✰ 07: Debes traer esto a Sal y Pimienta

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El almuerzo que habían preparado para la madre de Gerard había sido un completo éxito así como la relación que se forjó entre ella y Frank, sin embargo para todos había sido una pena que Mikey no hubiese podido llegar ni tampoco el resto de sus amigos, así que tan solo unas semanas después habían organizado, con la ayuda de Donna, una especie de fiesta que por supuesto tendría a Gerard y Frank como los anfitriones.

Eran los últimos días de Agosto y recién habían cumplido un poco más de dos mes de estar viviendo juntos así que aprovecherían la ocasión para celebrar oficialmente que estaban establecidos en su hogar. Durante ese tiempo Frank había continuado trabajando arduamente pero había logrado establecer un buen límite entre su horario laboral y la vida de pareja; y Gerard, aunque no del todo satisfecho, lo aceptaba un poco más.

Frank ya había conocido a Mikey Way, aunque todavía no tenía la oportunidad de ir a Sal y Pimienta así como tampoco su cuñado se había deleitado con su deliciosa sazón de la cual su mamá y su hermano no paraban de hablarle.

La poca cercanía física no había impedido el hecho de que Frank y Mikey se hicieron buenos amigos, de hecho, él era una de los principales secuaces que el oji avellana había tenido para preparar la sorpresa que le daría a Gee al día siguiente de la reunión en casa.

—¿Por qué? Tenía un grupo de breakdance y hacía toda la coreografía… Les voy a demostrar como se hace —gritó Mike con alegría mientras intentaba sostenerse sobre el suelo con una de sus manos, sosteniendo en la otra una copa de vino.

Los amigos de Gerard y Frank ya estaban todos reunidos, conversaban tranquilamente y Mike, como siempre, trataba de ser el centro de atención. Becky trató de advertirle que no lo hiciera pero fue muy tarde, había derramado la mitad del vino sobre la alfombra blanca de felpa en la sala.

—¡Oh! No te preocupes —dijo Gerard con una suave sonrisa al acercarse rápidamente para limpiar—. Mamá, ¿puedes ayudarme?

—Consiganme sal, vinagre blanco y jabón de trastes —pidió y se acercó con un paño entre sus manos—. Y no más vino para Mike.

—Ustedes lo invitaron —se burló John desde una esquina en la sala y todos se rieron.

Se mantuvieron entretenidos por un largo rato hasta que Frank les interrumpió, llamó a Tucker para entregarle una bandeja con bocadillos que acababa de terminar de preparar mientras revisaba su reloj de mano y notaba que casi estaba listo el platillo principal que tenía en el horno.

—Huele increíble —susurró Mikey que hasta el momento había estado sentado en un sofá tomando su copa de vino—. ¿Qué estás cocinando? —le preguntó a su cuñado una vez cruzó los pocos pasos que lo separaban de la cocina.

—Hola Mikey… —contestó mientras revisaba con cuidado el bowl recién sacado del horno—. Es risotto con salchichas griegas, pasta y algo de coco.

—Mmm, dame —pidió y Frank asintió, se apuró a tomar una cuchara y servirle un poco.

—Cuidado, está caliente.

—Wow —exclamó abriendo de más los ojos mientras degustaba. Gerard se acercó a ellos en ese momento—. Acabas de confundirme, no puede ser que unas salchichas griegas sepan tan bien con coco. ¡Gee! ¿Ya probaste?

—Es increíble.

—¡En serio! Oye, sin dudas serviría esto en mi restaurante —dijo seguro mientras pedía otro bocado—. Mi chef necesita esta inspiración.

Frank sonrió y bajó la mirada un poco apenado pero los demás platos que estaba preparando demandaban su atención. Gerard le dio un rápido beso en la mejilla y los volvió a dejar solos en la cocina, no se había alejado lo suficiente cuando escuchó el comentario de su hermano, uno que le hizo voltear a ver y sentirse lleno de orgullo por su novio.

—Debes traer esto a Sal y Pimienta —aseguró—. Quiero que trabajes conmigo, Frank. ¿Qué más hiciste?

—Un poco de boik choik al mojo de ajo, zanahorias miso y esto de aquí, es un pollo agridulce en salsa de naranja.

—Eso es maravilloso —le alabó entusiasmado.

Gerard tenía una amplia sonrisa en su rostro. Le encantaba escuchar como el arte de Frank era elogiado de esa forma por su pequeño hermanito; no podía ver las horas de mirar el rostro sonriente de Frankie, haciendo una de las cosas que más le gustaba. Estaba seguro que ahora que la propuesta había sido hecha por su propio hermano, sería más fácil que Frank se deshiciera de su trabajo tormentoso.

—¡Tienes que probar esto!

—¡Es una delicia!

—¡Nunca había probado esto!

—Yo voy a tomar más de esto…

El murmullo de voces hacía eco en los oídos de Frank mientras su corazón latía con deleite por todos los comentarios y halagos agradables hacia su comida. Le tomó más de un par de horas preparar toda aquella mesa con comida que olía exquisito pero sin duda valía toda la pena; cada quien era libre de tomar sus porciones en sus platos para después pasar al comedor y comer todos juntos.

—No, no, no. Tú, te sientas a la cabeza, chef —ordenó Gerard una vez todos tuvieron sus respectivos lugares en la mesa.

La cena transcurrió tranquilamente, los comentarios continuaron e incluso fueron mucho más efusivos a la hora del postre. El único inconveniente para Frank fue el pinchazo que volvió a sentir en la parte inferior de su costado derecho, quizás estaba muy cansado, agradecía mucho que Gerard hubiese estado enfrascado en la plática y no notara su incomodidad, no quería arruinar nada para él.

—Frank, Gee, quiero agradecerles —dijo Becky alzando su copa de vino blanco—. Si no me hubiesen invitado, probablemente estaría cenando comida congelada.

—Ésta es tu casa, B —correspondió Gerard y antes que hicieran el pequeño brindis, volvió a tomar la palabra—. Esperen un segundo, Frankie y yo también queremos agradecerles por estar con nosotros. Ahora nuestra casa se siente como un hogar.

—¡Por Frank y Gerard!

—¡Salud!

Todos chocaron sus copas y Frank se acercó a su novio, escondió su rostro en la curvatura de cuello e inhaló su aroma dulce. Plantó un suave beso en esa parte y arrastró sus labios hasta su oreja.

—Gracias, mi amor —susurró completamente feliz por la vida que tenía ahora a su lado.

—Gracias, mi amor —susurró completamente feliz por la vida que tenía ahora a su lado

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