Capítulo 02

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Capítulo dos: Ámbar Kyteler

—Creí que vendrías solo —murmuró el hombre galante. 

—Me alegra tanto que le acompañe la dama, señor O'Hara —levantó sus ojos verdes a Miguel y su acompañante —. De otra manera, me habría sentido culpable de insistir acompañar a Frank. 

Miguel llevó la copa de cristal a sus labios gruesos duraznos. —Para nada, hemos estado planeado esta cena por más de un mes que no vendría nada mal un poco de compañía. Aunque este momento solo es para ponserse al día sobre Alchemax, me satisface tanto que no caigamos en formlidades —hubo una pausa —; Lo siento tanto, olvidé presentar a Chloe Jones, una economista que trabaja para la empresa. 

Tanto Jones como Kyteler se miraron entre ellas y se saludaron con un estrecho apreton de manos; Francis hizo lo mismo. El grupo de compañeros cenaba en uno de los restaurantes más famosos de la ciudad; tenían la altura suficiente para mirar la ciudad en su punto más alto, como si fueran los dueños de esta. 

Miguel no podía sacar de su mente el apellido de la mujer frente a él; lo ha escuchado alguna vez, ¿pero en dónde? ¿En su universo o en el universo donde todo colapsó?

Kyteler... Ámbar Kyteler... 

En lo profundo de su mente, recuerda la voz dulce de su hija nombrando el apellido. 

—Entonces, ¿cuándo fue que ambos se conocieron? Francis y yo hemos sido compañeros de universidad, ese hombre ha sido demasiado quisquilloso a la hora de escojer pareja. 

—Miguel —Francis se pronunció con las cejas arrugadas mientras la carne sobre su plato estaba a medio cortar. Sin embargo, contrario a lo que creería, Ámbar soltó una risotada amortguando las palaras de O'Hara.

—En verdad me halaga que diga eso, significa que yo tengo algo que otras chicas jamás tendrán —o era egoísta, o ella conocía muy bien su valor —. Estudié derecho y me esforcé mucho para sobresalir en el enorme mundo de la abogacía; terminé en una oficina de Alchemax pero conociendo a un hombre espectacular. Yo fuí la secretaria que enamoró a su jefe.

Miguel se limitó a asentir a sus palabras, Chloe, la rubia que no había hablado para nada, observó a su susperior bajo el cuenco del ojo. Ámbar Kyteler es lo que ella desea ser. La castaña de ojos esmeraldas es su modelo, su prototipo, su ídola. Quería sentirse amada y querida en los brazos de Miguel, de la misma forma que Francis ama a Ámbar.

***

Aunque su ansiedad era fuerte, jamás se atrevería a prender un cigarrillo en medio de las calles de horario mañanero. Sobre todo porque quienes transitaban las aceras eran padres y madres de familia que acompañaban a sus hijos a la escuela. Jamás afectaría la salud de terceros. La mujer solo se limito a seguir su camino con dirección a su trabajo.

—Señorita Kyteler —saludó un hombre de las afueras, dueño de un puesto de abarrotes —. Ya está listo su café.

Sonó una pequeña campanada cuando la mujer atravesó la puerta. 

—Muchas gracias, Ángel —ella se perdió en los pasillos de frutas, que quedaba cerca de las estanterías llenas de revistas, periódicos, libros. Apareció por el cuenco del ojo un periódico en especial, le miró la portada y detrás y tras analizarlo lo llevó consigo.

—Parece que no ha dormido.

—Mucho trabajo, mucho papeleo —fue su respuesta, mientras sacaba el dinero de su cartera —. La vida profesional es dura. 

—Bueno, es dura, pero nada comparado al oficio; ganamos menos, nos esforzamos más. 

La mujer le dedicó una sonrisa. —No sé preocupe, Don Ángel. Yo no olvido de dónde vengo.

ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora