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El niño no debe tener ni siquiera un año. Está helado, empapado... pero de verdad ha logrado sobrevivir.


Lo cargo en brazos, tras tocar a la mujer, haciendo que donde estaba tan solo quede una pequeña cala. Tengo entendido que los humanos entierran a sus difuntos y les obsequian con flores. Supongo que transformar el recuerdo de esta mujer en una flor es lo más parecido que puedo hacer.


Con rapidez pero tranquilo, me dirijo al interior del bosque, y allí pido ayuda a los gorriones y petirrojos que no están ocupados para que hagan un nido en el suelo. Dejo ahí al bebé, y lo observo, sentándome en la hierba con las piernas cruzadas.

¿Qué debería hacer? Los humanos viven bastante lejos, de hecho, no tengo ni idea de cómo han podido llegar hasta aquí. Además, sé por la última vez que me acerqué a la linde del bosque, que ahora mismo hay una guerra. No puedo devolverlo al lugar del que viene.


Un estremecimiento del bebé me llama la atención, y le quito la ropa empapada, para cogerlo en brazos y dirigir algunos suaves rayos solares hacia él. Una vez está seco, hago lo mismo con la ropa, manteniéndolo en mi regazo y aumentando mi temperatura corporal para que deje de tener frío.


Antes de poder volver a ponerle la ropa, empieza a despertar, y lo miro con curiosidad. Lo cierto es que es la primera vez que veo un bebé humano tan de cerca. Tiene un aroma agradable, y su piel es muy suave y rosadita. Sonrío una vez abre los ojos, y veo que son de un bonito color verde, semejante al de la hierba sobre la que estamos. Me mira fijamente durante unos instantes, y me siento emocionado, es una criatura tan bonita y...


Me asusta su llanto repentino, y me sorprende la fuerza con la que puede llorar. Me levanto con él todavía en brazos, sin saber qué hacer, y miro hacia todos lados. Algunos pájaros también se han asustado, y algunos conejos se han acercado curiosos. Me muerdo un labio, también es la primera vez que oigo el llanto de un bebé, ¡no es agradable!


-¡Dejad de mirar y ayudadme!-Exclamo, mirando a algunos de los animales que nos miran-¿Qué se supone que debo hacer?


El niño solo llora más fuerte, y yo lo muevo un poco sin saber qué le pasa. ¡Parece estar sufriendo por algo! Aunque ahora que lo pienso, se asemeja al llanto de los lobeznos cuando se pierden. Ladeo la cabeza y lo estrecho más contra mi pecho, recordando cómo se calman los cachorros cuando su madre los encuentra y los lame. Imito el ronroneo de los gatos monteses, de nuevo aumento mi temperatura corporal, y pronto deja de llorar.


Sonrío y le miro. Ahora tiene los dedos en la boca y me mira con curiosidad. Acaricio su mejilla redondita y suave, y él sujeta mi mano con las suyas, mirándola.


-Hola pequeño, ¿ya estás mejor? Me temo que tu mamá ya no está aquí, pero consiguió protegerte, así que debes seguir queriéndola ¿si?-Al escuchar mi voz, me mira como ensimismado y ladea la cabeza. Sonrío de nuevo, es adorable.-Intentaré cuidarte lo mejor posible, pero no llores ¿vale?


Estira sus manos hacia mí, y lo levanto hasta que está a la altura de mi cara, y una de sus manos agarra mi nariz y luego se posa en mi mejilla mientras sus ojos me siguen mirando. Entonces hace un ruidito extraño y sonríe, con sus párpados juntándose y su boca muy abierta, para a continuación juntar sus manos en una palmadita y mirarme.


Me da un vuelco el corazón viendo esa risa. Ha sido demasiado bonito e inocente. La sonrisa de un bebé realmente es preciosa. Acerco mi nariz a la suya y las froto, sonriendo, y entonces él me sujeta un mechón de pelo.


-Hey, cuidado. No tires tan fuerte-Le digo, pero mira el pelo como si fuera algo totalmente nuevo. Ahora que lo pienso, los humanos no tienen el pelo verde. Sonrío y alejo al bebé, para volver a cargarlo en mi regazo y sentarme.

Vuelvo a vestirlo con la ropa ya seca, y lo coloco en el nido, pero él se sienta y mira todo con los ojos brillantes. Se nota que no sabe dónde está.


Finalmente, tras examinar todo, vuelve a mirarme fijamente y se lleva una mano a la boca, haciendo un puchero y empezando a temblar, al borde del llanto.


-¡Eh! ¡No, no, no, no! ¡No llores otra vez! ¿Qué pasó? ¿Necesitas algo? ¿Te duele algo? Aaaah, ¿cómo se supone que sepa lo que te pasa?


Una cierva se acerca con su cervatillo, y me miran. Oh, ya veo.


-Tienes hambre... ¿Y qué te puedo dar de comer? Apenas tienes unos pocos dientes... Mmmm...


Llamo a la loba que ha dado a luz hace dos semanas, y tras un rato, llega junto a sus tres cachorros. El bebé está en mis brazos. He conseguido que no llorara todavía, pero ya no ríe, de veras debe tener mucha hambre.


-Siento molestarla, pero... ¿cree que podría alimentarlo? No se me ocurre nadie más...


La loba me mira con una oreja alzada y la otra bajada, y luego mira al bebé. Se acerca y lo olisquea, antes de lamerle la cara. Me mira y sonrío, dándole las gracias. La loba se tumba y yo acerco al niño, que enseguida empieza a mamar. Sonrío, otro problema solucionado.


La loba me pide que vayamos a su madriguera cuando el niño necesite comer, y asiento dándole las gracias. Mientras dejo al bebé en el gran nido, observo su carita dormida, y vuelvo a sonreír.


Algunos conejos y liebres se acercan con curiosidad al pequeño, olisqueándolo, para mirarme. Asiento sonriente y dejo que se acurruquen a su lado, después de todo, el humano necesita calor. No tiene pelo como los animales, y a pesar de la ropa, parece que pierde el calor con facilidad.


Unos cuantos mirlos y gorriones se acercan, y ante su pregunta, me quedo en silencio, mirando al bebé.


-"¿Cómo se llama?"


Probablemente su madre le había puesto un nombre, pero me es imposible saberlo. Me muerdo un labio, tengo que darle un nombre, no voy a llamarle 'humano' o 'bebé' para siempre.


Veo su expresión calmada, y contengo una risa cuando abraza a un conejo, sobresaltándolo. Parece calmado y sano.


Quiero ser capaz de cuidarlo. Pero de manera en que siempre pueda enseñar una sonrisa tan brillante como la de antes.


-"Brillante"


Susurro su nombre con la voz del viento para que el bosque lo acepte, y me inclino para besar su frente.


-Bienvenido al bosque, Lug.

Lug.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora