Capitulo 8

32 3 0
                                    

Camila

—¿Qué tal va todo? —preguntó Dinah. La había llamado de camino a la villa.

—Bien, creo. Hoy he conocido a los clientes y son muy agradables, casi todos, al menos.

—¿Hay alguien que no?

—Desde luego, no conmigo, al menos. La Hermana de en medio, Lauren.

La recordé sentado a mi lado en el bar y se me aceleró el ritmo del corazón. No conocía a nadie a quien le quedara tan bien una camiseta. ¿Se habría dado cuenta de cómo le miraba el pecho? Sus ojos también me gustaban. Eran oscuros, pero salpicados de motas doradas. No me había pasado desapercibida la forma en que observaba mis piernas, ni cómo se esforzaba por no acercarse demasiado, ni la chispa que había saltado al darnos la mano. Había algo. ¿Por qué era tan idiota conmigo?

—¿La que está buena? He visto la foto de la web.

Me mordí el labio.

—¿Te parece que está buena?

—Joder, ¿a ti no?

—Sí, supongo que sí —respondí con cautela y me apresuré a añadir—: Pero no es mi tipo.

—¿Por qué no?

—Para empezar, es una granjera desaliñada y sudorosa a la que le hace falta

un corte de pelo. Además, es cabezota, cascarrabias y no tiene modales. —La verdad es que me daba igual su pelo, que fuera sin arreglar o lo sudada que estuviera. Esa noche estaba aseada y peinada y olía de maravilla. Había tenido que resistirme para no inclinarme y olerla.

Dinah se rio.

—¿Cascarrabias sobre qué?

Mientras caminaba, le conté lo que había pasado en la reunión con los Jauregui y lo que me habían contado sobre Lauren. Cuando llegué a lo de su esposa, jadeó.

—Dios mío, ¿qué le pasó?

—Un conductor borracho.

—¡Qué horror!

—Lo sé. Es terrible. Todavía lleva el anillo. —Me había dado cuenta de inmediato en el bar—. Georgia dice que estaban muy enamoradas.

—Menuda mierda, pobre Mujer. Por eso la gente no debería casarse, pasan cosas malas.

Tuve que sonreír.

—¿Mani ha vuelto a tirarte indirectas?

—Sí. Si se declara, la mato.

—No seas idiota. Estáis locas la una por la otra, lleváis juntas más de año y medio y vivís bajo el mismo techo desde hace meses. ¿Por qué no casarse?

—¡Porque somos felices! —rebatió, como si fuera una buena explicación —. ¿Para qué joderlo?

Suspiré y eché un vistazo alrededor. ¿Había tardado tanto en llegar al bar? —Lo que tú digas. No te cases. Creo que me he perdido.

—¿Dónde?

Me detuve y di una vuelta entera. Nunca había visto ese parque de la esquina, estaba segura. No hay nada más escalofriante que un parque por la noche.

—Volviendo del pueblo a la villa donde me alojo. Joder, no era tan difícil.

Dinah se rio.

—Cuelga y abre Google Maps. Mándame un mensaje cuando llegues para que no me pase la noche preocupada pensando que estás dando vueltas sola y a oscuras.

—Vale.

—Y llámame mañana para hablar de las estrategias que se te hayan ocurrido.

—Lo haré. Quiero investigar un poco más y pensar más ideas, pero ya se me han ocurrido algunas cosas. El presupuesto es limitado.

Después de Caer (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora