Capítulo 05

166 29 8
                                    

Capítulo cinco: Entre psicólogas

Amatista Kyteler.

Ahora ya lo entiende. Miguel se quedó sin palabras, por lo que dejó toda la ofrenda en la tumba de su hija antes de decir algo.
Amatista se apresuró a sacar plática.

—Tal vez suene raro, pero respeto las tradiciones de cada alumno mío; me pareció un buen detalle visitarla el día de los muertos en México. Espero no se moleste, y si lo hace dígame para no volver a pararme por acá.

—¿Llevas años haciendo esto? —preguntó Miguel, de rodillas. Amatista tragó saliva seca, la voz del hombre salió tan gruesa y molesta.

Lo dejaría pasar, cualquier persona podría insultarle y a ella importarle en lo más mínimo, sin embargo, el hombre frente a ella se trata de O'Hara, el actual dueño de una gran empresa. No es cualquier hombre.

—Quizá está será mi tercera vez —musitó la mujer, con las manos en los bolsillos —. No he venido los anteriores cuatro años porque había estado lejos...

Miguel y Amatista comenzaron a andar por el cementerio. Había gente de origen mexicano celebrando su tradición en familia.

—¿Fue maestra de mi hija?

—No —negó para sorpresa de Miguel —. Yo a Melina la conocí durante mis años de servicio social. Cuándo la institución en la que estudiaba se enteró de la muerte de su madre, la asignaron a unas sesiones conmigo por miedo a... usted sabe.

—Ya veo —no pensó que una mujer de baja estatura y complexión pequeña no tuviera miedo de una «enorme bestia» como él. Lo siguió tratando como una persona normal y no una anomalía. En el fondo de sintió agradecido. Eran muy pocos quiénes lo trataban con habitualidad, y la gran mayoría de ellos solo quería sacar provecho de su dinero.

Quizás ella también sea una de esas trepadoras, por lo que pondrá límites.

—¿Tiene parientes en Alchemax? Quizá reconozca a Ámbar...

—Es mi hermana menor —irrumpió —. Ámbar y yo somos gemelas.

Hubo silencio en la conversación. Ámbar luce completamente diferente a Amatista; la primera carga su rostro con mucho maquillaje, utiliza prendas de primera mano, exclusivas y tiene un aire de chica pesada; contrario a la segunda que emana su madurez y resalta su poca belleza natural, sin maquillaje o prendas excesivamente pegadas a la piel. Tanto cabello como cuerpo natural.

Amatista rompió la conversación con O'Hara cuando miró la hora en su celular. —Debo irme —dijo.

—Agradezco que se haya tomado el tiempo de venir a visitarla hoy —dijo Miguel —. Cómo ve, la familia O'Hara es muy chica.

Amatista al levantar la mirada y ver ese rostro moreno melancólico, sintió pena. Qué horror haber perdido a tu esposa e hija y ser el único en vida, cuando se supone que debe ser él quien proteja a la familia.
Se apresuró a sacar una tarjeta de su bolso y ofrecerla a Miguel.
—Tome —le dijo —. Aunque me he especializado en la psicología educativa, también puedo con la psicología clínica.

Miguel tomó la tarjeta anonado. Si en este momento Jess o Gwen estuvieran escondidas detrás de un árbol, aprovecharían el momento para tomarle una foto al rostro de Miguel. Una expresión que dejaba atrás a Spiderman y traía de vuelta a Miguel.

—Sí.

—Yo aquí me despido —Amatista se detuvo y ofreció su mano —. Un placer conocerlo, señor O'Hara.

Miguel correspondió el apretón de mano. Algo intrigado por el uso de guantes de Amatista. Luego, se despidió de esos ojos azules y les dijo adiós. La observó marcharse por una calle diferente a la suya.  El hombre quedó parado en el mismo lugar hasta que sus ojos la perdieron de vista. Luego, su conductor, interrumpió sus pensamientos y lo llevó de vuelta al auto.

ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora