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HABÍA IMAGINADO ESE MOMENTO, el instante en que Harry y Sirius conversaran frente a ella, había pensado que sería una imagen a la que se aferraría con fuerza. Sin embargo, la realidad frente a ella era diferente. No estaba mal, pero ni siquiera el marcado parecido de Harry con James podía ocultar el hecho de que se sentían incómodos el uno con el otro, no incómodos de manera negativa, sino incómodos porque, en realidad, eran desconocidos. Dione solo pudo sonreír tristemente a sus espaldas; esa era la realidad, Harry y Sirius no eran James y Sirius.
—¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew? —escucho a Sirius decirle a Harry, mientras avanzaban por el túnel.
—Que tú quedarás libre —respondió Harry
—Sí... —dijo Sirius—. No sé si te lo ha dicho alguien, pero yo también soy tu padrino.
—Sí, ya lo sabía —respondió Harry
—Bueno, tus padres me nombraron tutor tuyo —dijo Sirius solemnemente—, por si les sucedía algo a ellos... —Harry esperó.— Por supuesto —prosiguió Black—, comprendo que prefieras seguir con tus tíos. Pero... medítalo. Cuando mi nombre quede limpio... si quisieras cambiar de casa...
—¿Qué? ¿Vivir contigo? —Harry preguntó, golpeándose accidentalmente la cabeza contra una piedra que sobresalía del techo—. ¿Abandonar a los Dursley?
—Claro, ya me imaginaba que no querrías —dijo inmediatamente Sirius—. Lo comprendo. Sólo pensaba que... Bueno, también quería preguntarle a Dione...
—Pero ¿qué dices? —exclamó Harry; con voz tan chirriante como la de Sirius—. ¡Por supuesto que quiero abandonar a los Dursley! ¿Tienes casa? ¿Cuándo me puedo mudar?
Sirius se volvió hacia él. La cabeza de Snape rascó el techo, pero a Sirius no le importó.
—¿Quieres? ¿Lo dices en serio?
—¡Sí, muy en serio!
En el rostro demacrado de Sirius se dibujó una gran sonrisa, iluminando sus facciones agotadas. Sin soltarla, se volvió hacia Dione, y por un breve momento, ella pudo ver al joven alborotador que solía andar por las calles del valle de Godric, listo para jugar y hacer travesuras. Era un destello del Sirius Black lleno de vitalidad y energía que solía deslumbrar a todos a su alrededor.
—¿Y tú, Dione?
Ella parpadeó.
—¿Qué?
—¿Te gustaría unirte a nosotros? El hogar de los Black puede no ser acogedora, pero podemos organizar las cosas juntos.
—Claro —sonrió ligeramente—. Ya es hora de que vuelva a quedarme en un casa.
No volvieron a hablar hasta que llegaron al final del túnel. Crookshanks salió primero, disparado. Evidentemente había apretado con la zarpa el nudo del tronco, porque Lupin, Pettigrew y Ron salieron sin que se produjera ningún rumor de ramas enfurecidas.