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Un año.

Hace ya un año que Lug llegó al bosque.

Me parece que llevo toda una eternidad con él. Me he acostumbrado a su presencia, a verle crecer, a preocuparme por él. En este último año, Lug se ha convertido en el centro de mis pensamientos, en el centro de mi atención.

Le he visto aprender, y le he enseñado cada cosa que sabe. Recuerdo su primera palabra, 'Día', y sus primeros pasos. Recuerdo la primera vez que probó la fruta, la primera vez que dijo su propio nombre. La primera vez que enfermó, las veces que lloró y cada una de sus brillantes sonrisas, haciendo su existencia más luminosa.

Los animales del bosque le aceptan, le quieren como a uno de los suyos. Los cervatos, los lobeznos, liebres, conejos... todos los que eran apenas unas crías cuando él llegó ahora son adultos, y siguen jugando con él en ocasiones. Las nuevas camadas, los pájaros... Lug ha sido bienvenido en este bosque desde el momento en el que dije su nombre. La propia naturaleza lo acepta.

-¡Nillwy, mira!

En dos meses y medio, cumplirá dos años. Aún es torpe, pero cada día aprende algo nuevo que le hace crecer.

Le observo y veo cómo se ha subido a un tronco caído. Levanta los brazos de pie sobre él, y me mira con una gran sonrisa.

-¡Muy bien, has subido tú solo!-exclamo, felicitándole, y él entonces salta hacia mí que, al no esperarlo, pierdo el equilibrio al centrarme en pillarlo en el aire y caigo de espaldas-Ugh... Lug, no hagas esas cosas sin avisar-le digo mirándole, tumbado boca arriba con él contra mi pecho. Me mira y le revuelvo el pelo, que es de un bonito color entre anaranjado y rojizo, ya bastante abundante y lo suficientemente largo como para hundir mis dedos en él y revolvérselo.

Sonríe y me abraza, exclamando mi nombre.

Estoy orgulloso de él. Y es lo que más quiero en este mundo.

Me levanto, puesto que tengo que ir a lavarlo, y caminamos hacia una zona tranquila del río. Hace un buen día, todavía parece verano, por lo que meterse en el agua está bien. Además, yo mismo me encargo de calentar toda el agua de la zona en la que estemos.

-¡Agua! ¡Vamos Nillwy!-Exclama tirando de mi mano, ilusionado. Le entusiasma entrar en el agua y jugar con ella. Sabe que no le dejo acercarse al río si no es conmigo, por lo que en estos momentos sabe que podrá jugar todo lo que quiera.-¡Vamooos!-Dice, mirándome con impaciencia.

-Si, espera un poco, Lug-le digo, parando junto a la orilla. Busco la zona sin corriente, y me agacho a su altura.-Bien, ¿qué tienes que hacer?

-No separarme de ti-dice, con cara seria. Sonrío interiormente por esa expresión tan exagerada, mientras asiento.

-¿Y qué hay que hacer antes de entrar?

-Quitarse la ropa-responde, y asiento.

-Venga, ya sabes hacerlo solo ¿verdad?-le digo revolviéndole el pelo, y asiente enérgicamente.

Yo mismo empiezo a quitarme mi ropa hecha de hojas y corteza que he hecho elásticas, y la doblo, dejándola junto a la orilla. Miro a Lug, que se ha quitado su largo vestido.

Yo también uso vestidos de vez en cuando, aunque la mayor parte del tiempo uso pantalones, por costumbre. Referente a él, creo que es más sencillo que use un vestido para estar más cómodo. Y teniendo en cuenta lo rápido que crece, los vestidos le duran más tiempo. Aunque en invierno lo hice ropa más cálida, con pantalones y jerseys, ya no le sirve, y tengo que deshacerla para hacer la nueva. Aunque me hace falta más material para hacerle la ropa de abrigo, tengo que pedirles a las liebres más pelo de sus nidos.

Lug.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora