Ella fue quien lo escribió...

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Cada uno de nosotros conoce los momentos más EFÍMERO de nuestra vida, como sabemos quienes son las personas que lo marcaron, personas especiales, amadas por cada uno de nosotros, personas que nos salvaron. Diría que lo más doloroso son las personas que fueron momentáneas, que tal vez nos duela admitir que jamás volveremos a vivir lo mismo o a conocer aquella persona que nos tocó el alma; la palabra instantánea es muy particular, muy fugaz para ser real, algo único, algo nuestro, eso que nos hace PREGUNTARNOS todos los días, ¿volverá conmigo?

Desde mis libros y mi corta experiencia diría que el amor son momentos instantáneos que recordaremos por siempre, junto a esa persona que nos hizo sentir tanto en tan solo un par de segundos, es algo repentino que teniendo la suerte o la oportunidad, lo tendremos para toda la vida, o tal vez no corramos con la misma suerte, ojalá no nos toque vivir esperando en un mar de soledad aquel ser que no volverá.

Nuestra pequeña historia de amor


Nuestra pequeña historia de amor, esa que hubiéramos querido que durara más tiempo. Sin embargo, no me arrepiento de nada, el amarnos, el amarte, el entregarme por primera vez, mi primera vez mostrándole a una persona quien realmente soy, te recordaré por eso, por enseñarme lo que nadie pudo.

Cuando normalmente terminaba con alguien [...] mmm, diría que lloraba a morir a no poder más, pero esta vez, después de llorar muchas veces por ti en mi cuarto, desee pensar una salida para mí, esta vez no me salvaste, yo misma tuve que hacerlo, porque ya no estabas.

Recuerdo todo de ti, las cosas buenas y en especial las malas, no pienses que soy rencorosa o que te odio, al contrario, esas cosas malas fueron las que hicieron que me enamorara de ti [...] nadie crece a punta de momentos felices. Pero parte de eso, te recuerdo como una experiencia de vida, un poco nostálgico, por lo que nunca fuimos, pero verdadero, algo real.

Nunca había creído en ese dicho (no sé si es un dicho) "las personas llegan a tu vida para enseñarte algo" hasta que llegaste tú. Tú me salvaste en todos los sentidos, pero no solo fuiste tú, también yo, creo que llegamos en el momento preciso, es lo que amo de nuestra historia, mutuamente nos salvamos, pero solo era eso, solo salvarnos, que sin pensar desarrollaríamos un amor inolvidable, no digo que esté mal, al contrario, es hermoso, solo que solo era eso.

Me enseñaste a volver a levantarme, volver a brillar, ser libre, eso era lo único que teníamos que hacer en las vidas de ambos, no había más historias, algo hermoso, pero corto y está bien, gracias a eso me puedo levantar todos los días siendo yo, aprender a vivir cada día, a sentirme viva, ser quien soy, eso te lo debo a ti, como tú también aprendiste de mí.

Quizás ahora no estamos juntos o nuestra pequeña historia de amor no tendría sentido, porque solo era el aprender algo de ambos, no sé si así lo quiso Dios, el universo o cualquier tipo de cosa en la que creas... algo o alguien escucho que necesitábamos ayuda y pasó todo esto, el conocerte y el aprender a vivir, creo que fue un empujón de los que todos necesitamos en algún punto de nuestra vida. 

Fue algo hermoso [...] El aprender de ti. 

Mi contestación desde la universalidad del amor

Al tocar tus letras, se me vienen muchos recuerdos a la mente, pero no puedo evitar detenerme a acariciar esas palabras que son aire fresco del pasado que viene contigo. Tú también me has enseñado y en esta carta, has venido a salvarme. Siento mucho no haber podido ayudarte con tu tristeza, sé lo que se siente, mi tristeza es anacrónica, porque ahora que te veo feliz, ella se agudiza, pero en esta carta me rescatas de esa profunda nostalgia, me dices que ha valido la pena, yo creo que sí, que encontrarnos fue aprender; tú lo hiciste mucho más rápido que yo, pero ambos aprendimos.

No sé cómo poner en palabras lo que siento por ti, no tengo un verbo o un adjetivo que sea suficiente, que cubra esto que me has dejado a mí. Tendría que ser un poco más creativo y decir que te he tenido en un siempre. Desde que ya no estás, he vivido contigo en un siempre, pienso que eres tú quien se ha perdido esta bella locura de ser junto a mí, me engaño desde él siempre, para que no duela tanto tu ausencia, de tu ausencia, que soy yo mismo pensando en cuando estabas y yo no. Lo que me reprocho es haber aprendido cuando te habías marchado, he sido como la rayuela de Cortázar, un amor de esos que florece cuando ya todo estaba marchito.

Me alegra cómo me ves, como me recuerdas, pienso que eso es exactamente lo que me cura que no estés. Yo, en cambio, te sigo anhelando, soy torpe, de olvido lento, prefiero seguir abrazando tu recuerdo y saber que ahora que eres feliz, que me recuerdas como un buen maestro, como un punto de partida. No pretendo ahora ser tu puerto de llegada, ya fui lo que debía ser, o por lo menos fui lo que pude ser, lo que alcancé, tal vez no quería dejar de ser, pero de esos momentos malos me alimenté y los terminé malinterpretando.

Siento mucho estar distantes, pero sé que cuando ya no sea más materia seré espacio y ya no tendré que pedir tu permiso para mirarte, y tampoco ya nadie nos podrá hacer daño. En ese momento, seremos libres, lo seré yo, como en mi mente, estarás conmigo a pesar del olvido, del pretérito que uno se vuelve, de esa persistencia, del recuerdo de quien has querido. Te prometo que cuando sea espacio, lo haré mejor, ya no seré tu maestro, seré tu verdadero amor. 

Te prometo que seremos [...]

Historias de un vagabundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora