Último capítulo... <3
27 | Ellos
Maeve
Hay aproximadamente ocho mil kilómetros de distancia entre Miami y el pueblo que se ha convertido en mi casa.
Cuando, tras haberme pasado otras veinte horas de viaje, por fin llego al aeropuerto de Tampere, estoy tan cansada que solo quiero dejarme caer en una cama y dormir durante un día entero. Me he pasado la última semana yendo al almacén todos los días para ordenar las pertenencias de mamá. Le hice una promesa a mi padre y quería encargarme del tema antes de irme. Mi plan inicial era abrir todas las cajas, tirar lo que estuviera en mal estado y no se pudiera restaurar y quedarme con todo lo demás. Por desgracia, no tardé mucho en caer en la cuenta de que, en la práctica, mi idea era completamente insostenible. La vida entera de mamá no cabía en el armario de mi habitación. Ni siquiera en toda mi habitación. No me gustaba la idea de que sus cosas siguieran pudriéndose en un trastero, así que tuve que hacer de tripas corazón, escribir «PARA DONAR» en unas cuantas cajas y despedirme de todo lo que sabía que podría tener una mejor vida en otra parte.
Fue Brenna la que me ayudó a saber dónde llevar las cajas. Al parecer, ha estado toda la vida colaborando con distintas asociaciones aquí, en Miami. Hizo un par de llamadas y, en tan solo unos días, conseguimos repartir parte de la ropa y del resto de pertenencias de mamá. Imagino que ninguna de las dos esperaba de hacer algo juntas relacionado con mi madre fuera a servir para unirnos, pero fue justo lo que pasó. Me disculpé con ella por el mal comportamiento que tuve en la cena. Papá tenía razón. Brenna no tenía malas intenciones. De hecho, ha sido una madrastra ejemplar cada vez que he ido a visitarlos, aunque yo nunca me haya portado con ella de la misma manera.
Aunque doné algunas de las cosas, debo reconocer que me quedé con la mayoría. Ahora todos los libros y las películas de mamá están en la biblioteca personal que hay en la mansión de mi padre. Cuando le pregunté a él si podía quedárselos, en un principio temí que me respondiese que no. Luego me dijo que compraría una nueva estantería. La inmensa colección de mamá está allí ahora, repartida en unas cajas, esperando. Pronto tendrán su propio sitio especial en la casa.
Me he traído todos los álbumes. Todos. De hecho, de mis dos maletas, una está llena solo con ellos. En la otra hay ropa, tanto de la que abandoné en casa de mi padre cuando me mudé como de la que cogí del trastero. Pensé que me haría sentir más cerca de Miami, de mamá, de mi familia. También cogí esos dos vestidos de fiesta que sospecho que confeccionó Hanna. Estoy convencida de que le gustará tenerlos.
En cuanto salgo del avión, voy directa al control de pasaportes. Son las nueve de la mañana y el aeropuerto de Tampere está lleno de viajeros que revisan nerviosamente las pantallas con la información de los vuelos, esperan frente a las puertas de embarque o caminan a toda prisa esquivando al resto de pasajeros. Mientras intento ubicarme dentro de este laberinto de pasillos, vuelvo a encender mi tarjeta de datos finlandesa para mandarle un mensaje a papá y que Brenna y él sepan que he llegado bien. Luego reviso la hora a la que se supone que sale mi autobús. El vuelo ha llegado con veinte dolorosos minutos de retraso que van a salirme muy caros. Es imposible que llegue a la estación de autobuses a tiempo. Busco alternativas en internet una vez que me dejan entrar en el país y por fin puedo ir a las cintas a por mi equipaje.
Como me temía, el próximo autobús no sale hasta mañana, por lo que me única opción es coger un taxi. Recojo mis maletas y las arrastro como puedo hasta la salida mientras pienso cómo es posible que solo acabe de llegar y ya esté teniendo este nivel de mala suerte. Joder, no puedo esperar a llegar a casa de Nora.
—Pensé en traer un cartel con tu nombre, como hacen con los famosos, pero supuse que no lo necesitaría. —Tuerzo la cabeza al oír una voz conocida. El corazón me salta, fuerte, dentro del pecho—. ¿Qué tal, Maeve?
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Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS
Romance«Me aprendí el nombre completo de Maeve, su canción favorita y todas las cosas que la hacían reír mucho antes de aprender a contar hasta diez.» Maeve no sabe mucho sobre sí misma. Solo que no deja de pensar en si su madre cumplió todos sus sueños an...