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Amelia

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Amelia

Han pasado un par de semanas desde el cumpleaños de Carlos, lo que quiere decir que falta poco para el mío. No puedo dejar de comparar este año que ha pasado con el anterior, sintiendo un extraño alivio recorrer mi cuerpo al ver lo mucho que he podido seguir adelante.

Me duele mi padre, me duele mi hermana. Me duelen todas las discusiones, los "te amo" que callé, los días que me mantuve lejos por el orgullo, porque todos esos momentos pudieron haber sido más tiempo junto a ellos.

Pero no puedo volver el tiempo atrás y sé que ellos saben y entienden cómo me sentía, así como también han visto que he podido avanzar y volver a sonreír, a hablar hasta por los codos y a ser feliz.

Por otro lado, he estado dándole vueltas a la situación de Carlos —que ahora que vivimos juntos, también es la mía— y he buscado posibles soluciones. Hoy las voy a conversar con él, esperando que las tome de la mejor manera y, al menos, las medite y las tenga en cuenta.

Mi celular vibra sobre la mesa, sobresaltándome y miro quién me está llamando, pues si es un número que no tengo guardado... No contesto. Me da ansiedad eso.

—Hola, Sergio. ¿Cómo estás? —pregunto, sonriendo.

—Bien, Amelia. Escuché que se acerca tu cumpleaños en unos días —dice y yo me sonrojo, acariciando mi sien.

—Eh, sí. El primero de agosto —respondo—, pero, cuéntame, ¿cómo ves el nuevo libro que estoy escribiendo?

—Va muy bien, Amelia. Estoy seguro de que será un éxito también —dice y yo suspiro de alivio—. Aunque quiero hablarte es de tu otra novela, la que vas a publicar en físico.

—¿Sí? ¿Qué sucede? ¿Ya no van a querer publicarla? —pregunto, sintiendo que mi corazón se hunde en mi pecho. Mis manos de forma automática van a mi boca y empiezo a morderme las uñas.

Hábito de mierda, me quejo.

—Todo lo contrario, Am. La editorial y yo hemos acordado una fecha de preventa y venta para tu libro y queremos saber si estás de acuerdo —me explica—. El diez de septiembre es el día mundial de la prevención del suicidio, pero estoy seguro de que eso ya lo sabes, ¿no es así?

—Sí, por supuesto —respondo.

—Pues queremos que la preventa inicie el quince de agosto y la venta oficial sea el diez de septiembre, ¿qué te parece? —pregunta.

Miro la pantalla de mi laptop, observando la foto de mi hermana, mi padre y yo en el cumpleaños número once de Victoria. Ella está en el medio, muerta de risa, mientras mi padre y yo le damos un beso en las mejillas al mismo tiempo, sabiendo que "detestaba" el contacto físico.

Mis ojos se llenan de lágrimas ante el recuerdo de ese día y sonrío sin poderlo evitar.

—Es la fecha perfecta, Sergio.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora