, todo cubierto de un líquido carmín, el cual dominaba algunas de las flores. También de su boca salían tallos espinosos, las cuales lastimaban su boca y garganta.

Merlina apretó su pecho, mientras seguía inundada en aquella tos, sintiendo las lágrimas recorrer sus mejillas y caer al suelo.

Ella sabía que era lo que pasaba y lo odiaba, detestaba el por que de las flores, de su asfixia y odiaba más que no pudiera detenerlo. Lo único que no odiabas en su totalidad era el por quien tosía rosas.

-de... Dedos.. -llamo a su amigo, apenas en un susurró-

Su compañero fue hasta ella, esperando que por fin se rindiera y al menos admitiera parte de su enfermedad.

-lla.. Llama.. A.. -la pelinegra no pudo terminar su pequeña oración pues otro ataque de tos la invadió-

Ella como podía aliviaba el dolor, pues solo había una forma de detenerlo para siempre, bueno dos. Pero ella negaba hablar con aquella persona que le causaba esto.

No por un rechazo, ella rogaba por el y que su corazón por fin sea apretado por raíces espinosas, qué la mataran lenta y dolorosamente, como ahora.

Lo que no quería era tener que hablar con esa chica, pues mostraría qué al final se enamoró, al final ella terminó perdida por la persona más feliz y colorada que conoció.

Prefería morir por aquella maldición que sus ansestros se pusieron, que tener que mostrar su voz apagada, adolorida y quebrada por toser todos esos pétalos y rosas completas.

Cuando la tos abandono a la morena, estaba busco con la mirada a su amigo, pero no lo vio, por lo que supuso que la abandono o algo parecido.

Merlina estaba por pararse y ocultar todo a su compañera de cuarto, cunado sintió todo dar vueltas, junto a un incremento de dolor de cabeza. Tan solo un minuto su vista se fue borrosa y cayó desmallada.

Unos diez minutos después llegó la mano con una loba colorida, tan solo para ver aquella escena, que para la loba tan solo logró espantarla y preocuparla.

Y bueno, quien no, al ver una chica pálida con un líquido carmesí saliendo de su boca, a su lado miles de flores, pétalos, tallos espinosos y flores completas teñidas de aquel carmín.

-¡mer! -gritó aquella loba- ¿¡qué ocurre!?, ¿¡dedos qué tiene!?

La rubia se arrodilló a un lado de su compañera para verificar que seguía respirando, y cuando lo afirmó exhalo el aire que tenía retenido.

Tomo a la morena en sus manos y la cargo a la cama de esta dejándola recostada, para luego hablar con aquella mano.

Las instrucciones de la mano, fueron exactas, hablar con la familia de merlina o la misma merlina. La ojiazul prefirió hablar con merlina, por lo que en lo que esperaba que despertará su amiga recogió el desastre.

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