capítulo 1O.

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― Hijo, por favor... ― Rogó Rose en la pequeña cocina, con sus ojos pidiéndole a Seungmin sentado en la silla que lo ayudara a convencerlo. ― Piénsalo, sabes que es una buena opción.

― Ya te he dicho que no, te agradecería que dejaras de insistir mamá.

La mujer relajó los hombros y pasó una mano por su cabello, buscando las palabras correctas en su cabeza para convencer a su hijo. Lo ama, es de su sangre, lo educó para ser un hombre fuerte e independiente, pero ese orgullo que tiene como escudo no le deja ver la ayuda que su madre le brinda. Y no solo es egoísta con sí mismo, si no también con Seungmin, ese chiquillo de bonitos ojos y personalidad tan amable como tímida, aquel que lleva a su nieto en su vientre y que logró ganar su cariño.

Seungmin ya es parte de su pequeña familia, y también quiere cuidarlo.

―Cariño, por favor... No te lo pido sólo porque quiera lo mejor para ti, si no también para Seungmin y tus hijas.

Como madre conocía a Minho más que nadie, y ver sus hombros tensarse y la casi invisible mueca en su rostro le dijo todo.

Minho aún no acepta su realidad.

Tomó entre su dedo índice y el pulgar el puente de su nariz, bufando y al instante luciendo cansada a los ojos dorados del chico en la esquina de la cocina. Seungmin no quería meterse en su discusión, era entre madre e hijo, pero la señora Lee insistió en que se quede, que lo que diría era para ambos, pero Minho parecía no querer escucharla.

Igual que su padre.

Con cuidado se levantó y sirvió agua en un vaso de cristal, entregándoselo a Rose, brindándole una sonrisa. La mujer lo tomó agradecida y Seungmin volvió a su lugar.

Rose le dio un sorbo sintiéndose más aliviada y prosiguió. ― Seungmin me ha dicho el problema de tu espalda, y déjame decirte que un descanso no te hará nada mal. Los problemas en tu trabajo no parecen hacer nada más que llenarte de estrés y si enfermas eso daría muchos más problemas de los que crees.

Minho frunció las cejas hacia el pequeño cuerpo de Seungmin, sus ojos verdes penetrando los dorados del menor, que con vergüenza desvío la mirada. Su mirada delataba una cosa y una sola cosa.

Eres un chismoso, es lo que trata de comunicar. Era tan obvio que Seungmin cerró los ojos avergonzado, sintiendo aún su mirada.

― No lo mires así, yo fui la que insistió. ― Dijo su madre ya cansada de la actitud de su hijo.

"Completamente igual a su padre" pensó con pesar.

― Mamá...

― Escucha, Minho. Venir a casa conmigo es un gran beneficio para ustedes. Éste lugar es una ratonera y el barrio es sumamente peligroso...

Seungmin coincide con ella en silencio, pero tampoco puede quejarse, al menos tienen un techo.

― Entiendo que no te alcance para poder rentar un lugar mejor, pero si vienes a casa conmigo y dejas tu orgullo de lado podremos ayudarnos mutuamente. Aunque la casa no sea la mejor, tiene el espacio suficiente para nosotros tres, el vecindario es tranquilo, y hay muchos puestos cerca donde podrías buscar empleo si deseas, o podrías quedarte en el lugar en el que estás.

Rose mira a Seungmin y este le regala una pequeña sonrisa, dándole su apoyo, pues está más que de acuerdo en mudarse con ella.

― Sería tu decisión... Pero hijo, sabes que lo que te digo es para el bien de ambos, estar conmigo un tiempo hasta que su situación mejore, no se preocuparían por la renta y yo podría cuidar de Seungmin por las tardes, cocinarles a ambos porque sé cuanto odias cocinar y Seungmin no puede hacerlo por su embarazo...

Suspira, trata de ver a Minho a los ojos pero este la evita, solo mira el suelo con los brazos cruzados, pareciendo completamente indiferente a sus palabras.

Sabes que esto es lo mejor. Confía en mí, hijo. Es lo mejor.

Seungmin quiso abrazar fuertemente a la mujer en forma de gratitud, Rose siempre pensaba en ellos, realmente quería abrazarla pero sentía que no era el momento correcto. Su propuesta era lo mejor para ellos, pero si Minho no deja ese orgullo de lado no podrían hacer nada.

― Yo... Debo pensarlo, pero hasta entonces es un no.

Por un lado su actitud sobreprotectora hacia Seungmin lo querían hacer ceder, pero otra parte de él que es su orgullo no se lo deja. Entonces, Minho estuvo decidido a salir de la cocina, pero una mano pequeña y suave lo tomó de la camiseta, haciéndolo voltear con su típica mirada fría y expresión neutral pintada de ligera confusión.

― Lee... Por favor...

Y una vez más esos ojos le expresaron tanto y nada.

Súplica, anhelo, comprensión, tristeza, desesperación.

Es absurdo, sólo son un par de ojos dorados que lo miran suplicando, pero sentía que habían emociones ocultas en sus luceros que sólo el podía presenciar. Eso, de extraña manera, lo reconfortaba; ser el único que podía verlos.

― Si quieres decir algo, te escucho.

― Es una muy buena opción, Minho. ― Dijo su nombre como sólo pocas veces hacía, cada que debía de ponerse serio y decir algo importante. ― Entiendo que creas que estamos mejor aquí de forma independiente, lo comprendo, hemos podido sobrellevar todo este durante casi cuatro meses, pero deberías tomarte esta opción como la mejor que tenemos hasta ahora. Yo estoy de acuerdo, pero también necesito que tu lo estés... Por favor, dime que lo pensarás bien.

Minho sólo tenía la mirada pegada a esos bellos ojos dorados enmarcados de las pestañas gruesas y rizadas del más bajito. El aire entró con cuidado por sus fosas nasales y salieron despacio por su boca al igual que las palabras.

― Está bien... Supongo que si estás de acuerdo con lo que dice mi madre debo considerarlo mejor. Pensaré sobre algunos asuntos, y luego les daré mi respuesta.

Seungmin pareció satisfecho y asintió dejando la muñeca de Lee con un ligero sonrojo en sus mejillas. Cada que se tocaban estaba ese sentimiento de deseo y cariño, por más mínimo que sea, quizás nada, pero para Seungmin nada era mucho y para Minho mucho era igual que nada, lo ignoraba.

― ¿Te quedarás un rato más? ― Volteó a ver a su madre quién asintió. ― Bien, yo iré a descansar un momento, me despiertas cuando quieras ir a casa, ¿Si? Yo... me quiero despedir de ti.

Su madre asintió con una cálida sonrisa. ― Tu quieres llevarme hasta casa, no me engañas; me quieres cuidar, eso es dulce, pero no es necesario. ― Dijo Rose leyendo a su hijo, lo conocía tan bien, como si fuera la palma de su mano. ― Igualmente te avisaré, descuida.

Lee sólo formuló una pequeña sonrisa sincera en sus labios, era bueno estar rodeado de sus personas especiales.

Seungmin era especial en cierta forma.

― Charlaré con Seungmin un tiempo, luego te aviso, ¿Si? Tenemos que ponernos al día. ― Bromeó sacándole una risa genuina al menor.

― Me parece perfecto.

Sin nada más que agregar se retiró a su habitación, estaba seguro que dormiría un par de horas. Cerró los ojos con cuidado. Seungmin y el bebé debían de ser su prioridad en este momento, pero sólo podía pensar que regresar a su antiguo hogar sería... Un paso atrás.

Tenía mucho en que pensar.

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gracias por leer<3

desire of love ✧ knowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora