Capítulo 5.

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Carlos llevó personalmente a Charles en el Jet de Ferrari, después de menos de dos horas de vuelo ya habían llegado a Mónaco

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Carlos llevó personalmente a Charles en el Jet de Ferrari, después de menos de dos horas de vuelo ya habían llegado a Mónaco.

Charles estaba impresionado, pero no había dicho nada, sin embargo se había pasado todo el vuelo diciéndole a Carlos que era demasiado guapo y que le gustaba mucho.

Y era una verdad a medias, claro que le gustaba y era guapo pero no pensaba que realmente estuvieran saliendo.

O al menos así fue hasta que Carlos llegó al aeropuerto, tomó su celular y marcó un número para después decir.

—Sí, necesito mi Ferrari 812 Competizione, voy a estar de vacaciones está semana con mi novio.

Charles al escuchar eso casi se atraganta con el agua que estaba tomando, ¿Novios? ¿En qué momento ese español engreído había tan siquiera avisado que iban a ser pareja?

Carlos sonrió para después mirar al monegasco, quién también sonrió. Lo tomó de la mano y fueron hasta la salida del aeropuerto, esperaron unos minutos y Charles quedó enamorado del precioso coche del piloto.

—¿Te gusta? —dijo Carlos mirando la cara de impresión del menor.

—¿Estás bromeando? Es increíble, me encanta —dijo corriendo al coche.

—Puedo regalarte uno igual si tú quieres —Carlos sonrió.

—Es lindo, pero me gustaría un Ferrari 488 Pista —sonrió el menor.

—Vamos precioso, sube —le dijo el español y Charles no podía con la emoción.

Carlos manejó hasta la casa de Charles, ambos bajaron para sacar todo el equipaje que tenían.

—¿No es demasiado pequeño un departamento? —preguntó el español.

—Si ganará lo mismo que tú créeme que viviría en algo más grande y que sea sólo mío —le dijo con un poco de sarcasmo el monegasco.

—Yo soy solo tuyo —Carlos le sonrió al menor.

Charles rodó los ojos con una sonrisa y ambos entraron al departamento del monegasco.

Claro que lo había dejado hecho un desastre, se había ido y ni siquiera había tenido tiempo de arreglar nada. Pero esto no le importó a Carlos.

Después de arreglar un poco su departamento y que Carlos cocinará para ambos, el español se sentó en el living.

—Conozco sólo la parte divertida de aquí, ya sabes casinos, bares, algunos lugares para comer —miró al monegasco con otra intención— ¿Que más se puede hacer en Mónaco?

—La mayoría de cosas divertidas ya las dijiste —dijo Charles con un tono divertido— ya sé, ahora vamos a descansar, pero, mañana voy a llevarte a un lugar increíble.

Ahí estaba la razón del por qué le había llamado tanto la atención al mayor, Charles lo retaba, no era para nada dócil, le ponía límites, le decía que no.

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