XIII

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     Como bien había predicho el príncipe, hasta el sábado por la tarde Evelyn solo pensó en su familia. Se había prometido contarle a sus amigas que el príncipe Kristian le había pedido una cita, pero el viernes por la mañana ya se había olvidado prácticamente de aquello.

     El saber que podría ver a su familia era estímulo suficiente para permanecer sonriendo el día entero y hacer todas las cosas alegre y sin quejarse. Ni siquiera le molestaba la presencia de Ada, ni le afectaba el poco caso que Stefan le hacía desde la falsa eliminación, de hecho, lo agradecía, pues así Azalea y las demás podían conocerle mejor.

     Elyan, y el resto de hermanos de Evelyn también pudieron experimentar esa felicidad, que les ayudó a sobrellevar el trabajo el sábado por la mañana. Ellos se enteraron del baile el viernes por la noche, justo cuando terminaban de cenar.

     Sarah, la madre de los chicos, se sorprendió al escuchar un par de golpes en la puerta, aunque se apresuró a abrir. El impacto fue mayor cuando se encontró tras la entrada a uno de los guardias de palacio, con un poblado bigote y ojos pequeños ocultos tras espesas cejas.

- ¿La familia Aberdeen?

- Así es. - Respondió la mujer algo cohibida.

- Están invitados a palacio mañana por la noche. Se celebrará un baile en honor a las últimas diez seleccionadas y la familia más cercana podrá asistir.

- ¡Vamos a ver a Evelyn! - Exclamó Kaira que se había acercado por detrás para escuchar la conversación, sin seguir las indicaciones de su hermano mayor.

     Elyan se levantó rápidamente de la mesa, buscando los ojos de su madre para ver si era verdad o no.

- Eso es estupendo. - Le comentó la mujer al guardia, que pareció no inmutarse.

- Un coche vendrá a recogerlos alrededor de las tres de la tarde, se harán las menos paradas posibles, Iretia está a varias horas de la capital. - Explicó el guardia. - La vestimenta es importante, no querrán parecer vagabundos, ¿Me equivoco?

     Sarah hinchó el pecho algo ofendida mientras el hombre les dedicaba una mirada superficial. Podrían no tener las mejores ropas, pero al menos no les faltaba educación.

- No esperaremos, si llegamos a recogerlos y no están preparados perderá la oportunidad de ver a su hija.

- De acuerdo.

     No se dijo nada más, el guardia desapareció y Sarah cerró la puerta, dejando escapar una ligera tos que había estado escondiendo.

- Entonces, ¿Vamos a ver a Evelyn? - Preguntó Sven al mismo tiempo que se rascaba un ojo por el sueño.

- Sí. - Respondió Elyan, dibujando una sonrisa en su rostro.

     Kaira se puso a gritar de alegría y a saltar por la sala, ruido que consiguió disimular la tos que Sarah tenía.

- Sí, pero debemos irnos a dormir y mañana hacerlo todo muy rápido para prepararnos antes de que vengan, ya habéis escuchado al hombre.

     Kaira y Sven llevaron sus platos a la cocina y comenzaron a caminar escaleras arriba.

- Deja que yo recoga mamá, tú ve a acostarlos y luego a descansar. - Se ofreció Elyan cuando su madre pasaba a su lado. Había notado lo cansada que estaba su madre y era lo menos que podía hacer, aún no se le iba el resfriado, y eso tras llevar ya un par de semanas con él e incluso haber visitado a un médico y comprado medicamentos.

     Sarah acarició la mejilla de su hijo y le sonrió con ternura perdiéndose en sus ojos, su mirada le recordaba tanto a la de su marido...

- Muchas gracias cariño. Descansa tú también.

     Con una última sonrisa y un muy corto abrazo, madre e hijo terminaron de darse las buenas noches y Elyan se puso a recoger antes de caminar hacia el que había pasado a ser su propio cuarto, cosa que esperaba que cambiase pronto.

* * *

     Después de comer, alrededor de las cuatro, las seleccionadas comenzaron a prepararse. Al haber tan solo diez chicas, todas podían vestirse, maquillarse y peinarse a la vez, sin tener que esperar a que las estilistas terminasen antes de arreglar a otra.

     Evelyn salió prácticamente corriendo a abrazar a Marian, le alegraba que estuviese allí para ayudarle, ella no habría sido capaz de prepararse para un evento como el baile que iba a tener lugar.

- ¿Estás emocionada? Se te ve muy feliz. - Comentó la estilista recogiéndose un par de mechones color miel mientras sentaba a Evelyn en un sillón y se preparaba para ir a por el vestido y los materiales necesarios para maquillarle.

- Sí, vendrán mis hermanos y mi madre, tengo muchas ganas de verlos.

     Marian asintió y se separó un poco, terminando de escoger el vestido que Evelyn llevaría: uno azul algo escotado y con una falda de capas de tul muy vaporosa. Sin embargo, tardó más en volver, pues Dahlia, la seleccionada más joven de todas, la detuvo.

- ¿Podría ayudarme a prepararme? - Pidió con modestia.

     Marian giró el rostro hacia Evelyn, era muy probable que las hubiese escuchado, ya que le había seguido con la mirada y no estaban tan lejos como para que las conversaciones fuesen cien por cien íntimas.

     Marian esperaba una respuesta por parte de Evelyn, ella había sido la primera en pedirle que le arreglase, si ayudaba a otra seleccionada sin su permiso sentía que... La estaba traicionando, no se encontraba cómoda.

     Al ver hacia donde se dirigía la vista de la estilista, Dahlia también dejó descansar sus ojos en Evelyn, esperando una respuesta.

- Por supuesto. - Respondió nuestra protagonista al sentir tanto peso en ella. - Es normal, es una de las mejores. Yo esperaré, no te preocupes.

     Marian asintió con una sonrisa antes de dejar el vestido de Evelyn en una silla que se encontraba a su lado y dirigirse con Dahlia a otro tocador de la sala.

     No llegaba a molestarle del todo tener que compartir a la que creía que era su estilista, al fin y al cabo, ella no tenía intención de permanecer en palacio mucho más tiempo, Marian tendría que buscar más oportunidades que le asegurasen seguir trabajando.

     Evelyn no tuvo que esperar excesivamente demasiado hasta que Marian volvió con ella y la preparó en tiempo récord, acabando cinco minutos antes de las cinco y media.

     Había recogido dos mechones frontales de la cabellera de Evelyn y los había sujetado en la parte trasera de la cabeza con un sencillo adorno plateado. Unos tacones con pocas flores de las mismas tonalidades azules que el vestido y pendientes y collar plateados terminaban el conjunto.

- Es increíble. En el mismo tiempo que otras han preparado a una, tú has preparado a dos. Y hemos quedado increíbles, me encanta cómo haces tu trabajo. - Felicitó Evelyn a Marian buscando, y encontrando, a Dahlia con la mirada.

     Ella llevaba un vestido de tonalidades cálidas, un color precioso entre el rosa y el naranja que le quedaba a la perfección. Un recogido parecido al de Evelyn y una cuidada selección de bisutería hacían ver a Dahlia realmente hermosa. Todas las seleccionadas se veían mejor que de costumbre. Tal vez tuviese que ver el que, tras largas semanas, fuesen a ver a sus familiares nuevamente.

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