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CUANDO DIONE TOMÓ LA DESICIÓN de hablar con alguien, nunca imaginó que se encontraría sentada frente al profesor de música. No había asistido a casi ninguna de sus clases, ni siquiera se había molestado en aprender su nombre. Sin embargo, después de aquella tarde con Luna, fue a buscar al profesor Flitwick, quien, expresando una tremenda preocupación, la llevó allí para hablar con ese profesor.
Dione observó al hombre detenidamente, sintiendo que era la primera vez que realmente le prestaba atención. Era uno de los profesores más jóvenes del castillo, probablemente rondaba los treinta años. Tenía una estatura algo baja en comparación con el promedio de los adultos y una complexión delgada. Su cabello azabache y unos ojos igual de oscuros enmarcaban su elegancia. El profesor solía ser reconocido por usar gabardinas y el hecho de que cada día cargaba un instrumento musical diferente a sus espaldas.
Empezó a zapataer el piso en un intento de calmar la tensión que sentía en el pequeño despacho del profesor de música. El sonido del minutero del reloj llamó su atención; variaba entre la nota re y sol, resonaba en la habitación y resaltaba lo silenciosos que estaban los dos.
Fue el profesor Wilde quien finalmente rompió el silencio con una risa suave.
—No tienes por qué estar nerviosa, Dione. Después de todo, fuí yo quien fue permisivo durante mi clase —dijo, aliviando la tensión del ambiente—Aunque ya nos conocemos, creo que deberíamos presentarnos, ¿no te parece?—murmuro el hombre. Dione asintió lentamente, sin saber que decir— Me llamó Lin Wilde, ya sabrás que soy tu profesor de música.
El profesor Lin Wilde le ofreció una sonrisa cálida. Su rostro amable y ojos gentiles la hicieron sentir un poco más cómoda con la situación.
—Es un placer conocerte, Dione. El profesor Flitwick me ha hablado un poco sobre tu situación, pero me gustaría escucharlo de ti. Cuéntame, si te sientes cómoda haciéndolo— animó Lin, con una voz tranquila y reconfortante.
Dione respiro profundamente, meditando sobre lo que debería decir
—Ya sabes, ¿No? Lo que le sucedió a mi familia y pues a mí —carraspeó, no pudo mirarlo directamente, se centro en la pared y empezó a hablar con la mirada fija en ella —. No desperté hace tanto, no tuve tiempo de procesar lo de mamá y sin darme cuenta, todos ellos, bueno ya no estan. Yo... Tengo miedo—paro de hablar, realizando por primera vez lo aterrada que estaba.
—¿De qué tienes miedo?
—Miedo de... —su voz flaqueó — de avanzar
—Dione, lo que has vivido es realmente abrumador. Tu mamá y las personas que amabas... es natural sentir miedo y tristeza. Dime, ¿qué es lo que más te preocupa de dejarlos atrás? —preguntó con comprensión.
