Gerard y Frank están enamorados y planean toda una vida juntos, sin embargo, una terrible enfermedad se interpone en sus destinos.
{Frerard Fanfiction 11/04/23-_/_/_}
Gerard quería estar en frente de un espejo y reírse en su propia cara. Se había burlado tanto de Frank aquella vez que le hizo esa promesa y ahora estaba como el peor de los hipócritas, cortando en trozos iguales sus zucchinis.
—Cocina para mí… —había pedido después de besarle.
—Me encantaría… —respondió él, viéndole de esa forma tan profunda que estaba haciéndole perder la cabeza—. ¿Cuándo?
—Ahora —dijo sin vacilar, con esa sonrisa coqueta que tenía y sin más había comenzado a caminar de vuelta—. O nunca… —agregó a unos cuantos pasos de distancia al notar que su compañero no le seguía.
El artista no se esperaba que Frank negara mientras una sonrisa divertida se plasmaba en sus labios, había llegado hasta él, tomando su cintura y acercandolo para volver a besar sus labios.
—Está bien —dijo con un susurro sobre sus labios húmedos—. ¿Tú quieres ayudar?
—Claro.
—Te haré amar el zucchini.
—Ja, ya veremos —se había jactado descarado.
—¿Qué piensas de este? —la voz de Frank le sacó de sus recuerdos y le obligó a volver a enfocar su mente en lo que estaba realizando—. Zucchinis con eneldo crujiente.
—Mhjm, eneldo crujiente, me agrada —dijo sarcástico—. Pero, ¿quién usaría tanto eneldo en la vida? ¿En el mundo? —agregó con dramatismo y Frank se rió.
—Okay, dejemos el eneldo de lado —musitó—. Ahora tienes que poner las verduras juntas en la parrilla y dejarlas reposar por unos quince minutos.
Gerard se giró a verlo y antes de seguir sus instrucciones saltó para darle un beso en los labios, simplemente no se podía resistir a robarle besos cada que la oportunidad se le presentaba, y es que si, Frank le gustaba muchísimo. Ahora, casi un mes después de haberlo conocido podía decir con todas sus letras que estaba enamorado de la esencia de Frank y de su aura llamativa. Él era el arte más imperfectamente perfecta que podía existir nunca y aunque aún no se atrevía a decirle su primer te quiero, sabía que estaba ahí, quemando en su pecho y luchando una batalla descomunal en su garganta por querer salir. Gerard podía sentirlo y también estaba seguro que con todos sus gestos lo demostraba, era demasiado obvio pasar sonriendo en todo momento.
Y no es que Gerard fuese un tipo tímido o que ocultará sus sentimientos pero Frank había llegado para revolucionar su vida de la mejor manera posible.
Aún no estaban en una relación oficial pero Frank se había quedado a dormir en su departamento algunas noches, habían salido con los amigos de ambos y en esa ocasión Gee había estado sentado muy cómodamente sobre su regazo mientras comían helados. También habían ido al parque de ferias y habían tenido mucha diversión, verdadera diversión a cómo la había llamado Gerard. No podía dejar de lado las veces que se habían tomado de las manos en público, que habían compartido besos dulces y de las veces, cuando estaban en sus días a días, cuando se alegraban por recibir un mensaje del contrario.
—Ya está casi todo listo —susurró Gerard después de haber vuelto a colocar las verduras como Frank le había indicado.
—¿Si? Bien, porque hay algo que quiero mostrarte.
—¿Qué es?
Frank le hizo un gesto con la cabeza para que se volviera a acercar a él que estaba sentado sobre la encimera de la cocina, le abrió un espacio entre sus piernas y tomó su computadora que tenía a un lado suyo. Abrió el aparato y movió su dedo sobre el mouse hasta que la pantalla se encendió y mostró ante sus ojos el fondo de pantalla que cambiaba de imagen cada cinco segundos. Eran fotos de ellos juntos, compartiendo besos y sonrisas dulces, y por último una solo de Gerard, con el sol a sus espaldas y la mágica sonrisa que le regaló a Frank mientras caminaban por el parque el domingo anterior.
—Frankie, vas a derretir mi corazón.
—¿Te gusta? —preguntó.
—Mucho. Nunca había estado en el fondo de pantalla de alguien.
—Me alegro en ser el primero en tener toda tu belleza para mi —dijo y Gerard sintió sus mejillas arder. Frank volvió a poner su computadora a su lado y habló—, solo un tonto no haría algo asi.
—Ya basta, tonto —dijo y le dio un suave golpe en el pecho mientras bajaba la mirada al regazo de Frank.
No obstante, Frank tenía tanto para decirle que sentía que la vida nunca le iba a ser suficiente para terminar de hacerlo. Lo tomó por el mentón y le alzó el rostro, viéndole a los ojos esmeraldas, tan profundos y llenos de sentimientos puros.
—Estoy tan enamorado de ti —dijo—. Eres el ser humano más bello que he conocido en la vida, y no solo físicamente, eres hermoso en todos los aspectos.
—Frankie… —susurró pero Frank no le permitió continuar, acercó sus rostro y unió sus labios en un cálido y profundo beso, que solo terminó cuando el aroma de las verduras se hizo más fuerte y Gerard debió volver a ellas para evitar arruinar la cena.
Se estaba volviendo una costumbre que las palabras de Frank quedaron flotando en su mente, dejándole sin lugar a pensar en nada más. Solo veía los zucchinis frente a él y la sonrisa se hacía más amplia en sus labios.
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