ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARA

Capítulo 17

Capítulo 17: Principios y valores

Amatista cursaba el sexto semestre de universidad cuando fue testigo de un ataque terrorista por parte de los europeos a los estadunidenses; a pesar de no ser Nueva York la capital, la ciudad estaba en la mira de los criminales para atacarla y dejar débil al país. Iba de camino al metro con prisa y sosteniendo fuertemente el libro en físico que le había obsequiado uno de sus profesores de la universidad —toda una reliquia debido a que ahora los libros se manejan a través de pantallas—, cuando se percató que los civiles corrían en el sentido contrario al que ella caminaba. 

Pero no era la única que estaba sin comprender la huida de cientos de neoyorquines , porque no se escuchaban ruidos ni disparos; Amatista creyó que se trataba de algún movimiento cultural de los jóvenes, y que en tal caso, no habría que preocuparse. Por ello, volvió a su ritmo y tomó el subterráneo que la llevaría a su institución. La clase obrera, asalariada y profesionistas novatos se encontraban en el vagón con el mismo destino a Brooklyn, por lo que, una vez dentro la azabache tuvo bochorno y se sofocó debido a su blazer beige largo. Antes de que el transporte avanzara ella se lo retiro sin problemas al igual que sus guantes para la nieve. 

Se sostuvo del tubo horizontal que cuelga del techo y con la otra mano abrió el libro de sociología para seguir con su lectura. Una de las pasajeras, sentada enfrente de ella, se interesó en el título de la obra cuando estaba analizando su manicura. 

— ¿Bourdieu? —preguntó la de lentes.

Amatista se exaltó ligeramente, y apartó la mirada de las líneas. — ¿Ah...? Sí. 

— Excelente obra. Excelente autor —dijo —. De los pocos que se enfocaron en hablar de los oprimidos.

— Claro —contestó tímida, hablar sin pena le era difícil. 

— Es un gusto conocerte —dijo —. Soy Helena Roche profesora en la universidad de ---------, y actualmente soy profesora de la licenciatura en Filosofía. 

— Amatista Kyteler, estudiante de psicología en la Facultad de psicología experimental en Brooklyn. 

La mujer de lentes suspiró. — Cuando tengas tiempo date una vuelta a la universidad donde trabajo; sé que eres de los míos. 

— ¿De los suyos? ¿A qué se refiere?

Sacó una tarjeta de su bolso y se la ofreció a Amatista. — Llama cuando nos necesites. No estás sola, hay cientos que creen en tus principios. 

Amatista divagó en su mente tratando de comprender sus palabras. 

¿Era acaso una señal de que no estaba enloqueciendo..? Cuando le comentó a su profesor la idea de exterminar a los asesinos como manera de «advertencia» para los que quisiera seguir sus pasos, él la tachó de lunática y loca, como era de esperarse. Pero quizá, oprimidamente, tenía tanta razón que era incomodo de aceptar para su profesor. Al escuchar « No estás sola, hay cientos que creen en tus principios» se aferró a su idea. 

— ¡Oye! —corrió detrás de la profesora que salía del vagón. Sin embargo, al darse la vuelta ante su llamada, una bala atravesó el cráneo de la mujer frente a los ojos de Amatista. 

Tembló. Sus ojos azules temblaron, y su rostro, perdido y traumado, tenía sangre en las mejillas y la frente. El blazer que cargaba sobre su mano estaba manchado de masa enfalica y el libro de Bourdieu tirado en un enorme charco de sangre. 

Ni siquiera conocía a la mujer, no fue su tía o su maestra, pero ver una vida desvanecerse ante sus ojos la hizo enloquecer. 

— ¿Profesora Roche..? —apenas murmuró en silencio, mientras los pasajeros corrían  evitándola.