1. 𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚

2.3K 198 4
                                    

El sol se alzaba sobre el imponente Valle de Arryn, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. Aemma despertó en su cama con dosel, acunada por las suaves sábanas de seda que envolvían su cuerpo. Abrió los ojos y se deleitó con la vista de las montañas que se extendían majestuosas ante ella, custodiando el Nido de Águilas.

Tras levantarse con gracia, Aemma se vistió con un delicado vestido de lino bordado con hilos de plata. El aire fresco y puro del valle se filtraba por las ventanas abiertas, llevando consigo el suave aroma de las flores silvestres que crecían en los alrededores.

Descendió por los intrincados pasillos de piedra del Nido de Águilas, sus pasos resonando en armonía con el canto de los pájaros que revoloteaban en los altos picos. Se detuvo en una pequeña capilla, donde encendió una vela y ofreció una plegaria silenciosa por su madre, cuya ausencia aún se sentía como una herida abierta en su corazón.

Nunca había conocido a su madre, ya que ella había fallecido el día de su nacimiento. Esa falta de conexión materna dejaba un hueco en su ser, un anhelo constante de haber tenido a alguien que la guiara y amara de la manera única que solo una madre puede hacerlo.

A lo largo de su vida, Aemma había escuchado innumerables historias y relatos sobre su madre, narraciones que pintaban su imagen como una mujer de virtudes excepcionales. Las personas que la conocieron hablaban de su belleza, su sabiduría y su dedicación a su familia. Pero esos relatos, aunque reconfortantes en cierta medida, no podían llenar el vacío que sentía en su propio corazón.

En ocasiones, Aemma se encontraba mirando al cielo nocturno, perdida en sus pensamientos, imaginando cómo habría sido tener a su madre a su lado. Se preguntaba cómo habría sido su voz, su risa, y cómo habría sido crecer bajo su amorosa tutela. Soñaba con compartir secretos, recibir consejos y abrazos cálidos en momentos de necesidad.

A pesar de la falta de una presencia materna tangible, Aemma encontraba consuelo en las historias que su padre le contaba sobre su madre. Escuchaba con atención cada detalle, tratando de capturar la esencia de una mujer que solo conocía a través de los recuerdos y las palabras de los demás. Buscaba en su interior los rasgos y las virtudes que heredaba de ella, tratando de emular su espíritu noble y su fuerza interior.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos por llenar ese vacío, había momentos en los que Aemma se sentía perdida y vulnerable. Anhelaba una figura materna que la guiara en los momentos de incertidumbre y la reconfortara en los tiempos difíciles. Aunque su corazón se llenaba de gratitud y amor por su padre y la casa Arryn, la ausencia de su madre era una herida que nunca sanaría por completo.

Aemma comprendía que no podía cambiar el pasado ni traer a su madre de regreso. En su lugar, se aferraba a los recuerdos y las historias, encontrando fuerza y sabiduría en el legado que su madre había dejado atrás. A través de su propia determinación y resiliencia, Aemma forjaba su propio camino, buscando convertirse en una mujer fuerte y digna de portar el nombre de Arryn, aunque siempre llevaría consigo el anhelo y la ausencia de aquella figura materna que nunca conoció.

Luego, se dirigió hacia la sala de estudios, donde la septa Maegelle la esperaba con su sabiduría y paciencia características. La sala estaba adornada con tapices que representaban las glorias pasadas del Valle de Arryn y estanterías repletas de antiguos libros que contenían conocimientos de siglos pasados.

Durante las lecciones, la septa instruía a Aemma sobre la historia de Poniente, narrando los relatos de los antiguos reyes y las batallas legendarias. Aemma bebía cada palabra, ávida de conocimiento y deseosa de honrar el legado de su casa.

La septa también le enseñaba las artes femeninas: la música, la costura y el bordado. Aemma se sentaba junto a la ventana, los rayos de sol iluminando su rostro mientras sus ágiles dedos se movían con gracia sobre la tela, creando delicados diseños que evocaban la elegancia y el esplendor de su linaje.

Duty |  𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐀𝐫𝐫𝐲𝐧 𝐲 𝐃𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora