Blue se congelo apenas Lust le menciono la idea.
—¿Y si los lastima? —pregunto el azul, en un tono de voz cauteloso y tímido—. ¿Y si nos ven?
—Killer no está en un estado que le permita hacer mucho.
Blue miró al chico en silla de ruedas, abrigado con una manta en sus rodillas. Tenía la mirada perdida, las manos quietas. No había ninguna expresión en su rostro.
El pequeño azul sintió pena.
—Por favor, Blue —pidió Lust—. Es lo único que puedo hacer por él. Fue su último deseo.
—¿El último? ¿Cómo puedes saberlo?
—Si. Antes de que se lo llevaran y le hicieran el tratamiento, él me lo dijo. Que si podía "acariciar un gato".
Lust pudo ver como Blue se sentía aún peor por Killer. Su pequeño compañero no era muy bueno ocultando sus emociones y la lastima salía de él como si sus huesos sudaran.
—Bien —su voz fue de derrota—. Tú ganas, pero si me despiden...
—No lo harán —aseguró—. Necesitan mucho personal.
Blue asintió. La parte donde lo planearon fue sencilla. La parte donde lo ejecutaron no tanto.
Nadie se sorprendía cuando miraban a Blue arrastrando a un paciente en silla de ruedas por los pasillos, justo al lado de Lust, que vestía su uniforme naranja. Incluso lo saludaban. Lust mantuvo su perfil bajo, mirando el suelo y siguiendo a Blue en silencio.
Por fin llegaron a la puerta trasera. Blue miro a todos lados, nervioso, mientras Lust abría la puerta gracias a las llaves de su compañero y entonces los tres pudieron llegar al jardín de la parte trasera del hospital.
Nadie venía aquí, ni siquiera para fumar, había sitios mejores y por eso habían preferido esconder allí los gatitos. Lust atravesó el arbusto que los cubría y tomo a uno de los pequeños delicadamente entre sus falanges. Eran tan cálidos y de pelaje tan suave. Estaban silenciosos, como si supieran que debían estar escondidos.
Dejo a la pequeña criatura justo en las rodillas de Killer.
—¿Killer? —Lust miro las luces blancas y sin vida de su antiguo paciente, ahora su compañero—. Killer, mira lo que hemos traído.
El alma de Killer permanecía blanca, apática y con la cicatriz en medio. Tanto Killer como su alma permanecieron estáticos. Finalmente, el pequeño gatito maulló, triste por estar alejado de su madre y sus hermanos.
Lust solo pudo sonreír por lo ingenuo que había sido al tener esperanzas. Aunque una parte de su mente ya había imaginado que esto sucedería. No es como si un milagro fuera a despertar a Killer de su letargo inducido quirúrgicamente, pero había querido intentarlo. Quiso cumplir con su último deseo.
—Blue, ayúdame —pidió.
—¿A qué? —Blue lo miro confundido, todavía perseguido por miradas fantasmas que fueran a acusarlos por lo que estaban haciendo.
—Movamos a Killer detrás del arbusto, con el resto de gatitos.
Blue abrió mucho sus cuencas y se negó, girando su cráneo, pero Lust le dio su mejor mirada de cachorrito.
—Vale —dijo, finalmente.
Entre los dos sujetaron a Killer por sus axilas y lo sacaron de la silla de ruedas, con cuidado ambos lo hicieron pasar junto al arbusto que escondía la caja de los gatos. No pesaba nada. Era puro hueso.
Lo dejaron sentado en el suelo y uno a uno, Lust fue poniendo en su regazo a todos los gatitos, que eran un total de seis. Estos maullaban por ser molestados, pero enseguida volvían a dormir. Eran pequeñas bolas de pelo demasiado adorables.
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Nuestro Extraño Destino
FanfictionLust carga con un trágico pasado, así que encuentra un nuevo trabajo y trata de empezar de cero, pero los traumas y secretos que va descubriendo lo obligan a verse envuelto en abusos de poder, tortura, tratamientos médicos ilegales y algo que no par...