CAPÍTULO 47

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I think I'm in love – Kat Dahila

Cuando llegamos al último piso, mis manos temblaban tanto que apenas podría haber cogido un mísero vaso de agua. La ira inundaba cada fibra de mi ser por su comportamiento de mierda, pero la ansiedad venía por otro motivo.

Las imágenes habían vuelto, y el olor de la sangre con ellas.

Estaba petrificada, mis miembros tiesos y mis hombros tan tensos que dolían. Estaba fría, sintiendo que no iba a poder resistir esta nueva crisis.

—Olivia. —El rostro de Rubén se volvió hacia mí, frunciendo el ceño con preocupación—. ¿Estás bien?

No lo estaba, y no tenía la fuerza suficiente para verbalizarlo.

—Eh, oye. —Sus brazos me rodearon y me atrajeron hacia sí, calentándome con su cuerpo y relajando un poco la tensión—. Estás aquí... estás bien.

Me acurruqué en su pecho, cerrando los ojos mientras inspiraba su aroma a té negro y madera. Sentí sus brazos como una coraza protectora, salvaguardándome de todo lo que pudiera dañarme del exterior. Y me centré en sus palabras.

Estoy aquí.

Ya no estaba allí, en esa casa.

Estoy bien.

Ya no había sangre por todos los sitios.

Y decidí añadir yo otra.

Estaba con él, y todo iba a ir bien.

Rodeé su cintura con mis brazos, aferrándome a mi salvavidas. Aferrándome a él para evitar caer de nuevo.

—Voy a sacarte de aquí, Olivia —me susurró, uno de sus brazos manteniéndome contra su pecho mientras la otra mano acariciaba mi pelo—. Voy a matar a tu padre y luego te ayudaré a huir. No volverán a verte si es lo que deseas.

Las lágrimas quemaron en mis ojos cuando los abrí, mi mejilla apoyada sobre su pecho. El ascensor hacía rato que había llegado arriba, abriendo las puertas para permitirnos el paso, pero ninguno de los dos se había movido. Nos mantuvimos así durante unos momentos más.

—Concéntrate en mi respiración, Olivia —me susurró, su mano acariciando mi cabeza—. Respira conmigo.

Así lo hice, regocijándome en la cálida sensación de seguridad. Cuando la presión se atenuó en mi pecho y pude recuperar la respiración, me aparté ligeramente de Rubén. Él me lo permitió, mirándome para asegurarse de que estaba bien. Una de sus manos permaneció en mi cintura, como si tuviera miedo de que al soltarme pudiera caerme. Me puse un mechón de pelo tras la oreja.

—Estoy mejor. —Le ofrecí una sonrisa tenue—. ¿Entramos?

Rubén asintió, su ceño permanecía fruncido por la preocupación. Salí primero del ascensor, caminando hacia su casa. Él se mantuvo a mi lado, su mano posada en el bajo de mi espalda mientras abría la puerta.

Thor se lanzó a nuestro encuentro nada más abrir, subiéndose a mi regazo irguiéndose sobre sus patas traseras.

—Eh... oye, oye —musitó Rubén agarrando al perro por el collar—. Baja, Thor.

—No pasa nada —murmuré con una media sonrisa, acariciándole la cabeza—. Está bien.

Thor se contorneó ante mis caricias, y Rubén le soltó el collar. Me dedicó una mirada que no supe descifrar, esbozando una sonrisa cálida. Rubén se volvió hacia la puerta, abriéndola completamente y entrando en casa. Olía a algo de pasta con verduras, quizás; el aroma salía de la cocina y llegó hasta el umbral de la puerta donde estaba, aun arrascando a Thor. Rubén avanzó hacia allí, haciendo aspavientos con una mano para apartar el vapor.

Mi Condena [Bilogía Condenados I] (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora