Capítulo 8.

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El día había pasado tranquilo, Charles claro que había visto la carrera y vió a Carlos quedar en primer lugar

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El día había pasado tranquilo, Charles claro que había visto la carrera y vió a Carlos quedar en primer lugar.

Jamás se había sentido tan feliz y orgulloso hasta ese día, después de ver la celebración, las entrevistas, y demás cosas al fin llamó a Carlos.

—¡Felicidades por tu victoria, mi amor! —dijo el monegasco.

—Gracias mi amor, especialmente dedicada a ti —el mayor sonrió.

Charles soltó una risita, después de eso ambos se quedaron hablando por mucho tiempo.

En el momento en que Charles estaba viendo Netflix y comiendo pasta recibió un mensaje de Carlos.

Era una foto, foto de un mapa de esos de papel que usaban antes para ir a todos lados, estaba marcando todos los lugares que Carlos estaba recorriendo.

De norte a sur hasta Key Lago. Amor en venta.

Y era más el hecho de que le había vendido todo su amor a Charles, su alma y realmente quería sentir el amor del monegasco.

Cuando llegó al aeropuerto Fred le dijo que disfrutara sus dos semanas de vacaciones y se fue.

El español subió a su avión y tuvo como destino Montecarlo, claro que antes de despegar le había dicho a Charles que fuera al aeropuerto porque ya estaba llegando a Mónaco.

Cuando llegó al aeropuerto Charles ya lo esperaba ahí, el monegasco corrió a los brazos del español en dónde se fundieron en un cálido abrazo y muchísimos besos.

—Te extrañé mucho, mi ángel —Carlos aspiró el olor a perfume de Charles.

—Yo también te extrañé mi amor —Charles se escondió en el cuello de Carlos.

Parecía como si nada importara, como si solo fueran ellos dos en ese momento, era tan mágico.

Claro que eran discretos, no querían llamar demasiado la atención de la prensa, sobre todo porque Carlos quería que Charles viviera una vida tranquila sin la presión de la prensa.

Charles llevó a Carlos hasta su departamento, ahí ambos pasaron su día tranquilamente.

O al menos hasta la noche en dónde a Carlos se le ocurrió la maravillosa idea de ir a una discoteca.

—¡Vamos! Te prometo que será divertido —Carlos abrazaba a su novio.

—Bien, pero no hay que tomar demasiado —el de ojos verdes le dijo a Carlos.

Ambos se arreglaron y salieron con rumbo a la discoteca, había demasiada gente y Charles al ver la fila de entrada se decepcionó.

—Oh, realmente quería bailar —dijo el monegasco.

Carlos lo tomó de la mano y sin decir nada caminaron hasta la entrada donde sin hacer filas el español entró junto al monegasco.

Charles quedó enamorado del lugar, era demasiado exclusivo incluso más que a dónde siempre iba con Pierre, George y Alex.

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