5. 𝐄𝐥 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐞

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—¿Qué opinas de este vestido? ¿Crees que luce bien en mí?—Preguntó la muchacha mientras posaba un vestido color azul sobre su cuerpo—¿Lo consideras inapropiado?

Elysande negó con su cabeza, se levantó de su silla y se encaminó hasta ella.

—El vestido tiene un lindo corte en el pecho, pero quizás pueda ser inoportuno para pasear por el valle.

— Tienes razón. De igual forma sólo será una caminata y llevaré mi capa. Aunque no sé qué color usar. ¿Sería inapropiado utilizar color rojo?

—Tranquila mi Lady. Siéntese aquí y comenzaré a peinarla. Está casi tan ansiosa como si fuera a conocer a su prometido— Señaló la muchacha observándola a través del espejo. Aemma se sonrojó e intentó mantener la calma.

—Usaré el azul, tendré mucho tiempo después para usar los colores de mi nueva casa— Añadió la muchacha.

Elysande sonrió.

— Las doncellas están celosas de usted.

—¿Celosas?—Preguntó con una sonrisa en sus labios. Elysande dejó el cepillo sobre el tocador para luego soltar su larga melena rubia.

— Está prometida con un principe Targaryen y además tiene la fortuna de pasar las horas con el príncipe Daemon, quien tiene fama de ser un buen amante.

Al escuchar aquellas palabras, un rubor intenso se apoderó del rostro de Aemma, tiñendo sus mejillas de un delicado tono carmín. Sus ojos se abrieron con sorpresa y sus labios se entreabrieron en una mezcla de asombro y nerviosismo.

—¿El príncipe Daemon?— Pronunció con la voz hecha un hilo.

—¿Acaso no ha escuchado sobre sus andanzas?— Preguntó la morena

Aemma negó con su cabeza.

—Bueno, sólo conozco los rumores de que le gusta asistir a la zona de los burdeles en la capital para disfrutar de la compañía femenina. Si lo piensa es algo de esperarse, los hombres les gusta asistir a esos lugares para hacer lo que no pueden con sus esposas.

Aemma escuchó las palabras con atención, pero optó por mantenerse en silencio, asintiendo con una ligera inclinación de cabeza. No quería ahondar en aquellas insinuaciones sobre Daemon y sus supuestas visitas a los burdeles en la capital. Era consciente de que los rumores y las habladurías eran comunes en los círculos nobles, pero prefería no involucrarse en ese tipo de chismes.

Se encontraba sola frente al tocador, mirando su propio reflejo en el espejo. Sus cabellos estaban pulcramente peinados, la trenza delicada y meticulosamente elaborada. La imagen de una dama de alta alcurnia, elegante y sofisticada, se reflejaba en el cristal.

El comentario sobre los hombres y sus visitas a los burdeles para buscar compañía femenina la hizo suspirar internamente. Sabía que aquello era una realidad en los círculos de poder, donde las expectativas y las normas sociales muchas veces imponían restricciones y limitaciones en las relaciones íntimas. Por un momento pensó en ella y en su futuro matrimonio. ¿Acaso el príncipe Viserys buscaría la compañía de otra mujer? ¿Que sucedería si ella le fuera insuficiente? ¿Que pasaría si el destino le pusiera un hijo bastardo antes que uno legítimo? Aemma no podía dejar de pensar en ese momento.

***
Aemma caminó con paso decidido hasta los establos, donde había quedado de encontrarse con el príncipe Daemon para dar un paseo. El corazón le latía con fuerza en el pecho, mezcla de emoción y nerviosismo ante la perspectiva de pasar tiempo a solas con él. Mientras se acercaba, lo observó desde lejos, perdido en la tarea de acariciar con ternura a uno de los majestuosos caballos que allí se encontraban.

Duty |  𝐀𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐀𝐫𝐫𝐲𝐧 𝐲 𝐃𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora