XVIII

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     En menos de una hora Kaira ya había conocido a todas las seleccionadas y, para sorpresa de Kristian, parecía que ella le estaba cuidando a él pues era capaz de desenvolverse perfectamente entre los invitados y las jóvenes a pesar de su corta edad.

- ¿Puedo conocer a tu hermano ahora? ¿Y a los reyes? - Preguntó Kaira al príncipe cuando habían terminado de hablar con Iris, la última seleccionada que había conocido.

     Kristian se encogió de hombros y comenzó a buscar a sus padres con la mirada; no le apetecía ir presentando a la joven Aberdeen a todo el mundo, pero visto que no era necesario pues ya se presentaba ella sola, no voio inconveniente alguno en que conociera a su familia.

     Cuando divisó a su hermano hablando con sus padres y su abuelo comenzó a caminar hacia ellos, mientras le daba vueltas a una única pregunta: ¿Por qué se había ofrecido a cuidar de la hermana pequeña de Evelyn?

     No le gustaban realmente los niños, y tampoco creía que se le diese bien tratar con ellos; posiblemente kaira fuese una excepción, gracias al carácter algre y desenvuelto de la misma.

     Sólo encontraba una respuesta: para que Evelyn pasase tiempo con su madre y el resto de sus hermanos, ¿Y eso por qué? ¿Quería causarles tan buena impresión? ¿El motivo?

- Pero, ¿Quién es esta pequeña y hermosa chica? - Preguntó el abuelo de los príncipes, un hombre de mediana estatura, de escasa cabellera blanca y ojos azules, el mismo azul que habían heredado sus nietos. Llevaba un traje azul marino con detalles blancos y dorados y le sonreía a Kaira con ternura.

- Kaira Aberdeen. - Se presentó la joven, realizando una reverencia ensayada pero que distaba algo de las que se hacían en palacio.

     Stefan no pudo contener una amplia sonrisa y se acercó hasta Kaira para agacharse a su altura y poder hablar con ella a la perfección.

- Pero qué preciosa, me encanta tu vestido. - Le comentó sujetando la mano que tenía libre con delicadeza y dedicándole un beso en el dorso.

- Muchas gracias alteza. Sí que os parecéis. - Kaira alzó la vista para ver el rostro de Kristian una vez más y acto seguido miró a Stefan nuevamente, eran prácticamente iguales.

- ¿Desde cuándo eres una niñera? - Preguntó el rey Niels a su hijo en voz baja, mientras Stefan seguía conversando con Kaira.

     Kristian rehuyó la estricta mirada de su padre, clavando sus ojos azules en la punta de sus zapatos.

     Greta colocó una de sus manos en el hombro de su esposo, con toda la intención de calmarlo y desviar su atención; nunca había estado del todo de acuerdo en educar a sus hijos de manera tan estricta, aunque era consciente que ella no había nacido ni crecido en palacio y no sabía cómo educar a dos chicos para convertirse en futuros reyes.

- Vamos, hijo mío, no tienes que estar tan serio. - El abuelo de Kristian consiguió aliviar a Niels un poco, dándole un par de palmadas en la espalda y dejando escapar una carcajada. - Es adorable, ¿Es la hermana pequeña de alguna seleccionada?

- Sí, de Evelyn Aberdeen. - Respondió Kristian, volviendo a levantar la vista del suelo y dirigiéndola a los ojos de su abuelo.

- No me suena haberla conocido. - Comentó el hombre recordando a las jóvenes que se le habían presentado esa noche.

- Es una chica de cabellera oscura y tez clara, y tiene una mirada intensa. Estaba al final de la fila a la entrada del salón, tal vez por eso no la has conocido. - Explicó el príncipe, apenas se había dado cuenta pero, mientras hablaba de ella, las comisuras de sus labios se habían elevado sutilmente.

- Y porque no le está dirigiendo la palabra a ningún invitado, solo está pendiente de esa parva de hermanos suyos que no paran de armar escándalo, entre ellos la cría a la que estás cuidando. - Niels hablaba serio y con la voz grave y los ojos, de por sí no muy grandes, se le achicaban al mirar a su hijo con aire estricto.

- Ya sé quién es. - Sentenció el padre del rey sin hacer caso al último comentario que este había hecho, haciendo memoria y ubicando a la joven de la que hablaban, la que estaba la última en la fila. - No parece ser mala chica.

- Demasiado obstinada y muy poco sociable para ser parte de la realeza.

- Hace tiempo que no te veía, no te recordaba tan cascarrabias. - El abuelo de los príncipes era el único que podía decirle las cosas claras al rey sin temor a ser reprendido ya que, al fin y al cabo, era su padre.

     Sin embargo, no recordaba que él y su mujer hubiesen sido tan estrictos al criarle como para que él lo fuese tanto con sus hijos. Era por eso que siempre que los visitaba, intentaba que los príncipes, sus nietos, se encontrasen lo más a gusto y alegres posible.

- ¿Le has enseñado ya a nuestra joven invitada los jardines? - Preguntó el abuelo a Kristian, acercándose a Kaira, que seguía dada de la mano del príncipe, con una sonrisa.

- No, no hemos salido del salón.

- ¿Podemos ir a verlos? - Preguntó la chica emocionada, devolviéndole la sonrisa al ya retirado rey.

- Por supuesto. - Le respondió este con una ligera carcajada. - Y Kristian nos acompañará, Stefan, ¿Quieres venir?

- Gracias por el ofrecimiento abuelo, pero voy a quedarme aquí; le he prometido un par de bailes a varias seleccionadas y queda poco para que empiecen. - Stefan aprovechó el momento para alejarse de sus padres y camuflarse entre los invitados y las seleccionadas.

     Y Kristian aprovechó el momento para alejarse de sus padres junto con su abuelo y la hermana pequeña de Evelyn. Aunque tampoco se alejaron mucho, simplemente salieron a los jardines interiores, los que comunicaban con el salón en el que estaba celebrándose el baile.

     El aire frío de la noche los recibió y fue un contacto agradable comparado con el calor que hacía en el interior de palacio.

- Qué bonito, es una lastima que sea tan de noche, apenas puedo ver las flores. - Comentó Kaira, sin perder su sonrisa y sin soltarse de la mano del príncipe.

- Espera un par de minutos, y tus ojos se acostumbrarán un poco a la oscuridad.

- Está bien. - Canturreó la pequeña.

- No sabía que te gustaba tanto tratar con niños. - Comentó el abuelo de Kristian al mismo, sonriendo y buscando la luna en el cielo oscuro.

- Y no me gusta.

- ¿Entonces? ¿Intentas llegar a la hermana mayor por medio de la pequeña?

- No es eso. - Respondió el príncipe intentando esconder la mirada en algún punto lejano. Notaba cómo las mejillas se le habían calentado, igual que si se encontrase dentro del palacio. - Es solo que quería pasar más tiempo con su madre y el resto de sus hermanos, hace mucho que no los ve.

- Y tú eres un príncipe azul que viene a salvarle.

     Kristian esbozó una leve sonrisa. Su abuelo era el único miembro de su familia con el que podía ser cien por cien sincero, sin tener que fingir, ni actuar, ni ocultar nada; podía ser él y expresar sus sentimientos sin ser juzgado.

- Estoy bastante lejos de ser un príncipe azul.

- Kristian, en mi selección, yo tuve que conquistar a tu abuela. Era cabezota y muy rebelde, aunque no te la imagines así. - Una corta carcajada consiguió que Kristian aumentase algo más su sonrisa. - Y apenas tardé en darme cuenta de que me había enamorado.

- Yo no estoy enamorado, abuelo.

- Puedes intentar autoconvencerte de que no, pero llegará un momento en el que no serás capaz de esconder tus sentimientos y no podrás evitar sonreír cada vez que te descubras pensando en ella. El amor no es un objeto, Kristian, es lo que te mantiene vivo y le da sentido a tu vida una vez que lo encuentras.

- No creo poder encontrar el amor que tanto defiendes en la selección, ya lo sabes.

- Olvídate por un momento del dichoso concurso y piensa que tienes una oportidad para conocer a la mujer de tu vida. Ella está aquí, luchando por lo que más quiere; adéntrate en su mundo, en su persona, conócela y descubre si estás enamorado o no.

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