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Carlos

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Carlos

Amelia ya está instalada por completo en casa. Todavía me sorprende el hecho de estar dando este paso tan importante con ella, cuando todavía no tenemos un año de noviazgo. Sin embargo, cada vez que retrocedo ante todo lo que hemos pasado, se siente como si la conociera de años.

Como si la amara desde hace mucho tiempo.

Tal vez en otra vida, ¿quién sabe?

-¡Papá, ya llegamos! -chilla Val, trayéndome a tierra.

Sacudo la cabeza y observo a mi alrededor, recordando que este primer fin de semana viviendo juntos (y sin tener que ordenar o limpiar) he decidido que Valeria también esté presente.

-Lo siento -respondo, tomando su mano de nuevo para salir del ascensor.

-¡Sorpresa! -chilla Valeria, dando un brinco cuando ya se encuentra en la sala.

-¡Mi amor! -exclama Amelia, levantándose del sofá para abrazarla-. ¿Cómo estás? ¿Por qué siento que estás más grande, Val?

Ellas se quedan conversando y observo a mi hija mayor, quien está sentada en el mismo sofá donde se encontraba Amelia. Ella sonríe al verlas juntas, pero se sonroja al notar que la miro y desvía la mirada de nuevo a la Tv.

-¿Qué están viendo? -pregunto, una vez Valeria y Am se sientan en el sofá de nuevo.

-Atlantis, pues resulta que Amelia nunca la había visto -responde Lex, negando con la cabeza en clara desaprobación.

-La verdad es que hay muchas comiquitas que no he visto. Lo siento -responde, mofándose-. En fin, ¿te unes? Hay palomitas de maíz.

-¡Yo quiero! -exclama Valeria.

-Seguro -acepto, sentándome en el sofá y Lex se queja, pues ahora estamos bastante apretados.

Am sienta a Val en sus piernas para así estar más cómodos y continuamos viendo la película, que ya va un poco más allá de la mitad pero Val y Lex parecen sabérsela de memoria.

Mi celular vibra cuando ya colocan otra película, esta vez La princesa y el sapo. Me levanto para rellenar el bol con más palomitas de maíz y reviso el mensaje que me ha llegado.

Número desconocido:

Hola, Carlos. Es importante que hablemos lo antes posible. ¿Tienes algún hueco disponible en tu agenda de esta semana?

Es Andrea, la mamá de Amelia.

Frunzo el ceño, pues no sé de qué quiere hablar mi suegra. Sin embargo, debe ser importante para tener que dirigirse a mí. Digamos que... no soy muy de su agrado.

Carlos:

Seguro, Andrea. El lunes me va bien. Puede venir a la oficina o podemos ir al café. Como usted quiera.

Somos fugaces | Autoconclusiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora