(6) Chocolate. Amigos. Títeres

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—Oh, no... —susurró Lust para sí mismo.

No le había dicho nada a Geno de lo que había hablado con el director ni lo que había pasado, probablemente ahora estaba furioso, no, más que eso.

—¡NO PUEDEN HACER ALGO TAN PELIGROSO! —grito Geno.

Habían estado "conversando" hace varios minutos.

Geno estaba discutiendo con Ink y Alphys al mismo tiempo, aunque la última no hacía demasiado, más bien era como si Geno fuera la autoridad demoledora aquí. Ink parecía estar perdiendo la paciencia.

—Geno, ya escuchaste a Lust, él mismo aceptó. Esto fue planeado y seguro, bueno... —Se quedo en silencio mientras miraba el brazo inmovilizado de Lust. —Casi seguro.

Geno se había preguntado donde fue Lust al no encontrarlo trabajando, pregunto por él en todos lados hasta que llego a Ink, quien le dio un poco de información y desde allí todo fue de mal en peor para el chico tinta. Geno lo arrastro por todo el hospital exigiendo, no, amenazando con demandarlos si algo le pasaba a su compañero por haber sido enviado a la habitación del psicópata más desquiciado y peligroso del centro médico. Lust fue el único capaz de calmarlo un poco, explicándole que fue él quien acepto esta intervención, que quería ayudar y nunca estuvo en real peligro, simplemente había sido un descuido.

Ni siquiera lo ataco el paciente, si no un guardia.

—Fred, ¿uh? —comentó Ink. —Siempre ha sido un problemático, pero ahora que Gaster lo envió abajo estará bien. Supongo que las intervenciones se cancelaron hasta que encontremos otro guardia dispuesto.

—Si —dijeron Lust y Alphys al unisonó.

—Mas les vale —amenazó Geno.

Era impresionante el poder que tenía su compañero, quizás debido a su antigüedad o contactos no parecía alguien que se pudieran tomar a la ligera.

Más tarde ese mismo día Geno estuvo regañándolo por "haberse puesto en peligro a propósito" y que tenía "el instinto de supervivencia de un capibara", aunque eso ultimo no lo entendió. También le "obligo" a volver a quedarse en su casita debido a su brazo lesionado.

No iba a decirle que no cuando la decisión contraria era regresar a su frio y pequeño apartamento, totalmente solo.

Después del trabajo, en la tranquilidad y calidez de su hogar, su amigo le pidió no volver a cometer una locura como esa sin siquiera avisarle. Ni siquiera podía entender qué parte de todo lo que había intentado decirle y advertirle no entraba en su duro cráneo.

Lust no se consideraba alguien autodestructivo, ni tampoco despreocupado, pero los chicos del hospital lo hacían superar cualquier sentido de autopreservación que tuviera, lo hacían actuar de manera impulsiva y descuidada, aunque solo quería protegerlos.

—No sabes lo mucho que me preocupe por tu seguridad. Eres un adulto, sabes lo que haces, pero solo... No hagas locuras. Cosas como estas no están bien— había dicho Geno.

Lust aceptó, pero no fue del todo sincero, porque ya estaba pensando como regresar con Nightmare, ¿podría confiar en Geno para hablarlo? Considerando que su amigo solo los veía como locos, sabía que no. Solo tenía que conseguir a otro guardia y solo había uno que podía ayudarle. Uno que no se había contaminado de los malos comentarios y que siempre había sido bueno con él. No era seguro que aceptara, pero trataría de preguntarle.

Pasados los días los periodistas en la entrada del hospital fueron disminuyendo, quedando solo los más dispuestos a darlo todo por una gran noticia o los más desesperados. Lust volvió a su hogar, aunque Geno le siguió ofreciendo la habitación de su hijo.

Nuestro Extraño DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora