ch. 011

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ONCE:
harry

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CORRÍA, SUS PIERNAS ARDÍAN, su corazón latía agitado y su respiración era irregular. Estaban siendo perseguidos y su cuerpo se movía con el fin de sobrevivir, pero su mente estaba en cualquier lugar menos en el presente. Avanzaba solo por instinto y por la mano de su padre que la jalaba. No podía evitar distraerse, el recuerdo de aquellos ojos perdiendo su brillo, el cuerpo perdiendo fuerza y el ruido seco que sonó cuando cayó al suelo; el fin de la más hermosa melodía.

—Tenemos que volver... Tenemos que volver —Se escuchó así misma sollozar

El hombre no le contesto, parecía costarle respirar, pero continuaba corriendo. Miró hacia atrás y se apresuró a tomarla por las axilas y alzarla. Donde antes estaba ella, un Avada Kedavra impactó en la tierra. No pasó mucho tiempo antes de que lanzaran otro hechizó. Cayeron al suelo, y escuchó un gruñido de dolor, le habían dado a su padre. Trato de mirar la pierna, pero la imagen era borrosa, solo sabía que la herida era grave por la cantidad de rojo que veía. Levantó la mirada cuando escucho que la llamaban.

—¡Dione! ¡Dione, tienes que escucharme!

La tomo del rostro, y padre e hija se quedaron mirando por un momento, con dolor en ambas miradas. El hombre comenzó a hablar, pero Dione solo podía ver sus labios moverse, incapaz de diferenciar alguna palabra, no podía entender nada de lo que le decía.

—No te entiendo...—intento decirle, pero su voz no salía, la frase quedó estancada en su garganta—Papá, no... —él seguía hablando sin ver su desesperación—. No entiendo — la varita de su padre se alzó en su contra — ¿Papá? ¡Papá! —un brillo verde invadió la escena, y Dione abrió los ojos

Se levantó de golpe y observó su alrededor, reconociendo poco a poco el cuarto que compartía en la torre de Ravenclaw. Vió a Velvet, que se estaba lamiendo una de sus patas, y a Karen y Helen que la miraban disimuladamente. Bajo la mirada a sus manos, que temblaban. Suspiro cansada y apretó sus dedos en un intento de calmarse

—¿Qué hora son? —preguntó, sonaba afligida

—Son las diez —respondió Karen, pero no pudo contener su curiosidad y preguntó —¿Esas pesadillas que tienes son de...?—Helen, que estaba cerca de ella, le estampó la mano en la boca y la calló.

—Bueno, nosotras ya estábamos por salir —rió nerviosa y empujo a Karen a la puerta

—¿Cómo? Habías dicho que no saliéramos hoy... Que hiciéramos pereza todo el día—dijo Karen.

—¿No que querías ir a leer en el lago? Pues ya me dieron ganas. Vamos, apúrate—volvió a darle un pequeño empujón sacándola de la habitación —Perdónala, solo es imprudente— se despidió de Dione y también se fue.

☉ temporal paradox | gemelos weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora