15. Un día en mi hogar

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Nishikata se encontraba durmiendo tranquilamente en su sala cuando su teléfono empezaría a sonar.
De no ser por esto probablemente nunca se hubiera levantado.

Nishikata: -bostezando- Que buen sueño me acabo de echar, siento como si hubiesen pasado meses desde la última vez que abrí los ojos.

Su teléfono se calmó, aunque soltaría un último ruido antes de apagarse.

Nishikata: ¿Será un mensaje?
-revisando- es de mamá.

El chico abriría su buzón.

Mamá N: Hola cariño, lo siento pero hoy llegaré más tarde a casa. Pedí comida a domicilio así que no te preocupes por tu almuerzo.
Te quiere, mamá.

Nishikata: Supongo que no esta mal, aunque -pensando- es algo sospechoso.

Ignorando por completo su preocupación inicial, el chico se recostaría una vez más en el sillón de su sala.

Nishikata: Bueno, aún es temprano. Pondré un despertador y dormiré 1 hora más para matar el tiempo.

Nishikata estaba a punto de poner la alarma cuando su timbre empezó a sonar.

Nishikata mente: Que raro, aún es muy pronto para la hora del amuerzo. ¿Será que el lugar quedaba cerca?

El chico caminaría hacia la entrada y abriría la puerta.

Nishikata: ¿Sí...?

???: ¡¡NIIIIISHIKATA SEN---!!

Nishikata: *cierra*

Nishikata: Parece que solo era un loquito.
-caminando devuelta-

El chico intentaría con todas sus fuerzas ignorar el insesante e irritante sonido que hacía el timbre de su casa al ser presionado tantas veces seguidas.
Pero por el bien de su cordura y la de sus oídos, abrió la puerta tras almenos 30 minutos de agonía.

-abriendo la puerta-

Nishikata: ¿Qué es lo que te pasa Hamaguchi?

Hamaguchi: ¡Eso debería decir yo! ¿¡Porqué me cerraste la puerta en la cara!?

Decía con una lagrimilla muy falsa en su rostro.

Nishikata: Lo siento, fueron mis reflejos de supervivencia.

Hamaguchi: ¿supervivencia?

Nishikata: Sí, como cuando los ciervos sienten la presencia de un cazador o como Peter Parker con su sentido arácnido.

Hamaguchi: ¿Acaso eres el spiderman de nuestro universo? -confuso-

Nishikata: ¡No! -facepalm- me refiero a que no quiero volver a correr peligro por ahora.

Hamaguchi: ¿Te he puesto en peligro antes? -más confundido-

Nishikata: Te recuerdo que por tu plan casi me muero por un golpe de calor dentro de una botarga. -desganado-

Hamaguchi: ¡Ey, eso no es cierto! Lo que te dio el golpe de gracia fue el camión no mi plan.

Nishikata: Solo dime que haces aquí.

Hamaguchi: Vine a visitarte por supuesto, ¿puedo pasar? hay algo de lo que quiero que hablemos.

Nishikata se percataría que el tono algo despreocupado que siempre caracterizó a este chico se esfumó en esa última frase. Debía ser algo serio.

Nishikata: Esta bien, puedes pasar.

Hamaguchi entraría sonriendo a la casa del chico, ambos se sentarían en la sala y continuarían hablando.

El arte de aprender a volar - KJNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora