Capítulo 04

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Capítulo cuatro: Dos de Noviembre

Nunca fue su intención dejarla escapar, pero cuando las brasas tomaron intensidad y las tres muchachitas sobrevivientes estaban por morir calcinadas, Miguel fue objetivista.

Dejó atrás a Ausen para correr tras ellas, pero todo fue tarde porque el coche había explotado, creando una ola de expansión que lo hizo caer al suelo.

—¡No, no, no! —gritó desesperado. El humo no dejaba ver los daños causados, aunque sabía ya la respuesta.

—¡Ayuda, porfavor!

Las esperanzas de Miguel surgieron. Cuando el humo se dispersó fue testigo de como las tres mujeres y los cuerpos fueron protegidos por una barrera de cristal, semejante a la prisión que hizo Ausen para él. O'Hara rompió el cristal con tanta facilidad y desató los nudos de sus pies y muñecas. Las sirenas de policías, ambulancias y bomberos sonaban cerca. Spiderman levantó el rostro a una esquina del edificio con esperanza de verla. Sin embargo, ella había desaparecido.

—No te sientas mal por eso —Lyla se activo de su muñeca —. Pareciera que ustedes dos protagonizaron una escena al estilo Gwen Stacy y Peter Parker —Miguel recordó la delicadeza de su cuerpo.

—¿Qué? ¿De que hablas, Lyla? Ausen es mi enemiga.

Lyla se dedicaba a mirar sus uñas mientras platicaba con su creador. —Bueno, sí, ajá —lo tiró por loco —. Ya me encargué de que tengas una cita.

Spiderman arqueó el ojo, con esa máscara de día de muertos.

—Porque un transmisor que hice colocar cuando la tenías entre sus brazos me está señalando su ubicación.

—¿¡De verdad!?

—¡Sí! —carraspeó —. Si fuera humana, deberías aumentar mi sueldo, pero como no, deberías considerar dejarme descansar algunas horas extras.

—No.

—Bueno, entonces alguien tendrá que quedarse en casa porque cita no habrá.

Miguel se lleva ambas manos a la cabeza. Un poco más de paciencia le pedía al señor todopoderoso.

—¡Bien! Muéstrame la ubicación en tiempo real de Ausen —dijo, mientras tronaba los huesos de su enorme espalda y calentaba las piernas —. Si está a cinco kilómetros de aquí, tendré que ir volando.

Lyla se vio obligada a sonreír inocentemente.—¿Sabes qué? Ya no quiero el descanso.

—¿¡Qué!? ¡Enséñame el mapa!

—La conexión con mi monitor se interrumpió a pocos metros de tu Penthouse.

—¿Acaso ella se dio cuenta?

—¡Mi chip fue demasiado discreto como para que alguien lo notara! No fue culpa mía.

Spiderman suspiró hondo.

—Tal vez debas aceptar, que ella es más inteligente que tú, Miguel.

—¿Eso acaso tiene que dolerme?

—Pues sí, ¿no?

—No lo hizo —bufó caminando para regresar a casa, puesto que seguridad pública ya se encontraba en lugar. La prensa no tardaría en estar allí, y como no tiene energía para lidiar con ellos prefería marcharse —. Si dices que su última conexión fue cerca de mi vivienda, debo ir allá.

***

—¿Esas son todas tus cosas, cariño?

—No —contestó la ojiverde tomando las llaves de la mesa —. Iré por las últimas cajas.

ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora