Capítulo 14

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Capítulo 14: El amor la muerte del deber


Desde el punto de vista de un agente:

Mi trabajo como protector de civiles es, entre todas las cosas, poner por encima de mi bienestar la integridad e intereses de la comunidad. Todo por un bien mayor, mencionan mis superiores, los veteranos, los que saben de estas cosas. Para comenzar a tejer una sociedad deseable y acorde a nuestros valores, no debemos matar, hay que evitar todo escenario que conduzca a la muerte de los criminales, pero cuando la moral y la justicia se encuentran prevalece lo más adecuado que beneficie al mundo. Aunque, se debe ser unos cerdos en esta granja para que funcione el mundo.

Nuestro capitán ha gritado las palabras trilladas que dicen los policías de las películas cuando detienen al criminal. También ha amenazado con abrir fuego si se niega y, como hemos leído del expediente de la psicóloga Kyteler en el que explica su poder, se la ha ordenado que evite articular los dedos de la mano o morirá a disparos continuos. 

«Morir».

Lo he pensado mucho, desde que me uní a esta organización. He hecho cosas buenas como malas. He matado de la misma manera que he salvado. He comprendido que no encuentro la diferencia entre nosotros, aunque, no sé si eso me hace un héroe como Spiderman o un villano como Ausen. Supongo que, somos iguales. Ambos tenemos las manos sucias, manchadas de sangre.  

—Sargento, tome a la mujer y llévela al séptimo piso —ordeno, después he de dirigirme con nuestro señor, el amo de la ciudad —. Señor O'Hara, acompañeme.

Por debajo de mi máscara de protección, miré como suspiraba hondo después de dejar en manos ajenas a la civil de cabellos rubios. De esa mirada sólida que siempre aparece en televisión, creí que sedería ante nosotros, sus protectores, pero me tomo por sorpresa verle hacer todo lo contrario. 

—No se atrevan abrir fuego —fue lo que dijo a la tropa de esta noche. A la mejor tropa enviada por su rescate —. Ha salvado mi vida.

—Y ha acabado con centenares más —mi capitán ha respondido, sin bajar el arma, dandonos el ejemplo para no hacerlo —. Hágase a un lado.

Es como, si en este mismo momento, dejara mi vida a un lado para pasar a ser un simple y llano personaje secundario que es testigo de la relación entre estos dos protagonistas. No existo más que para ellos dos y ser testigo de su desarrollo, conexión. Un hombre y una mujer. Él, al que he mirado por televisión y ha dejado en alto su fortaleza de firmeza ante todo mundo, lo he visto derrumbarse en desesperación por el charco de sangre que la rodea (pareciera que no le importaba la salud de la mujer rubia que lo salvó). Ella, la bruja psicópata que lucha por un idealización inalcanzable de cero criminales, y que los medios de comunicación la tachan de débil y vulnerable (razón por la que sale de su alcantarilla en días aleatorios) demuestra que no lo es, que su sangre y voluntad es de las más fuertes e inquebrantables de los humanos. Cualquiera en su lugar, habría muerto en batalla o tomando la cobarde decisión de terminar con su vida antes de enfrentar a la justicia y los gritos de justicia de los familiares asesinados.

—Capitán... creo que, al caer la noche y finalizar el día, no somos tan diferentes a Ausen —bajé mi arma —. Hemos matado. 

—¿¡Quieres que se te remueva de cargo, Sargento primero!?

—Si eso trae devuelta a las personas que maté, que así sea. 

Mis manos sueltan el arma. Mi fiel colega que me ha hecho compañía en cada misión desde que me uní a esta organización de Alchemax, ha sido una maldición. No recuerdo cuántas veces apreté el gatillo con dirección al cráneo de algún inocente, tampoco recuerdo sus nombres, ni el lugar donde fueron enterrados o incinerados. No puedo compararme con Ausen porque ella mató a quién lo merecía, pero yo apague el alma de corazones inocentes que no merecían ese destino. 

ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora