✰ 08: Hasta que te conocí

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Mientras recorrían aquel camino que tanto significaba para ambos, las manos de Frank temblaban sin parar y comenzaba a sentir demasiados nervios. La ansiedad estaba creciendo a pasos de gigante desde la boca de su estómago.

En ese lugar había sido su primera cita con Gerard. Miró la parte de abajo de aquel puente y pudo visualizarlos a ambos, unos meses atrás, haciendo una broma tonta. Ahora estaban ahí, él a punto de hacer una de las cosas más importantes de su vida y Gerard, iluminando su día con esa sonrisa brillante.

Recordó como la noche anterior su novio estuvo a punto de descubrir todo el plan y se rió por lo bajo.

—Oigan, todos escuchen —susurró Frank después que Gerard abandonó la habitación para ir en busca de los abrigos de sus amigos—. Mike, ven acá, levántate de ahí, ahora...

—Ya, dinos.

—Conseguí al trío. Ya les dije todo el plan, solo necesitamos que la banda esté lista al atardecer.

—Si, estarán listos también. Confirmaron la hora y todo.

—Okay.

—Todo saldrá bien... —susurró Becky en el momento en que Gerard aparecía en la puerta. Todos saltaron en sus lugares y fingieron no estar haciendo nada ante la mirada del pelirrojo.

—¿Qué? —preguntó.

—Nada.

—Lo normal.

—La cena estuvo genial.

En verdad que había tenido mucha suerte al no ser descubierto, se había esforzado mucho con todos los detalles.

—Puedes entrenar cuervos o urracas para, no que sean tus mascotas, pero sí que estén cerca de ti —comentó Gerard, estaba tan intrigado en su debate que no había notado lo nervioso que estaba su novio y como le miraba a cada tanto—. Porque si lo piensas realmente sería como...

—Amo como funciona tu cerebro —dijo logrando dejarlo sin palabras.

—Eres un tonto, pero es en serio lo que pienso...

Habían llegado hasta el borde del puente. El momento había llegado. Frank suspiró y cerró sus ojos un corto momento antes de comenzar a cantar en voz alta.

—You are my sunshine, my only sunshine —cantó y continuó caminando unos cuantos pasos más, soltando la mano de Gerard—. You make me happy when skies are gray...

—¿Qué estás haciendo? —preguntó volteando a ver en todas direcciones pero parecía que no había nada más que ellos—. Frank.

—You'll never know, dear, how much I love you...

—¿Podrías escucharme? Estás haciendo que me muera de la vergüenza...

Pero Frank no le prestó atención a sus palabras, simplemente avanzó hasta la zona verde y pronto una suave percusión le acompañó su cantar. Así como también un coro de voces y muchas personas se conglomeraron alrededor de ellos, todos sonriendo, cantando y con globos de colores en sus manos, estos se movían en todas direcciones con las olas suaves de viento.

—The other night, dear, as I lay sleeping... I dreamed I held you in my arms...

—¿Qué hacen todos aquí? —preguntó en un hilo de voz cuando avanzó también y notó que todas las personas que estaban ahí eran sus amigos y familia.

—When I awoke, dear, I was mistaken... So I hung my head and cried...

—Oh por Dios —musitó cuando su confusión se convirtió en una enorme sonrisa y las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos.

Veía la sonrisa que Frank le ofrecía, tan radiante y lleno de amor, su mirada avellana tan profunda y esa aura que había visto en él cuando le conoció más abrumadora que nunca. Recordó la primera vez que estuvieron ahí, Frank se arriesgó y cantó para él, y después tuvieron su primer beso. Todo era tan hermoso e irreal.

—Gee, ahora intentaré ser muy adorable, ¿si? —dijo Frank cuando los últimos acordes de las guitarras seguían sonando y todos le prestaban atención.

Gerard asintió y continuó sonriendo como nunca lo había hecho en su vida. Sabía que su hermano, su mamá y sus amigos estaban ahí pero no podía ver a nadie más. Era solo Frank frente a él.

—Nunca supe lo mucho que podía llegar a amar, hasta que te conocí —dijo Frank y se arrodilló.

La luz de la luna les iluminaba y no había más sonido que el del agua cayendo en el pequeño lago que bordeaba el puente. Las manos de Gerard comenzaron a temblar al unir todos los puntos y ya no pudo retener más las lágrimas.

—Y mi amor por ti solo crece más, cada día que pasa —confesó—. Despertar a tu lado, en verdad, te tengo tanta suerte...

—No digas eso... —interrumpió Gerard en un hilo de voz—. Yo soy...

—Pero, es más que suerte —continuó Frank y sonrió—. Tu me haces sentir que puedo hacerlo todo. Podemos hacerlo todo...

—Si.

—Quiero hacerlo todo —afirmó sacando de su chaqueta una pequeña cajita de terciopelo, Gerard se cubrió la boca con las manos y todos comenzaron a susurrar—. Y nunca he querido nada más... solo que tú, seas mi esposo...

—Frankie...

—Ahora o nunca —dijo mientras sostenía el anillo entre sus dedos y sonreía ampliamente, sus ojos brillando a la luz de la luna silvestre que era testigo desde el cielo de su acto de amor.

—Si... —dijo—. Si, Frankie, si...

Frank se puso de pie y lo abrazó por la cintura antes de besarlo. Los gritos y aplausos llenos de felicidad no se hicieron de esperar.

—¡Me voy a casar! —gritó Gerard una vez el anillo estuvo en su dedo.

Pronto los abrazos los rodearon y Gerard no pudo sentirse menos feliz y agradecido con la vida.

Pronto los abrazos los rodearon y Gerard no pudo sentirse menos feliz y agradecido con la vida

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