Capitulo 6

25 2 0
                                    

Camila

Llamé a la puerta acristalada de madera de la pintoresca casa blanca de Chris y Georgia Jauregui a la una de la tarde para nuestro almuerzo de negocios. Mientras esperaba en el porche, eché un vistazo alrededor. La casa estaba a unos treinta metros de la carretera, en el lado oeste, pero orientada hacia el este, en dirección al lago. Había venido en coche, pero podría haber llegado a pie sin problema. La casa, aunque era vieja, estaba bien cuidada. La pintura blanca de la fachada era nueva y había cestas con flores colgando en el porche. A ambos lados de la entrada había unos sillones con aspecto de ser muy cómodos.

A la izquierda de la casa había abedules, un columpio para bebés y unos cuantos juguetes esparcidos por el césped. Más allá de los árboles se veía un gigantesco granero rojo y, detrás, uno blanco. A la derecha de la casa había un garaje y, al otro lado de este, unos árboles más pequeños plantados en filas. ¿Manzanos, tal vez? Más adelante se veía un camino de tierra y, justo enfrente, una enorme y antigua villa victoriana, abandonada a juzgar por el aspecto de la pintura descascarada y los jardines cubiertos de vegetación.

Estaba a punto de volver a llamar cuando la mujer rubia de la foto abrió la puerta con un bebé regordete en brazos. Llevaba el pelo más corto, más o menos por la barbilla, y estaba mucho más delgada.

—Hola. ¿Georgia?

Esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

—Camila, supongo. Pasa.

Entré en el vestíbulo y le ofrecí la mano.

—Camila Cabello.

Me la aceptó con un apretón firme, después cerró la puerta y cambió al niño de lado.

—Georgia Jauregui. Y este es Cooper. Estaba a punto de acostarlo, es la hora de la siesta.

Sonreí al bebé de mejillas sonrojadas.

—Dulces sueños, Cooper.

—Espérame en la cocina, está por allí. —Señaló el pasillo con la mano—.

Chris está preparando algo. ¿Has comido?

—La verdad es que no. Ni siquiera he desayunado.

—Vale. En cinco minutos estoy con vosotros.

Subió por las escaleras, que crujieron bajo sus pies, y recorrí el pasillo hasta la cocina, donde encontré a Chris junto a la encimera, con un delantal y cortando tomates a una velocidad sorprendente.

—Hola. —Sonreí cuando levantó la mirada—. Soy Camila. Tu mujer me dijo que viniera.

—Sí, claro, bienvenida. —Dejó el cuchillo, se limpió las manos con un trapo y se acercó para darme la mano—. Soy Chris Jauregui, encantado de conocerte. Siéntate.

—Gracias. —Me acomodé en uno de los taburetes altos de la encimera y eché un vistazo alrededor—. Bonita cocina, es enorme. ¿Es de la construcción original?

Chris sacudió la cabeza y siguió cortando verduras.

—No, mis padres la añadieron hace unos veinte años. Como es evidente, no la hemos tocado desde entonces.

Me reí.

—No está tan mal. —La decoración estaba algo anticuada, pero estaba acostumbrada a casas en las que nunca se cambiaba nada—. ¿Cuándo se construyó la casa?

—Hace unos cien años. ¿Qué tal el viaje?

—Tranquilo, fueron menos de dos horas.

—¿Te alojas cerca?

Después de Caer (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora