✰ 05: El inicio de una vida juntos

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Gerard vivía en el cuarto piso de un enorme edificio de apartamentos, su lugar era agradable, no tan amplio pero tampoco minúsculo, simplemente era cómodo y perfecto. Y la idea de Frank, su novio, viviendo con él, le había enloquecido por completo. Ni siquiera podía explicar con palabras lo feliz que se encontraba, no había dormido mucho los dos días anteriores, guardando cosas, acomodando otras para que todo estuviera listo para la llegada de su nuevo compañero. Entre los dos acordaron hacer la mudanza ese fin de semana ya que querían estar instalados antes de la reunión con la familia de Gee el próximo finde.

Frank había estado en igual o peores condiciones que Gerard. Ignoró todos los pendientes, sabía de antemano que se le duplicarían pero que el Frank del lunes se preocupara de eso, en ese momento solo le interesaba acomodarse en casa de Gerard y empezar a vivir una vida juntos. A las 6 de la mañana en punto de ese domingo llegó el camión de mudanzas que había contratado y sus amigos llegaron tan solo dos horas después para ayudarlo en el proceso.

—A ver, de acuerdo, vamos a levantar esto —dijo Frank en voz muy alta mientras se acomodaba para cargar su sillón favorito.

—¿Ya lo tienes? —preguntó Mike desde el otro extremo.

—Si, a la cuenta de tres. Uno, dos y tres.

—Usa las piernas, Frankie —gritó Mike mientras levantaban el mueble entre los dos. No era tan pesado pero Mike era el rey del drama.

—Eso es, despacio… —dijo Frank, caminó despacio hacia atrás y bajó del camión por la rampa—. John, guía mi pie —molestó a su otro amigo que solo estaba viéndolos desde un costado—. Oye, Mike, ¿porque hay una caja en el sillón?

—Vamos a la mitad, no la voy a quitar.

—No la dejé ahí.

John giró los ojos y los ayudó a colocar el mueble en el suelo.

—Frankie, ¿estás seguro que esto cabe en el elevador?

—Si, lo medi como cuatro veces. ¡No! ¿Qué haces? —dijo al ver como Mike simplemente se dejaba caer sobre el sillón, no le quedó más remedio que suspirar y esperar a que su amigo quisiera continuar—. Bien, tomemos un descanso.

—Hola, ¿cómo van? —saludó de pronto la voz dulce de Gerard. Llevaba el cabello rojo atado en una alta coleta de caballo y vestía unos shorts de hacer ejercicios, una camisa negra con la leyenda “Pool Boy at the Vampire Mansion” y unas converse negras—. Veo que trabajan duro.

Apenas dijo la última frase, Mike se levantó de un salto de su lugar y estiró sus brazos, tal y como si no hubiese estado fingiendo frente a Frank lo cansado que estaba por cargar un sillón a unos tantos metros de distancia.

—Hemos trabajado todo este tiempo —añadió con seriedad.

—No puedo imaginar lo difícil que es mover un sillón —le atacó Gee con sarcasmo—. Amor, ¿cuantas cajas más piensas subir?

—No son tantas cosas, de verdad. Quizás unas veinte.

—No creo que tengamos espacio para tantas —dijo Gee mientras reía e iba hacia el camión para ver qué más había ahí adentro; ya llevaban casi tres horas metiendo cajas con cosas de Frank y aún no parecían terminar—. Vamos a necesitar una bodega.

—¿Qué? No necesitamos una bodega, todo cabe aquí.

—Cada caja tiene una etiqueta de cocina o de libros.

—Parece que es mucho pero no es tanto.

—Es porque Frankie es un acumulador empedernido de mierda… —gritó Mike y Gerard negó mientras continuaba revisando.

For All Life ➻FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora