24 | Pesadilla

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Tres capítulos para terminar la novela.

Entramos en la recta final.


24 | Pesadilla

Maeve

Esto es una pesadilla.

Tiene que ser una pesadilla.

—Pero ¿de qué coño vas? —El enfado y la confusión se adueñan del rostro de Connor, pero Mike no lo está mirando a él.

Sus ojos enfurecidos están clavados en mí.

—Es el gilipollas de la llamada, ¿no? Por eso nunca contestabas a mis mensajes. Te bastaron dos semanas para empezar a liarte con otro. Tenía que haberlo sabido, joder. —Sacude la cabeza con un resoplido de incredulidad. Yo lo observo aún sin salir de mi asombro. Recibo toda su rabia mientras el corazón me late fuerte dentro del pecho. Me siento como si llevara meses viviendo dentro de una fantasía, en mi burbuja, y Mike acabara de pincharla con un alfiler. No puedo creerme que esto sea real, que de verdad esté aquí.

Pero lo es.

Es real, y su aspecto sigue tal y como lo recordaba. Incluso a pesar de todas las horas que debe de haber pasado viajando, Mike todavía podría protagonizar la portada de cualquier revista de moda. Tiene rasgos angulados, atractivos y simétricos; el pelo rubio, tirando a un tono oscuro, repeinado a la perfección, y lleva una camisa arremangada que seguramente compró sin molestarse en mirar la cifra con varios ceros que iban a restarle a su tarjeta. No está arrugada, por lo que imagino que debe de haberse cambiado antes de salir del aeropuerto. Conforme voy asimilando la situación, los nervios se me adueñan del estómago y una presión incómoda se me mete en la garganta.

Hago todo lo posible por ignorar las dos cosas.

—Mike —pronuncio con dificultad.

De pronto, la compresión se hace presente en los ojos de Connor. Pasa la mirada de mi ex novio a mí con un cruce de emociones en el rostro.

Luego, camina de vuelta hacia donde estoy.

—Mira, no sé qué diablos estás haciendo aquí, pero lo mejor para todos sería que te fueras a casa —le dice a Mike, en un tono sorprendentemente sereno.

Este se limita a soltar una risa irónica, todavía sin romper el contacto visual conmigo.

—¿Él lo sabe? ¿Le has contado que te largaste sin avisarme y me abandonaste allí? ¿Que no te importó destrozarme el puto corazón?

Trago saliva.

—Mike...

Se vuelve hacia Connor.

—Seguramente a ti te hará lo mismo, tío. No te lo tomes como algo personal. Es solo su puta forma de proceder.

—Esta conversación ha terminado —interviene Connor. Se coloca entre Mike y yo le pone una mano en el pecho para asegurar la distancia entre nosotros. Aunque no le veo la cara, puedo imaginar la mirada severa que le estará lanzando a mi ex.

Hay un silencio tenso durante el que se observan el uno al otro. A pesar de que no suele hacer esas cosas, una parte de mí temía que Mike reaccionara de forma violenta. Sin embargo, debe de haber notado que Connor le saca varios centímetros y kilos de músculo, puesto que se limita a obedecer. Retrocede, como él le ha indicado, aunque de mala gana. Se da la vuelta y se pasa las manos por la cara, frustrado, como si estuviera planeando su próximo movimiento. Finalmente, alza de nuevo la vista y exige:

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora