12 | Lo que de verdad importa

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12 | Lo que de verdad importa


Connor

—¿En qué diablos estabas pensando?

—Déjame en paz —me espeta Luka. Entra tambaleándose en la cabaña cuando por fin consigo abrir la puerta—. Puedo cuidar de mí mismo.

Pero, mientras lo dice, está a punto de perder el equilibrio y darse de bruces contra el suelo. Lo agarro a tiempo y me paso su brazo sobre los hombros para cargar con su peso.

—Eres un imbécil —le gruño.

—El imbécil eres tú. No entiendo por qué cojones sigues aquí. —Y lo peor es que yo tampoco lo sé. Intenta frenarse con los pies al ver que nos dirigimos hacia el baño—. No, ni de coña.

—Es lo que toca, hermano.

Estoy seguro de que quiere pelear conmigo, pero no le quedan fuerzas para poner resistencia. Lo meto en la bañera con la ropa incluida. Luka se echa hacia atrás con los ojos cerrados y da un respingo cuando abro el grifo agua fría a máxima potencia.

Tosiendo, se impulsa hacia adelante para tratar de huir.

—Cabrón —me insulta.

—Necesitamos que se te baje la borrachera.

—No estoy tan borracho —replica, pero eso no me hace ceder. Lo empujo hasta que vuelve a estar debajo del grifo—. Ese capullo estaba pidiéndome a gritos un puñetazo. Lo que ha pasado esta noche no ha sido culpa del alcohol.

Me pregunto si él se creerá sus propias mentiras.

Lo obligo a permanecer bajo el agua un poco más y después lo dejo moribundo en la bañera y me incorporo para buscar unas toallas. Noto un dolor continuo en el ojo izquierdo. Luka tiene razón en una cosa: ese hombre era un capullo. Uno que sabía bien cómo defenderse. Fue directo a por mí cuando me metí en la pelea para salvarle el culo a mi hermano. Aun así, es Luka el que se ha llevado la peor parte. Puede que conserve todos los dientes, pero estoy casi seguro de que le han partido el labio. Y la ceja.

—¿Te molesta que Maeve me haya visto en este estado? —me pregunta cuando regreso.

Le lanzo una toalla seca a la cara.

—Se acostumbrará tarde o temprano.

—Estaba preocupada por ti. Y eso que soy yo el que se ha llevado todos los golpes. —Me tenso al oír eso, porque también es el que ha provocado la pelea. Luka no menciona nada al respecto. Hace una mueca cuando sube la mirada y me ve el ojo—. Deberías ponerte hielo.

Ignoro su comentario porque lo último que necesito es que finja que no se preocupa solo por sí mismo.

—¿Vas a pasar la noche aquí?

—No tengo más remedio, ¿no? Mamá y papá me matarían si supieran lo que ha pasado esta noche. —Se queda callado un momento y, sin dejar de observarme, añade—: No podemos contarles nada.

—Sí, ya lo sé.

He perdido la cuenta de la de secretos que le he guardado ya. Luka se agarra a la bañera con la intención de levantarse. No puede solo, así que le echo una mano. Empapado de pies de cabeza, con el pelo pegado a la frente y la herida de su ceja volviendo a sangrar, no puedo evitar sentir pena por mi hermano.

A pesar de todo lo que ha hecho.

De todo lo que ha dicho.

No siento rabia.

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora