XXV

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- Evelyn, despierta, vamos, la señorita Elise tiene especial interés en que hagamos las cosas rápido hoy.

     La seleccionada abrió los ojos a regañadientes encontrándose con el perfecto rostro de Azalea. Se incorporó en la cama dejando escapar un bostezo que no intentó disimular.

     Era cierto, se había despedido de sus hermanos hacía un par de horas y había regresado al dormitorio que compartía con las nueve seleccionadas restantes para continuar durmiendo un rato más. Recordó que se había encontrado un par de camas vacías y a varias seleccionadas despiertas y estaba segura de que no había sido la única que había dormido fuera.

- Ya están todas abajo, preparándose para desayunar. - Anunció Azalea. Si no fuese tan correcta, Evelyn estaba segura de que se habría puesto a resoplar y la idea consiguió sacarle una sonrisa.

- Es domingo, no estará Lulú para regañarnos, ¿Por qué no esperamos un poco más? - Sugirió volviendo a tumbarse sobre el colchón y cerrando los ojos en el acto.

     ¿Qué sentido tenía bajar a prepararse con tanto tiempo de antelación si ella tardaba en ponerse un vestido y unos zapatos menos de quince minutos?

- No, vamos a ir bajando Evelyn. Ha venido la señorita Elise, parecía estar enfadada, o tal vez decepcionada, no lo sé. Pero nos ha dicho que nos demos prisa.

- Siempre está enfadada.

- Hoy era diferente, en serio.

     Evelyn notó la angustia en la voz de su compañera y se levantó con cierta rapidez de la cama, se colocó las manoletinas y bajaron al salón en tiempo récord.

     A diferencia de otros días la sala estaba sumida en un silencio pesado que espesaba el ambiente. Ninguna de las seleccionadas hablaba, todas se movían con velocidad, escogiendo conjunto y maquillándose en silencio, como si presintiesen que algo no estaba bien.

- Están todas muy... Calladas. - Susurró Evelyn acercándose junto a Azalea a la primera percha que habían visto, para escoger el primer vestido que encontrase.

- Es lo que te he dicho, la señorita Elise actuaba diferente, se notaba. Evelyn, creo que pasa algo, desde que ha venido a avisarnos que nos demos prisa se me ha formado un nudo en el estómago, como si supiese que algo malo va a pasar.

- A lo mejor va a pasar algo, pero no tiene por qué ser malo. - Lo único que Evelyn intentaba era aliviar los nervios de su amiga, aunque a cada minuto que pasaba se le contagiaba más y más el malestar de todas las seleccionadas.

     ¿Qué iba a pasar?

- Cuando terminéis el desayuno, dirigíos por favor al patio de armas. - Ordenó el rey en mitad del desayuno, alzando la voz desde su asiento, sin ver necesario ponerse en pie.

     Evelyn notó algo raro, y pareció que el resto de seleccionadas también, pues la mayoría dejaron los cubiertos y cesaron la ingesta de alimento. En primer lugar el rey nunca hablaba durante las comidas que compartían, apenas había pronunciado palabra desde que las seleccionadas llegaron a palacio.

     Pero eso no era lo único, lo había dicho con una sonrisa en el rostro; una sonrisa que no auguraba nada bueno.

* * *

     Cómo se les había ordenado, las seleccionadas se dirigieron, todas juntas, al patio de armas tras el desayuno.

     Caminaban ordenadas en fila, sin romper la formación ni siquiera cuando llegaron, donde se colocaron en la misma posición en un lateral del patio de armas.

     Evelyn se encontraba la última de la fila, por ello fue la última en ver las cámaras que lo grababan absolutamente todo, y fue la última en ver a los guardias que permanecían inmóviles a pocos metros de ellas.

- ¿Qué estará pasando? - Preguntó Evelyn en un susurro. Iba dirigida hacia ella misma, pero necesitaba formularlo para intentar poner sus pensamientos en orden.

     No tenía idea de lo que estaba ocurriendo ni del porqué, y suponía que el resto de seleccionadas se encontrarían igual que ella. Se adelantó un paso pequeño y observó rápidamente a sus compañeras.

     Y entonces lo vio. El pálido rostro de Ada. ¿Cómo no se había fijado en ello antes?

     Sintió la tentación de acercarse y hablar con ella, tal vez sabría algo, pero estaba en la mitad de la fila, y Evelyn sentía encima suya la mirada de la señorita Elise y de varios guardias. No quería tener problemas, así que soltó un disimulado resoplido y volvió a ocupar su lugar exacto en la fila.

     Tuvieron que pasar varios minutos hasta que la familia real se presentó. El rey encabezaba el pequeño grupo, con un atisbo de sonrisa en el rostro; el resto de la familia, tanto su mujer e hijos, caminaban en completo silencio detrás de él, con la mirada algo perdida.

- Os preguntaréis qué hacéis aquí, qué hacemos todos aquí. - Comentó Niels adelantándose hasta el centro del patio de armas, donde las seleccionadas, los guardias, las cámaras y, en general, cualquiera presente, le veía a la perfección.

     Paseó los ojos por la fila de jóvenes, sin detenerse en ninguna en especial. Aunque cuando su vista azul se posó sobre Ada Evelyn notó que las comisuras de sus labios se elevaban muy sutilmente.

- Estamos aquí para castigar a alguien, a alguien que se lo merece. Pero, como soy tan generoso, daré tres minutos para que la culpable de un paso al frente.

     Nadie movió un solo músculo. ¿La culpable? ¿La? ¿Insinuaba el rey que era una de las seleccionadas? La mente de Evelyn no tardó en hacerse con una respuesta: Ada. Sabiendo que el rey se refería a una seleccionada todas sus sospechas fueron a parar a Ada, y el corazón se le detuvo durante unas milésimas de segundo.

     ¿Y si le habían descubierto porque le confesó al príncipe que el señor Corday visitaba el palacio con regularidad? ¿Y si la eliminaban por su culpa? Nunca se había llevado realmente bien con Ada, pero no por ello se sentía menos culpable, podría haberle chafado una oportunidad única en la vida.

- Vamos, que no sea tímida, sé que sabe quién es. - Comentó el rey dejando escapar una corta risa. El tiempo se agitaba y ninguna joven movía un músculo.

     ¿Sería eso peor? ¿Sería mejor que la seleccionada a la que el rey se refería diese un paso al frente? Igualmente, eso no dependía de Evelyn, porque ella no era la culpable, ¿Verdad? Ella ya había pasado por una falsa eliminación cuando vio a su hermano, no creía que ese tema fuese a resurgir de repente.

     Lo único que sí creía o, mejor dicho, sabía con certeza, era que al rey se le estaba acabando la paciencia.

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