✰ 06: Aquello de lo que habla la literatura

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Gerard había hecho su mayor esfuerzo para no decir nada pero ver como su novio se consumía frente a esa computadora le molestaba mucho más de lo que debería. Frank parecía no notar que en esa empresa lo estaban explotando o era que en realidad necesitaba mucho el trabajo y por eso no decía nada, de cualquier manera, Gee no lo entendía.

Llevaban ya casi una semana viviendo juntos y al menos por tres días Frank se había quedado hasta tarde, sentado en la mesa de la cocina o en el sillón en la sala con la computadora en sus piernas y la vista pegada a la pantalla mientras sus dedos se movían sin parar sobre el teclado. Ese viernes por la noche no era la excepción, Gerard había planeado una salida con los amigos de ambos a ver una película o a tomar unos tragos y pasarla bien pero desde que el castaño había llegado se había enfocado en aquel aparato.

No quería discutir por eso y para aprovechar el tiempo y tener todo el fin de semana libre, ya que vería a su mamá y tendría una pequeña fiesta en el apartamente, la cual estaba casi organizada, al menos su novio no se había olvidado de ayudarlo con ello; Gerard se dispuso a dejar preparada la clase que daría el lunes e incluso le dio oportunidad para planificar la de los días posteriores. Se levantó del escritorio donde había estado trabajando casi veinte minutos para las diez y suspiró al ver que Frank seguía en la misma posición desde hacía dos horas que le había dedicado la última mirada.

El pelirrojo se dirigió a la cocina a buscar algo de comer. No había cenado ni Frank tampoco pero no tenía ni la más mínima pizca de ganas de cocinar, quería comer algo e irse a dormir. Encontró pizza en el refrigerador, colocó todos los trozos en un plato y sirvió un vaso con refresco para los dos, con un poco de expertis acomodo el palto y el vaso en su mano izquierda mientras en la derecha sostenía un trozo de pizza fría que se iba comiendo mientras avanzaba el corto espacio hasta la sala.

—Frankie, ya son las diez. Come algo —dijo con el tono de voz más fuerte de lo que pretendía. Asentó la comida en la mesita de noche y se sentó sobre un cojín en el suelo.

—Creí que calentarías la pizza, amor —dijo Frank tras dedicarle una corta mirada antes de seguir con lo suyo.

—Nope, ésta noche comeremos frío, chef.

Gerard siguió comiendo de su trozo, masticando con suavidad e intercaló con cortos tragos de la bebida. Frank le dedicaba miradas muy cortas y rápidas pero trató de estar en silencio para no distraerlo, aunque le disgustaba ese asunto no era capaz de obligarlo a dejarlo de lado. Fue hasta que un suspiro involuntario se le escapó que Frank volvió a hablar.

—Ya sé, lo siento —se disculpó pero Gerard negó—. Solo tengo que enviar esto y listo.

—No…

—Es lo del día de hoy…

—Yo lo siento más, Frankie —dijo y no pudo evitarlo, su enojo por la situación habló por él—. Has trabajado hasta tarde casi todos los días esta semana… pero, sigue trabajando, tranquilo, amo la pizza.

—Amor… conozco otra forma de calentar la pizza y sabe mucho mejor —replicó con una más de sus típicas bromas sin sentido. Sabía que Gerard estaba molesto pero lo que menos quería era discutir con él por algo que estaba más que consciente, Gee tenía toda la razón. A cambio de su broma recibió un trozo de piña sobre la camisa lo cual lo hizo reír y al fin colocar la computadora en la mesa de noche—. Es broma… —dijo y tomó su trozo frío de pizza y lo comió.

Frank de pronto se sintió triste por ver a Gerard ahí sentado, esperando con paciencia, dócil y sin decir nada aunque estuviera en contra de lo que estaba haciendo, él mismo sabía que se estaba esforzando demasiado, aun con todo eso su novio no le decía nada. Podía ver en sus ojos que se decepcionaba pero también estaba en ellos aquel brillo que lo enamoraba cada día más. Eso que estaba viviendo era lo que leía en la literatura, aquel llamado amor verdadero. Cursi, quizás sí, pero se atrevía a decir que era de los sentimientos más bonitos y cálidos. Ese confort que le brindaba la compañía de Gerard y la pureza que veía en esos ojos cristalinos, él lo definiría como un amor sincero.

Decidido comió su pizza en grandes bocados y se levantó de un salto de su lugar, fue al espacio donde tenían el tocadiscos y buscó entre todos los vinilos uno de The Carpenters, sabía lo mucho que a Gee le gustaba escucharlo en especial cuando sonaba Superstar. Apenas la melodía suave inundó la sala de estar del departamento, confirmó que no se había equivocado de elección, esa sonrisa de dientes pequeños se lo aseguraba.

Le tendió la mano a su novio para que se levantaran y una vez lo tuvo frente a él lo tomó de la cintura y comenzaron a bailar con suavidad.

—Lo siento, Gee —se disculpó esta vez más sincero.

—No, Frankie, no te disculpes —dijo mientras apoyaba su cabeza en el pecho del contrario y se abrazaba de sus hombros anchos—. No estoy molesto ni nada, solo me preocupa ver cuánto te estás esforzando en esto. Ni siquiera has tenido ánimos de cocinar.

—Lo sé, Gee.

—Sé que quieres renunciar…

—Lo haré, solo debo aguantar un poco más.

—¿En serio?

—Si —dijo sin más y de momento aquello fue suficiente para Gerard—. Ya no trabajaré más este fin de semana y te prometo que la pasaremos muy bien.

—Gracias, amor.

Frank le respondió plantando un beso en su coronilla. El aroma frutal de su cabello le encantaba, quizás por eso dormía tan tranquilo todas las noches mientras ese suave olor lo embriagaba. En verdad esperaba que todo valiera la pena cuando el día llegara y cumpliera con el sueño que estaba planificando. Esperaba de todo corazón que Gerard se sintiera tan feliz como él lo estaba.

Feliz e ilusionado con el futuro que veía junto a su novio.

Feliz e ilusionado con el futuro que veía junto a su novio

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For All Life ➻FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora