(7) Paciente H. Encierro. Dulce Sol.

116 19 14
                                    

Después de la información que Geno le enseñó, Lust notó que había tenido un cambio notorio en su forma de pensar.

No sabía si era bueno o malo, pero era un cambio.

No volvió a darle más chocolate a Error, de hecho, se alejó de él como si se tratará de la peste. No podía decir que no le dolía ver su mirada ligeramente esperanzada cada que cruzaba el umbral de la puerta, esperando algo, esperando algo de él, y como su rostro se ensombrecía cuando Lust apartaba la mirada.

Al menos, todo había ido bien con Dust, de hecho, más que bien. El joven no había tenido comportamientos impulsivos ni erráticos, era tranquilo. Tanto así que finalmente lo premiaron con libros de verdad y no con simples revistas. Lust fue el encargado de ir a preguntarle que libro le gustaría leer y la respuesta de Dust le sorprendió.

—Física cuántica.

Creyó haber escuchado mal.

—¿Perdón? 

—Quiero uno de física cuántica o química, incluso alguno de problemas matemáticos si no hay de esos dos.

Lust termino anotando lo que le pidió en su libreta, preguntándose si es que los encontraría, pero por otro lado se sintió fascinado por escucharlo.

—No sabía que te gustaban las ciencias, Dust.

—Me encantan, estudio mucho sobre eso por mi cuenta.

Lust asintió y sonrió, mirando al esqueleto joven con una expresión orgullosa como la que le daría un padre a un hijo. Dust aparto la mirada como si lo hubieran quemado, parecía avergonzado.

—Deja de hacer eso —dijo.

Lust ladeo su cráneo.

—¿Hacer qué?

—Mirarme así, como si estuviera haciendo algo tierno o como sea. Soy un sociópata, lo sabes, ¿no?

Lust sabía que no había necesidad de decirlo así, pero lo entendió. Se forzó a neutralizar su expresión y, en el futuro, no parecerse tanto a una madre. Ya que parecía afectar a Dust de una forma que de momento no entendía. Y no quería incomodarlo.

—Lo siento.

Dust lo miro y gruño. Acerco sus rodillas a sus costillas, abrazando sus piernas. Estaba en una posición defensiva más que ofensiva.  

—No, yo lo siento —Todo su anterior carácter brusco desapareció. —Es solo que... Me miras extraño.

La suave forma en la que lo admitió derritió el alma de Lust.

—¿Con cariño, querrás decir? —le pregunto en un tono dulce que trato, con todas sus fuerzas, de controlar, pero fracaso.

Dust observo sus pupilas. Parecía esperar algo, ¿una mentira? Lust se aseguro de sonreír y mostrarse completamente sincero, tal y como era.

¿Por qué era tan sencillo abrirse con estos jóvenes? Se lo preguntaba seguido y llego a la conclusión de que, aunque eran desechados por la sociedad, seguían siendo niños, solo eso, por eso era fácil para Lust. Que tenía una debilidad natural por los niños. Además, ellos tenían pasados terribles y eventos traumáticos que los marcaron, y eran incapaces de adaptarse a la sociedad.

¿Por qué seguir siendo cruel con ellos si ya estaban aquí? ¿Con futuros inciertos y sus pensamientos bloqueados por medicamentos?

—No deberías ser tan dulce —dijo Dust finalmente. Ya parecía haberse rendido buscando. —No conmigo.

—Cariño, puedo ser todo lo dulce que quiera. Especialmente contigo.

Dust se sonrojo y comenzó a mirar hacia cualquier lado, menos a él. Lust lo encontró adorable.

Nuestro Extraño DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora